El PLD no puede inventar al escoger su candidatura

Felipe Ciprián

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Lo peor que le puede pasar a la Isla de Santo Domingo es que en el futuro inmediato se instale un gobierno anti-dominicano en Haití y un gobierno anti-haitiano en República Dominicana.

Esa es una posibilidad indeseada, pero ese tipo de gobierno tiene nombres y apellidos a ambos lados de la frontera, y aspirantes con suficiente dinero para abrirse paso hacia el poder.

En Haití, el más connotado anti-dominicano es el exministro de Relaciones Exteriores, Claude Joseph, quien aspira a Presidente de la República, y manifiesta sus intenciones de derrocar al actual gobierno factual.

En República Dominicana el aspirante presidencial más anti-haitiano es el peledeísta Abel Martínez, alcalde de Santiago, quien tiene un largo historial de agresión a humildes trabajadores haitianos en esa urbe.

Por eso la importancia de que las bases del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) abran bien los ojos y asuman la responsabilidad de no equivocarse al seleccionar su candidatura presidencial.

Los peledeístas deben evitar escoger a un fanático que no solo puede hundir una recomposición del partido morado, sino que embarque al país en una confrontación peligrosa con las bandas armadas haitianas y con las potencias que se aprovechan de ese caos para dañar la imagen de los dominicanos.

Esa realidad coloca sobre las bases del PLD una tremenda responsabilidad porque en un escenario tripartidista como el que está pintado claramente en el panorama político nacional, solo una candidatura encantadora, con bajo nivel de desaprobación y ascendiente al interior de otras fuerzas, que comprenda a Haití como una tragedia que hay que ayudar a solucionar, puede representar la recomposición y entrar en una fórmula de poder.

Oportunidad única

El PLD salió vapuleado del poder en el año 2020 por la acción política y social de una clase media que sus gobiernos crearon y llenaron de oportunidades de progreso, pero que una vez satisfechas sus aspiraciones económicas, voló con alas propias para propiciar cambios frente a la corrupción y el continuismo.

Más de un millón de peledeístas (700,000 leonelistas y 400,000 danilistas) votaron por “¡El cambio!” que prometió el Partido Revolucionario Moderno (PRM) de Hipólito Mejía y Luis Abinader.

Meses después y una vez en el gobierno, Abinader y el PRM los botaron a todos de sus trabajos en el Estado y los erigieron, voluntariamente, en opositores.

Agrónomos, veterinarios, agrimensores… botaron más de 700 en un país que ahora come porque importa pollo, huevos, maíz, cerdo y más. Los diplomáticos que había nombrado Leonel, los botaron a todos. Un acto de maldad propio del viejo perrodé.

Y Abinader e Hipólito pasaron a controlar el poder desde agosto de 2020, pero como se les dañó la trasmisión automática que movía el carro del cambio, el país vive un fiasco mayor de improvisación, repentismo, anuncios, vueltas atrás (reversa) sin una sola obra significativa, dos años después.

Y si faltara maldad, ahora tienen un partido de gobierno (PRM) convertido en una tienda de asalariados donde nadie puede disentir, y quiénes lo hacen, los botan también.

¡Saludos Fafa Taveras! ¿Recuerdas aquel beso que le pegué a Magalys semanas antes de morir cuando fuimos a despedirnos de ella, Ángel Matos, Carmen Pérez y yo, el mismo día que mataron al maestro Mateo Aquino Febrillet, el 11 de marzo de 2016?  
Pero arrojados de la cúpula del PRM también fueron Cocuyo Báez y Tony Raful, eternos compañeros de batalla por la libertad, la democracia y el respeto a las ideas.

Para poner el Photoshop en movimiento, entraron Roberto Salcedo hijo (mis respetos a tu madre que siempre nos acogió para reunir a los izquierdistas en su casa en la zona oriental, allá donde naciste, al lado de la escuela “Patria Mella”. ¿Te acuerdas de allá?
¿Sustituyen a Eduardo Sanz Lovatón por Robertico Salcedo?
¡Uuuiiii, qué rumbo más feo lleva el catamarán! Pero Yayo Sanz no podrá decir nada de lo que piensa porque pierde el empleo.

