El embajador efímero

MIGUEL REYES SÁNCHEZ

En la historia diplomática dominicana tenemos diversos acontecimientos, en los que hemos establecido records muy difíciles de superar.

Uno de estos es el caso de nuestro embajador en España en 1965, el historiador Emilio Rodríguez Demorizi, quien sólo permaneció 53 días en su misión, desde el momento en que presentó las credenciales hasta su destitución.

Rodríguez Demorizi fue secretario particular de Ramfis Trujillo y secretario de Educación del primer Consejo de Estado presidido por Balaguer.

Luego, apoyó a los constitucionalistas en la guerra de abril de 1965, participando en la configuración del gobierno provisional de Héctor García Godoy, quien asumió el 3 de septiembre y le ofreció una secretaría, pero el historiador prefirió irse a España.

El 6 de noviembre de 1965, el historiador fue designado como embajador dominicano en España, llegando a Madrid a finales del mismo mes y presentando sus credenciales al Generalísimo Francisco Franco, el 6 de diciembre de 1965.

En esa urbe europea vivía desde hacía un tiempo Ramfis Trujillo, con quien de inmediato entabló contacto.

El 25 de enero de 1966, Luis Amiama Tío y Antonio Imbert Barrera, sobrevivientes del 30 de mayo, tuvieron una audiencia con el presidente García Godoy y denunciaron que el embajador en España había dado la orden para entregar un pasaporte a Pedro Trujillo Molina y otros familiares.

Asimismo, alegaban que Ramfis Trujillo viajaría a Londres y que tanto él como sus hijos necesitaban pasaportes, los cuales efectivamente se habían pedido al recién llegado embajador.

En esa reunión el presidente prometió cancelar al embajador. Lo que no se hizo esperar. El canciller dominicano, Carlos Federico Pérez, el 29 de enero anunció que se había pedido al embajador retornar al país.

El 30 de enero, la prensa internacional informaba que el embajador dominicano en España había sido destituido «por mantener relaciones con personeros de Trujillo».

El lunes 31 de enero, al cumplirse sus 53 días como embajador, se despidió del canciller español, Fernando María Castiella, y encargó la embajada al Ministro Consejero, J. Marino Inchaustegui.

El historiador decidió no regresar al país, alegando una intervención oftalmológica, a la vez que descartó los rumores de que había estado en contacto con familiares del dictador, no obstante todos saberlo.

Un día después, el historiador admitió que había concedido pasaportes a la familia Trujillo porque, en su opinión: «este es un derecho que está debidamente consagrado en la Constitución de todos los países democráticos”, concluyendo que «no actuaba por gratitud, sino por principio”.

Este episodio puede ser estudiado ampliamente, en una trilogía de obras de Emilio Rodríguez Demorizi, editadas por el historiador Bernardo Vega, años después de su muerte, donde se revelan los documentos de Ramfis, entregados en 2004 por la hija del historiador, que comprende el período en que él estuvo en España y donde mantuvo una fluida relación con Ramfis Trujillo: “La muerte de Trujillo”, “Más papeles de Ramfis Trujillo” y “Archivos de Ramfis Trujillo”. 

Fuente Listín Diario

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