El sueco Svante Pääbo, padre de la paleogenómica, nuevo Nobel de Medicina

Pääbo no creía que su trabajo pudiera ser considerado para un Nobel

Redacción Ciencia, 3 oct (EFE).- El nuevo Premio Nobel de Medicina, el sueco Svante Pääbo, no creía que sus descubrimientos sobre el genoma de homínidos extinguidos y la evolución humana pudieran ser considerados para ese galardón.

La concesión de un Nobel es motivo de gran celebración, champán incluido, en la universidad o institución donde trabaja el laureado, pero hoy es festivo en Alemania, donde se celebra la reunificación, señaló Pääbo en la breve entrevista que tradicionalmente publica la web de los premios.

“Aquí hay mucha calma, todo está cerrado”, así que puede tomarse el día con calma, y “salir a comprar champán cuando abran las tiendas mañana por la mañana e ir bien equipado al instituto” Max Plack, como declaró.

Aunque a estas alturas de su carrera ya ha recibido importantes galardones, como el Princesa de Asturias en 2018, aseguró: “De alguna manera, no pensé que esto pudiera ser realmente considerado para un Premio Nobel».

El nuevo laureado se pregunta, en ocasiones, cuál sería nuestra visión de nuestro lugar en el mundo si los neandertales hubieran sobrevivido otros 40.000 años, el tiempo durante el que el Homo sapiens es la única forma de humanos que existe.

“¿Cómo nos influiría eso? ¿Veríamos un racismo aún peor contra los neandertales, porque realmente eran en cierto sentido diferentes a nosotros? ¿O veríamos nuestro lugar en el mundo viviente de una manera bastante diferente cuando tuviéramos allí otras formas de humanos muy parecidas a nosotros, pero todavía diferentes?

Pääb es hijo de un Premio Nobel de Medicina, el bioquímico sueco Sune Karl Bergström, en 1982, aunque consideró que la “mayor influencia” en su vida fue su madre, la química estonia Karin Pääbo, con quién creció.

“En cierto sentido me entristece un poco que ella no pueda vivir este día. Ella estaba muy interesada en la ciencia, y me estimuló y animó mucho a lo largo de los años”, recordó.

Aunque con su padre también tuvo contacto y se “interesó mucho por su trabajo”, no fue “una relación tan estrecha como con” su madre, reconoció.

Pääbo, que vive en Alemania, relató que cuando le llegó la llamada de teléfono con la que se anuncia la concesión de un Nobel y vio que era un número sueco y lo que pensó es que tenía que ver con la casa de verano que tiene en Suecia: “Pensé ¡oh, el cortacésped se ha estropeado!, o algo así’.

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