El tornado voló su casa en Kentucky: «Esto antes era un sitio bonito. Ya no»

Cambridge Shores (EE.UU.), 15 dic (EFE).- Cambridge Shores «antes era bonito, ya no», dice Jerry Hill, quien en sus días libres se escapaba hasta esta pequeña comunidad frente al Lago Kentucky, donde desde su casa todo lo que veía era verde y frondoso, pero el tornado del viernes convirtió el paisaje en algo caótico y feo, muy feo.

A pocos metros de la devastación de Cambridge Shores, uno de los lugares más afectados por el paso de uno de los más de treinta tornados que asolaron el centro del país, luce tranquilo, como si no nada hubiera pasado, el mayor lago artificial de EE.UU al este del Misisipi.

Pero eso es lo único que queda de este apartado lugar que presumía de sus muelles, sus paseos por el bosque y los cielos más estrellados de Kentucky, donde el tornado dejó 74 muertos y un centenar de desaparecidos, para un total de 88 en todo el país.

«Cuando llegué era todo diferente a lo que solía ser, los árboles habían desaparecido y el paisaje era totalmente diferente», explica a Efe Hall, que perdió su casa y el bote con el que solía salir al lago.

Como la suya, decenas de casas fueron arrasadas desde sus cimientos y quedaron esparcidas por toda la zona junto con pertenencias personales de unos vecinos que pasaron la peor noche de su vida el pasado viernes cuando les dejó sin nada el que se considera el tornado que más distancia ha recorrido desde que hay registros en EE.UU.

Otros, como un vecino de apellido Gaither no pudieron contarlo. Así lo atestigua un cartel improvisado con su apellido, el tradicional R.I.P (que descanse en paz) y un ramo de flores donde se supone que estaba su casa.

DESASTRE TOTAL

Los carritos de golf, los más usados para ir y venir hasta los muelles de la orilla del lago aparecen desvencijados, inservibles. Los rostros de los vecinos son de agotamiento y resignación, los de los bomberos y soldados de la Guardia Nacional que ayudan en las tareas de limpieza y desescombro de firmeza por la tarea que tienen por delante.

Lo peor ya pasó, revisar las casas, o lo que queda de ellas, y marcar en la puerta aquellas que ya fueron inspeccionadas en busca de posibles cadáveres.

Gustavo Rosas Mendoza ayuda en las tareas de recuperación dice que uno siente la «tristeza» que desprende el lugar estos días.

«No había visto nada como esto en mi vida», dijo a Efe el mexicano.

En Cambridge Shores hay a la venta pequeñas cabañas de montaña como la de Hall y grandes casas valoradas en millones de dólares.

Si es que siguen en pie, las casas ya no valen lo mismo, ni siquiera probablemente la mitad. Todo cambió. Ya no es un lugar donde relajarse, donde olvidarse de todo, donde disfrutar de una naturaleza que esta vez les jugó una mala pasada.

Una tormenta increíblemente poderosa se llevó la vida de al menos 78 personas en varios estados del país y en Cambridge Shores dejó todo patas arriba.

Quizás lo más representativo de cómo quedó esta comunidad es una bandera de EE.UU. despedazada, maltratada por un fenómeno extremo que no entiende de simbolismos y que la dejó colgando de lo más alto de un árbol.

VOLVER A EMPEZAR

Pero Hall quiere reconstruir su casa y comenzar de nuevo.

Ese el espíritu al que Rosas Mendoza apela, al de la fuerza de los estadounidenses para levantarse tras las desgracias.

«América (EE.UU.) es grande y va a salir de esta», opinó.

Y quizás es el mismo ánimo que llevó a uno de los vecinos a lucir una camiseta de color rosa con las palabras «Happy, Happy, Happy» (Feliz) mientras iba de un lado a otro con su sierra mecánica cortando ramas y troncos de los innumerables árboles caídos.

Los que quedaron en pie lucen patéticos, tristes y sin una sola hoja, caducos en su máxima expresión.

Nada que ver con el verde recuerdo que llevaba a Hall a regresar a este lugar a escaparse, aunque ahora serán ellos a los que les costará dejar atrás el paisaje de desolación y muerte que dejó atrás el tornado.

Álvaro Blanco

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