El Espíritu de la Reforma Constitucional

Nelson Espinal Báez

Para comprender plenamente cualquier texto legal o su propuesta de reforma, es fundamental considerar tres niveles de interpretación: la «letra muerta», la «letra interpretativa» y el «espíritu de la ley». Este enfoque integral no solo nos permite analizar lo que está explícitamente escrito, sino también explorar la intención más profunda y los principios que motivaron su creación. Como han argumentado filósofos del derecho Ronald Dworkin (New York University y Oxford) y Lon L. Fuller (Harvard Law School), el verdadero valor de una norma no reside únicamente en su texto literal o en su interpretación doctrinal, sino en los principios fundamentales que la sustentan. Fuller, en particular, subrayó la importancia de la «moral interna del derecho», un concepto que nos invita a examinar cómo las leyes reflejan los valores subyacentes de una sociedad. Este enfoque resulta especialmente pertinente al analizar la reciente propuesta de reforma constitucional del presidente Luis Abinader, donde lo más relevante radica en comprender el espíritu de la reforma propuesta.

1 Letra Muerta: El Plano Material

La «letra muerta» de una ley se refiere al texto literal, a lo que está expresamente escrito en el documento. Este nivel proporciona claridad y certeza sobre el significado del texto. Sin embargo, como señala Laurence Tribe (Harvard Law School), «el texto literal de la Constitución es solo el punto de partida», ya que comprender plenamente una reforma exige considerar los principios constitucionales en los que se basa. En el caso de la propuesta de Abinader, la «letra muerta» se refiere a cambios específicos, como la modificación del proceso para nombrar al Procurador General de la República. Tradicionalmente, este nombramiento ha sido prerrogativa exclusiva del presidente, pero la propuesta sugiere compartir su selección otros estamentos del Estado. A primera vista, esto podría parecer un ajuste técnico, pero para comprender su impacto real debemos ir más allá del texto literal.

2 Letra Interpretativa: El Plano Mental

La «letra interpretativa» se refiere a cómo el texto de la ley es comprendido por la doctrina y los tribunales. Este enfoque permite una interpretación más dinámica del derecho, teniendo en cuenta el contexto, la intención del legislador y las interpretaciones previas. Ronald Dworkin nos recuerda que las leyes deben interpretarse no solo en términos de reglas estrictas, sino también a la luz de principios más amplios como la justicia y la equidad, que reflejan los valores fundamentales de una sociedad. En el debate actual sobre la reforma, algunos críticos la ven innecesaria o una distracción de problemas más urgentes, mientras que otros temen que genere más burocracia. Sin embargo, estas interpretaciones, aunque pertinentes, no capturan el núcleo central de la reforma. Es ahí precisamente donde debemos ver su aporte político jurídico.

3 Espíritu de la Ley: El Plano Espiritual

El «espíritu de la ley» o, en este caso, el «espíritu de la reforma» busca comprender la intención fundamental detrás de una reforma constitucional: ¿Por qué y para qué se propone este cambio? ¿Qué se busca promover? En mi visión, lo esencial de la reforma propuesta, es la intención de limitar la hegemonía tradicional del presidente de la República Dominicana. Este enfoque refleja lo que Bruce Ackerman (Yale Law School) denomina «transformaciones constitucionales», donde la reforma no se limita a los cambios técnicos, sino que busca un cambio estructural significativo. En este sentido, la intención de reducir el poder de la presidencia es un paso notable en el contexto de América Latina, donde las reformas habituales suelen hacer lo contrario. Diego Valadés (UNAM) ha advertido sobre el riesgo de que los poderes presidenciales en América Latina se vuelvan excesivos, minando el equilibrio democrático y la independencia de las instituciones. Este esfuerzo recuerda el trabajo de Aharon Barak (expresidente de la Corte Suprema de Israel y profesor en Yale Law School), quien abogó por la separación de poderes y un equilibrio más fuerte entre las ramas del gobierno para preservar la democracia.

En un contexto donde la ciudadanía exige mayor transparencia y el fortalecimiento de las instituciones democráticas, la reforma propuesta cobra más relevancia, ya que responde a la necesidad de garantizar un ejercicio del poder más equilibrado. Esta iniciativa es particularmente notable en el contexto de la República Dominicana y América Latina, al proponer un modelo de nombramiento compartido del Procurador General y modificar la composición del Consejo Nacional de la Magistratura. Además, al sugerir nuevas reglas para la reelección presidencial, como establecer un límite estricto de «dos períodos y nunca más», esta reforma rompe con el patrón histórico y cultural de inestabilidad y personalismo en el poder.

Este enfoque inusual representa un cambio notable en la manera en que se ejerce el poder en la República Dominicana, siguiendo el ejemplo de democracias maduras. Martín Borowski (Universidad de Heidelberg) subraya que las reformas constitucionales deben centrarse en diseñar un sistema que equilibre el poder entre el ejecutivo y los demás poderes del Estado, garantizando así la protección de la democracia. El contexto histórico de la reelección en el país revela que, desde 1966, la Constitución ha sido modificada en varias ocasiones para ajustar las reglas del juego en torno a la reelección presidencial. Abinader aspira a superar para siempre esta inestabilidad, en consonancia con el ideal democrático de limitar la permanencia indefinida de un líder en el poder.

El análisis de la reforma a través de los tres niveles de interpretación muestra que, aunque lo técnico es crucial en especial para su implementación, su verdadera importancia va más allá. Como señala Jeremy Waldron (NYU y Oxford), las constituciones deben reforzar y proteger los derechos fundamentales. La propuesta, además de redistribuir el poder, tiene el potencial de consolidar un legado democrático duradero, en línea con los principios de equilibrio y transparencia defendidos por pensadores como Dworkin, Fuller, Barak y Valadés. De concretarse, esta reforma no solo fortalecería el marco institucional, sino que también redefiniría el ejercicio del poder en la República Dominicana, reduciendo la cultura política presidencialista por primera vez en nuestra historia.

En el caso de la propuesta de Abinader, la «letra muerta» se refiere a cambios específicos, como la modificación del proceso para nombrar al Procurador General de la República. Tradicionalmente, este nombramiento ha sido prerrogativa exclusiva del presidente, pero la propuesta sugiere compartir su selección otros estamentos del Estado. A primera vista, esto podría parecer un ajuste técnico, pero para comprender su impacto real debemos ir más allá del texto literal.

Diario Libre

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