Dos partidos 

Todo el que lee mis escritos sabe que nunca hablo ni comento encuestas porque no las encarga y levanta la Madre Teresa de Calcuta y yo no tengo razón para servirme del plato que ordena otro.

Lo mío es el contacto con la gente, la opinión que surge espontánea en el colmado, el barrio, el cruce de caminos en el campo, donde las personas expresan lo que sienten, no lo que les preguntan.

Al día de hoy y de cara a las elecciones del 18 de mayo de 2024, en el país hay dos fuerzas políticas mayoritarias y dos candidatos a la reelección que tienen mucho apoyo.

Los partidos fuertes son el PRM y el PLD. Los candidatos con mayor aceptación son Luis Abinader, quien va por su cuarto intento de ser presidente, y Leonel Fernández, que ya se postula por sexta vez.

No es una casualidad que ambos buscan la reelección y tienen mayor aceptación porque el PLD aun no ha seleccionado su candidatura presidencial y puesto en marcha los movimientos sociales en los que influye.

Cuando el PLD escoja su candidatura, es obvio que el debate de las preferencias se centrará entre el partido morado y el PRM, situando a la Fuerza del Pueblo y a Leonel en su legítimo tercer lugar.

Por Margarita

Si la elegida para encabezar la boleta del PLD es Margarita Cedeño, no tengo dudas de que de inmediato disparará las simpatías en amplios sectores marginados que hoy no tienen respuestas a sus problemas, sino promesas.

Pero Margarita necesita mucho más que ser candidata peledeísta.

Tiene que encarnar una gran unidad popular con sectores de izquierda, productores agropecuarios que este gobierno ha quebrado, comerciantes, trabajadores y personas que buscan trabajo, policías y soldados pensionados que hoy son abandonados a su suerte, jóvenes y mujeres sin posibilidad de estudiar o trabajar.

Y es Margarita quien desde ya debe salir a buscar a los partidos alternativos para ofrecerles una real alternativa, no una tratativa bastarda, para que tengan oportunidad de formar una coalición poderosa en el Congreso, los ayuntamientos, los ministerios y el poder ciudadano.

Es ella y su partido quienes pueden hacer una rectificación a fondo para que República Dominicana de un ejemplo de continuidad de la ola democrática y popular que vive América Latina, sin demagogia, sin corrupción y sin populismo judicial.

La tarea de expandir la América morena con más democracia, más progreso, más inclusión y más participación popular no se le puede pedir a un xenófobo como Abel Martínez ni mucho menos a políticos reeleccionistas que gobiernan con los ricos, por los ricos y para los ricos.

Naturalmente, si Margarita no asume un firme compromiso popular para conquistar el voto de millones de personas que hoy están hastiados de demagogia, no podrá hacer un gobierno respetable y me contaré entre los nuevos desengañados que la confrontaría sin piedad y sin tregua.

Con dos partidos que superarán el 30% de los votos presidenciales (PRM y PLD) y la Fuerza del Pueblo que se situará por encima del 14%, será muy difícil elegir el Presidente de la República en primera vuelta.

En ese escenario es que crece la posibilidad de Margarita porque los integrantes de la Fuerza del Pueblo, peledeístas renunciantes para seguir a Leonel, votarán sin duda por ella y su triunfo sería avasallador.

Los partidos alternativos que eventualmente pacten con Margarita, deben hacer acuerdos claros de cara al país porque la oligarquía hace sus operaciones “Remate” con quien va a ganar y los verdaderos gladiadores del triunfo los arrojan para ellos ir a devorar el tesoro nacional. Eso es lo que han hecho desde Lilís hasta Abinader.

¡Atrévase, Margarita, solo usted tiene ahora la oportunidad del siglo de ser el centro de una gran unidad popular para sacar a este país de la parálisis!

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