El orden económico liberal se desmorona
Juan Temístocles Montás
En la portada de la revista The Economist de mayo de este año, se muestra un mapa del mundo físicamente fracturándose en bloques económicos en competencia. La historia asociada a ese mapa asume que la desglobalización es una certeza a largo plazo, que se está volviendo “visible en los datos económicos”.
En el artículo “El orden internacional liberal se está desmoronando lentamente: Su colapso podría ser repentino e irreversible”, se señala que el orden económico que ha regido la economía global desde la segunda guerra mundial se ha erosionado y hoy está al borde del colapso. “Las instituciones que salvaguardaron el antiguo sistema ya están extintas o están perdiendo credibilidad rápidamente. La Organización Mundial del Comercio cumplirá 30 años el próximo año, pero habrá pasado más de cinco años en estancamiento debido a la negligencia estadounidense. El FMI está atrapado en una crisis de identidad, atrapado entre una agenda verde y garantizar la estabilidad financiera. El consejo de seguridad de la ONU está paralizado…”.
El orden económico internacional se montó, después de la Segunda Guerra Mundial, sobre una serie de acuerdos y organizaciones internacionales que buscaban evitar los errores del período de entreguerras y promover la estabilidad económica y la cooperación internacional.
En términos institucionales, producto de los Acuerdos de Bretton Woods de 1944, se crearon el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF, el Banco Mundial): el primero, para supervisar la estabilidad del sistema monetario internacional y ofrecer asistencia financiera a los países con problemas en sus balanzas de pago; y el segundo, para financiar la reconstrucción de los países devastados por la guerra y promover el desarrollo económico en los países menos desarrollados.
También se estableció el sistema de cambio fijo, basado en el dólar estadounidense, que, a su vez, estaba respaldado por el oro. Además, se estableció el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que buscaba reducir los aranceles y otras barreras comerciales, el cual fue fundamental para promover el libre comercio y reducir el proteccionismo que había caracterizado el período de entreguerras.
Otras organizaciones surgieron para la promoción del desarrollo económico y social global, la cooperación internacional y la resolución de conflictos, como fue el caso de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Asimismo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) fue fortalecida, y los Estados Unidos pusieron en marcha el Plan Marshall en 1947 para ayudar a la reconstrucción de Europa occidental mediante la provisión de ayuda económica y financiera. También, en 1951, los europeos crearon la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), que fue el germen de lo que hoy es la Unión Europea.
Pero en 1971, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, tomó la decisión de poner fin a la convertibilidad del dólar estadounidense en oro, lo que marcó el fin del sistema de Bretton Woods. Esto dio inicio de un sistema de tipos de cambio flotantes, que condujo a una mayor autonomía en la implementación de las políticas monetarias de los países, pero también a más volatilidad en los mercados cambiarios, a una mayor especulación financiera, y a una reconfiguración del papel de las instituciones internacionales. Si bien este cambio trajo consigo grandes desafíos, también sentó las bases para la globalización financiera y el desarrollo de nuevos mecanismos para gestionar la economía global en un entorno de tipos de cambio flotantes.
Los resultados producidos desde entonces favorecieron grandemente a los países en desarrollo, dando lugar a una nueva realidad geopolítica en la que la hegemonía de Estados Unidos pasó a ser cuestionada. China ha emergido de este proceso como una gran potencia y se han generado grandes transformaciones en la distribución del poder económico a nivel global. El orden económico liberal, y sus instituciones, se aprecia en franco desmoronamiento.
Factores como el proteccionismo, la creciente desigualdad al interior de lospaíses desarrollados, el cambio climático, las crisis financieras, las disrupciones tecnológicas, el impacto de la pandemia de COVID-19 y la desconfianza en las instituciones internacionales, están impulsando la disrupción creciente.
En este contexto, el futuro se vuelve crecientemente incierto.