El esperado cambio político del gobierno de Luis Abinader

Por WILSON CASTILLO

A dos años de gobierno del PRM, resulta pertinente pensar cuales han sido y son los mayores obstáculos, conflictos y desafíos que deberá enfrentar el esperado cambio político del gobierno de Luís Abinader.

Es bien conocido, el contexto económico en el cual le ha tocado gobernar al actual presidente. Un escenario económico, caracterizado por las crisis de salud pública, como consecuencias de la pandemia del covid-19, la intervención de Rusia a Ucrania que, ha disparado la inflación y la desaceleración económica a nivel global.

En términos políticos, el escenario no era mejor, caracterizado por la falta de credibilidad de las instituciones públicas, debido a las rutinarias y ancestrales prácticas de corrupción, impunidad, la crisis electoral, la centralización y control de los llamados poderes del Estado, produciendo en la población dominicana, un enorme escepticismo sobre las instituciones de la democracia dominicana.

Por otro lado, el gobierno ha heredado la histórica falta de inversión en política de desarrollo humano, la prolongada deuda social acumulada, que se expresa en la crisis de la educación, la vivienda, el transporte, la salud pública, el aumento de la delincuencia y la inseguridad ciudadana que, históricamente afecta a la sociedad dominicana, produciendo pobreza, exclusión y grandes desigualdades sociales en los sectores populares.

Sin lugar a dudas, durante los gobiernos del partido de la liberación dominicana (PLD), se produjo cierta estabilidad “macroeconómica”, pero también un deterioro de los servicios público: de la educación, salud, energía eléctrica, etc., y, sobre todo, el fortalecimiento de las prácticas políticas centralistas: de control e instrumentalización de todos los poderes del Estado: judicial, electoral, congresual constitucional.

Los 20 años de control del Estado, le permitió al PLD, desarrollar alianzas estratégicas, corporativas, con grupos de poder mediáticos. Medios de comunicación y periodistas convertido en bocinas del gobierno. Grupos religiosos, con enormes poderes de intervención en las cosas públicas. Las alianzas con grupos empresariales. Además, construyó una red clientelar de base a nivel nacional.

Sin lugar a dudas, durante las últimas tres décadas, la cultura política centralista, neopatrimonial y clientelar se ha fortalecido y normalizado en el sistema político dominicano. Por eso, es “normal” escuchar a los dirigentes y militantes de los partidos, hacer reclamaciones clientelares de puestos de dirección sin las calificaciones necesarias. Que este gobierno ha abandonado la base del partido. Que los dirigentes del partido que se fajaron no están cotizando, cobrando en el gobierno.

En ese sentido, sin subestimar los graves problemas económicos que debe enfrentar el actual gobierno: deterioro de los servicios públicos como salud, educación, servicio eléctrico, los altos precios de los productos y, la inflación. Los mayores retos del gobierno del presidente Abinader son, recuperar la credibilidad de las instituciones públicas, enfrentar la cultura política de la corrupción, el clientelismo y, la descentralización de los poderes del Estado.

Hay que reconocer que, en los dos primeros años de gobierno, el presidente ha demostrado la voluntad de acabar con la impunidad, de controlar y enfrentar la corrupción fuera y dentro de su partido. Sin embargo, pesa en su cabeza, como un compromiso ético, político y moral, los desafíos para resistir la presión del clientelismo de los dirigentes y base de su partido y, movilizar las fuerzas políticas necesarias para producir las reformas de descentralización de los poderes públicos del Estado. Esperemos a ver qué pasa, pues todavía tienen dos años

Publicado originalmente en Acento

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