El bajo mundo subió a la superficie y ahora se traga la atmósfera terrestre

Lina Paulino.

Periodista y psicóloga clínica.

La especie humana, al igual que los animales, sobrevive en un mismo territorio, se dividen por clases sociales, que al mismo tiempo diferencia, razas, cultura, y porque no, también educación. No obstante, en cuanto a forma de vida y como prácticas de supervivencia  mal sanas, también le hemos puesto apellidos, y lo hemos calificados, como delincuentes, delincuentes común, corruptos, corruptos de cuello blanco, etc.

Pero más allá del territorio de donde conviven estas especies humanas, se encontraban otros ejemplares, los cuales,  subyacían escondidos en el bajo mundo,  misteriosos, ocultos, que al mismo tiempo,  se movían sigilosamente ante la mirada casi imperceptible de las demás denominaciones,-Sin embargo, ahora ha emergido a la superficie y amenazan con tragarse a todas las demás.

Se han hecho público, salieron de sus guaridas, y ahora lo podemos ver pasearse sin escrúpulo, ¨eso no existe ya¨,  son populares, famosos, admirados, seguidos, enarbolado, oriundos, intocables, aclamados, y como si se hubiesen encargada de multiplicarse en la superficie, cuentan con imitadores, y peor aún con grupos aliados que buscan sacar provecho a sus apariciones.

Como su fueran ratas de callejones, sacaron la cabeza y al ver que no se la cortaron, llamaron a sus ascendentes iguales y se han hecho fuertes y se han hecho muchos, hasta el punto, que los corderitos humanos, no encuentran ahora como escapar y sucumben el ruido ensordecedor de la especie emergida.

Este asunto de convivencia, sobrevivencia y supervivencia, no es lo peor, lo realmente tenebroso, es que se han asociado, y tiene jefes de manadas colocados en todas las esferas, los cuales es por demás decirlos, siempre había existido, pero moviéndose igualmente  de forma cautelosa, hasta que llegara el momento del ataque.

Hoy en día, todo llegó a la luz, y tenemos miedo a la claridad, las manadas humanas corren de aquí para allá, porque las armas de destrucción se han multiplicados, sofisticados y la forma de ataque ya no son comparables.

Asimismo, y paradójicamente lo que nos diferenciaba de la especie animal, que era el cerebro y la capacidad de pensar, razonar, hacer juicos lógicos,  y que  que al mismo tiempo debía dar al traste con el caos y el desorden, está siendo solamente usado, para determinar de qué especie humana,  color, sexo, o animal  te consideras o con cual grupo te identificas,  con el slogan. Hacer, decir y ser, lo que se te pegue la gana, porque hemos entendido que ya  no es necesario pensar, solo actuar.

 Al tiempo que hemos olvidado, que la naturaleza se rigen por leyes, la cual, no se equivoca,  y un día, corrijo, ya estamos pagando las consecuencias del monstruo sin cabeza que hemos creado.

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