El voto automatizado y el miedo a los cambios

Dr. José Miguel Vásquez García

Abogado electoralista

Los seres humanos estamos dotados de una armadura de resistencia a los cambios, como un mecanismo de defensa ante el temor y la inseguridad de lo que puede venir más allá de lo que objetivamente conocemos y hemos vivido. Situación que muchas veces nos impide desarrollar un nuevo proyecto por inseguridad y por la convicción de que   intentarlo, ya es un pronóstico al fracaso. La neofobia o el miedo a lo nuevo y desconocido, es el temor a todo aquello que implica novedad, lo que se traduce en la resistencia a hacer cosas nuevas. El miedo al fracaso nos impide tomar decisiones valientes y oportunas.

Esa resistencia a los cambios es normal y la percibimos en nosotros mismos, en la cotidianidad, como el caso de la tecnología, a la cual nos hemos resistido por diferentes causas, ya sean personales, culturales o creencias religiosas. Conozco muchos individuos, entre ellos intelectuales, que se resistieron al cambio de la máquina de escribir por la computadora, otros al uso del celular, algunos a los cambios del mercadeo directo por el método tecnológico, otros al cambio de la docencia presencial por la virtual, etc.

Dentro de la fase histórica del rechazo al cambio, han estado los procesos electorales de muchos países, a pesar de que las naciones modelos de desarrollo, siempre han estado imponiendo los puntos alternativos y creativos, en cuanto a los avances del mundo. En este sentido, necesariamente tenemos que tomar como paradigma a los Estados Unidos.

Desde el 1892, Estados Unidos implementó la famosa maquina “Myers Automatic Booth”, de la autoría de Jacob H. Myers de Rochester, New York, que no es más que una palanca mecánica, asignada a cada uno de los candidatos, a través de la cual el elector tenía la oportunidad de votar por su candidato preferido, cuyo precedente había sido implementado en Australia desde 1856. Ya para el 1960, mas de la mitad de la población electoral de ese país, votaba a través de esta modalidad.

Por ser EU uno de los países más perceptibles a la conducta de los cambios, produce nuevas innovaciones en el área electoral, y adicionalmente a la maquina de palanca, implementa la tarjeta perforada, papeleta de votación con sistema y sin sistema de escaneo óptico, máquina de grabación electrónica directa, activadas por el elector a la hora de ejercer su derecho al voto.

El 24,6% de los votantes para las elecciones presidenciales de los Estados Unidos lo utilizó desde 1996, a pesar de que algunos podrían considerar que, ese sistema viola el derecho a la discrecionalidad del voto.   Todos estos ensayos, han tenido su resistencia y sus fallas, como toda iniciativa innovadora de culturas enraizadas en sus prácticas cotidianas. Ya en el 2004, “en las elecciones presidenciales de EUel 13,7% de los electores votaron con tarjetas perforadas; el 14% usó máquinas de palancas; el 34,9% equipos de lectura óptica y el 29,3% utilizó votación electrónica directa DRE.” (Departamento de seguridad procesos electorales.)

A pesar de que podríamos hacer reflexiones de múltiples países, que de una u otra forma han ejercido diferentes modalidades de elecciones, incluyendo el voto automatizado, como Brasil, Venezuela, Bélgica, Bulgaria, Estonia, Los Emiratos Árabes, el propio Estados Unidos, entre otros más, la mayoría ha tenido resistencia y escollos, pero han pasado la raya de Pizarro. En este punto tenemos que mencionar el ensayo que tuvimos en la República Dominicana, el cual abortó por causa de malos manejos e incapacidad de blindajes de seguridad tecnológica.

Pero eso no es excusa para que se mantenga el terrible temor de que, no pueda tener éxito en la misma modalidad o en nuevas aplicaciones en el sistema electoral, que procuren ofertar diferentes opciones que viabilicen los procesos y ofrezcan mayor grado de confianza a los resultados obtenidos en cada contienda eleccionaria. Siempre he dicho, que el problema del voto manual o el voto automatizado, no son los procedimientos, los actores del proceso son los responsables de los resultados que se obtengan.

Para estos tiempos, el país esta obligado a dar un salto y enrolarse en otra metodología de votación. Si bien es cierto, que recién pasamos por el traumático fracaso del primer intento, no es menos cierto que lo que falló no fue el voto automatizado, sino las fallas humanas y los desaciertos predecibles que no se tomaron en cuenta, tal como lo indica el informe final de la auditoria de la OEA, el cual precisa, no haber encontrado evidencias de sabotaje o intento de fraude.

La Dirección de informática del órgano electoral, no tomó las medidas pertinentes y ni siquiera se dejó asesorar y supervisar con el software de su creación, tal y como señala el informe de la OEA, cuando indica que, la Junta elaboró un “mal diseño del software, sumado a no haber contado con herramientas para detectar o prevenir la falla y no haber podido mitigarla a tiempo, reflejan también la ausencia de protocolos y la falta de aplicación de buenas prácticas

Partiendo de esta premisa, sostenemos la tesis de que el fracaso del 2020 no es motivo para detener el avance en el uso de la tecnología para el escrutinio electoral. Es momento en que la Junta Central Electoral se empodere y junto a los organismos internacionales experimentados en la materia, con el consenso de los partidos políticos y la sociedad dominicana, emprenda un proyecto de automatización del voto y en un plan piloto, que dé inicio a la discusión de una implementación escalonada.

El fracaso anterior debe servir de palanca, en la cual se sostenga una nueva versión del voto, por ahora, junto con el voto convencional, que de seguro va a ser exitoso, si se hace de forma inteligente, tomando las previsiones de las fallas anteriores. Señores miembros del Pleno de la Junta Central Electoral, no es momento de temores y evasivas, ustedes tienen en sus hombros la responsabilidad de guiar los destinos de la democracia y enrumbar al país por los caminos de los avances tecnológicos en materia del voto. Se necesita valor y decisión para rebasar las fases históricas, adelante, que ustedes tienen el potencial y los recursos para lograrlo.  Cásense con la historia al llevarse el mérito de implementar con éxito, la primera fase del sistema de voto automatizado en la República Dominicana.

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