El norte que mira al norte
Juan Ariel Jiménez
En la economía moderna, la cercanía geográfica se ha vuelto un activo estratégico. Vivimos en un mundo acelerado, donde el tiempo es escaso y las personas quieren satisfacer sus necesidades de forma inmediata, donde todo es “para ayer”. En ese contexto, la región del Cibao de nuestro país tiene todo para convertirse en una de las zonas de mayor potencial económico de América Latina por su cercanía con la costa este de Estados Unidos.
Para entender por qué, basta con observar el mapa y los datos. La costa este estadounidense —que abarca ciudades como Nueva York, Boston, Miami y Atlanta— concentra un tercio de la economía de ese país, con un producto interno bruto de 9 trillones de dólares y más de 100 millones de habitantes. Además, se proyecta que será la zona de mayor dinamismo económico en las próximas décadas. Se trata de un mercado gigantesco, exigente y en constante evolución.
La tendencia del “justo a tiempo” —en la que los consumidores compran por Internet y esperan recibir sus productos casi de inmediato— ha transformado las cadenas de suministro globales. Basta pensar en lo que ocurre después de una semifinal de béisbol en Estados Unidos. Las ventas de camisetas, gorras y otros artículos del equipo ganador se disparan, y nadie quiere esperar una semana por su mercancía, lo quiere para mañana mismo antes de que empiece la Serie Mundial. La rapidez marca la diferencia entre vender y quedarse en el inventario.
Ahí es donde entra en juego el Cibao. Su ubicación estratégica permite conectar en muy poco tiempo con ese gran mercado. Esto abre oportunidades inmensas, no solo en manufactura liviana, sino también en servicios.
El turismo de salud, por ejemplo, tiene un enorme potencial. La cercanía con Estados Unidos permite que una persona pueda viajar, realizarse un procedimiento médico en Santiago o Puerto Plata, y regresar sin el agotamiento típico de los vuelos largos. Este es un segmento interesante, pues informes del Global Health Intelligence indican que el mercado mundial de turismo de salud involucra unos 14 millones de turistas y genera cerca de 55-75 billones de dólares de ingresos.
Lo mismo ocurre con el turismo de retiro, con más de 450 mil estadounidenses pensionados que viven en otros países. Con una población norteamericana que envejece rápidamente, muchas personas jubiladas buscan destinos tranquilos, accesibles y bien conectados. En el norte dominicano podrían encontrar una excelente opción, por la dotación variada de playas y montañas, pero sobre todo por la posibilidad de que hijos y demás familiares puedan visitar a sus envejecientes los fines de semana.
Ahora bien, ¿por qué el Cibao? Primero, porque es la región del Caribe con un ecosistema productivo verdaderamente diversificado más cercana a la costa este de EE. UU. Ninguna región cubana puede suplir el mercado norteamericano debido a las restricciones políticas y comerciales. Las Bahamas y las demás islas del Caribe carecen de escala y profundidad económica. En cambio, el Cibao ya cuenta con sectores industriales, agroindustriales, comerciales y de servicios en expansión.
Santiago, en particular, destaca como la ciudad de mayor complejidad económica de todo el entorno de cercanía de la costa este norteamericana. Su tejido empresarial, sus centros educativos, su dinamismo comercial y el capital social acumulado a lo largo de décadas la convierten en un terreno fértil para inversiones de largo plazo.
La región ha demostrado una capacidad admirable para crecer, incluso sin recibir proporciones justas de inversión pública, lo que indica que con un buen programa de inversión la región fácilmente alcanzaría un nivel impresionante de desarrollo.
En el Cibao, el turismo de salud, por ejemplo, tiene un enorme potencial.
En el Cibao, el turismo de salud, por ejemplo, tiene un enorme potencial.ARCHIVO/LD
Imaginemos entonces lo que podría lograrse con una estrategia de desarrollo bien diseñada: visión compartida, inversiones en infraestructura, políticas públicas específicas y una alianza fuerte entre sector público y privado.
A modo de ejemplo, unas cuantas infraestructuras valoradas en menos de mil millones de dólares transformarían la región del Cibao, y con ella el país completo:
• El desarrollo del puerto de Manzanillo y la conexión vial con Santiago por Pepillo Salcedo permitiría ahorrar hasta un tercio del tiempo de transporte marítimo hacia Estados Unidos. Con esto se puede fortalecer el sector de manufactura y el sector logístico para trasbordo.
• La Autopista del Ámbar fortalecería la integración turística entre Puerto Plata y Santiago, permitiendo a los más de 1.7 millones de cruceristas que llegan anualmente a Puerto Plata a disfrutar de las atracciones y servicios de Santiago.
• La carretera costera Puerto Plata-Monte Cristi ampliaría la oferta turística del litoral norte para los cruceristas y para los futuros turistas de retiro.
• El Merca Santiago consolidaría la red logística agroalimentaria de la región y descongestionaría los centros urbanos.
Eso sí, la infraestructura por sí sola no basta. El desarrollo debe venir acompañado de inversión en capital humano: educación técnica, formación en idiomas, digitalización y fomento al emprendimiento. Solo así se aprovecharán plenamente las oportunidades.
El momento es ahora. La región norte está lista. El mundo necesita soluciones rápidas, cercanas y confiables. Y pocas regiones del Caribe pueden responder con la fuerza, la escala y el talento que ya tiene el Cibao.
Es hora de mirar hacia el norte. Pero esta vez, con orgullo, desde el norte.
Listín Diario