Engorroso salvamento del recuerdo histórico

La complejidad de las intervenciones desarrollistas que pueden impactar el presente y el destino del Centro Histórico de la Ciudad Primada de América.

Por JUAN LLADO

El Centro Histórico de Santo Domingo, también conocido como Ciudad Colonial, está a punto de ser intervenido por un nuevo proyecto de “revitalización” que será financiado por el BID. Concebido hace más de cinco años y a la espera del comienzo de su ejecución por más de dos y medio, los componentes del proyecto comportan una visión de desarrollo que esta signada por algunas omisiones y falencias. Encargado de su gerencia, MITUR tendrá que hilar fino para no desfigurar el entorno donde se cobijan nuestras más preciadas reliquias históricas.

La grafica adjunta muestra que el proyecto en cuestión debió ser conceptualizado entre el 2015 y el 2016, en vista de que su ejecución estaba supuesta a iniciarse en el 2017. Cinco años más tarde, y después de que el presidente Abinader anunciara su comienzo más de una vez, no se advierte ninguna intervención todavía. Tampoco se ha nombrado el director ejecutivo del Comité para la Preservación de la Ciudad Colonial que creó el Decreto No.283-21.  Las especulaciones abundan sobre el motivo del retraso, aunque circula el rumor de que actualmente las tres instituciones con jurisdicción directa –ADN, MITUR y MC— actúan hoy con una armonía sin precedentes.

Se tienen noticias de que MITUR ha celebrado varias reuniones de consulta con los actores y que ha anunciado la licitación de un par de consultorías. Una esta supuesta a ofrecer un diseño de los espacios públicos mientras la otra buscará diseños para las intervenciones en el Mercado Modelo y las Ruinas de San Francisco. Aunque existe un diseño global para el proyecto desde hace tiempo, esas licitaciones sugieren que no existe nada definitivo, lo cual tiene ventajas y desventajas.

Hay serios opinadores que señalan que el alcance del proyecto debe limitarse a la llamada Ciudad de Ovando, la cual encierra solo el área entre las calles Las Damas y Hostos. El área comprendida entre la 19 de marzo y la Palo Hincado no es “colonial”. Otros ilustres opinadores advierten que el Centro Histórico debe permanecer vivo y no parecerse a un parque temático. Es imperativo que no se adopten intervenciones que vayan en detrimento de la vida y que no disminuya la calidad de vida en el recinto en detrimento del arraigo de sus algo más de 8,000 habitantes. El fantasma de la gentrificación, de todos modos, está comenzando a poner en peligro ese arraigo.

Pero el más importante reparo a las propuestas del proyecto es la carencia de un componente para solucionar el grave problema del parqueo. El seductor encanto del recinto se ve degradado, especialmente los fines de semana, con la avalancha de vehículos que no encuentran espacios para parquearse. Se reporta que existe un plan general que determina la ubicación de los parqueos necesarios y que este contiene los respectivos diseños. Además, como hasta ahora el proyecto se propone achicar algunas de las calles (Mercedes, Arz. Nouel, Padre Billini), cabe preguntarse donde se parqueará la gente. Si hoy hay poco espacio en esas calles, habrá menos en el futuro.

Ya que este problema del parqueo es el más acuciante el MITUR deberá crear ese componente adicional, iniciando la ejecución del proyecto con él. Si se reubica la Comandancia del Puerto, ese espacio se puede usar para parqueo, especialmente de los autobuses que traen turistas desde Bávaro-Punta Cana. Otras opciones incluyen parqueos subterráneos debajo de la Plaza España, el Parque Colon y el mismo Parque Independencia. El amplio espacio que esta enclaustrado por la maléfica Muralla de Trujillo también puede usarse si se demuele ese esperpento histórico. Pero debe admitirse que no hay muchos otras opciones donde construir parqueos como el elegante adefesio que hizo el ADN para los restaurantes de Plaza España.

Una alternativa a la construcción de parqueos sería el cierre total para los vehículos del kilómetro cuadrado que tiene el Centro Histórico. Si se juzga posible que los visitantes puedan encontrar parqueos fuera del recinto, lo cual no parece fácil, habría de todos modos que desarrollar algún medio de transporte interno. Algunos han propuesto trolleys o tranvías eléctricos, pequeños autobuses o bicicletas públicas. Cualquiera de las opciones implicará un reto cultural para los residentes y los visitantes nacionales.

El Componente 2 (“Mejora de las condiciones de habitabilidad para los residentes”) presentará enormes retos de ejecución. Este se propone mejorar sustancialmente las viviendas en los barrios (relativamente pobres) de Santa Barbara, San Antón y San Miguel para evitar el éxodo de sus residentes. El principal desafío no será imaginar fachadas que sean congruentes con la antigüedad del recinto y el perfil de cada barrio. El mayor embrollo será con el alcance de la remodelación de las viviendas: muchas de las más estrechas viviendas están acompañadas de cuarterías, callejones y anexos que enmarañan el entablado urbano. A eso se añade el gran problema de la titulación de la propiedad, en vista de que muchas viviendas no tienen título ni están registradas.

Consolidar el “arraigo” de los residentes contribuye a la autenticidad del recinto. De ahí que frente a los obstáculos mencionados el MITUR deberá consensuar las medidas que se tomarán respecto al citado componente porque de seguro implicarán agrios debates y ásperas discrepancias. Una de las que deberán ponderarse será la declaración de utilidad publica de todas las viviendas de los mencionados barrios (o al menos parte de San Antón y San Miguel). La otra gran decisión seria la posible demolición de una gran parte de las viviendas y el adecuado diseño de su reemplazo. Eso implicará hacer un inventario de residentes para, una vez intervenido el barrio, devolverle en propiedad lo confiscado a sus residentes (aspirando a que no lo vendan). Otros problemas para resolver incluyen donde se mudarán los residentes mientras estén en curso los trabajos y como se logrará que retengan la propiedad de sus viviendas y no migren hacia otras áreas de la ciudad.

Sin duda, la ejecución del proyecto representa tal vez el más grande reto. Elaborar un cuidadoso plan de ejecución antes del comienzo de los trabajos debe figurar entre las prioridades. El proyecto que precedió levantó enormes y ríspidas ronchas entre los comerciantes de algunas de las áreas intervenidas precisamente porque las molestias causadas y la demora de los trabajos impactaron negativamente a muchos negocios, quebrando algunos de ellos. (La Calle El Conde, en consecuencia, debe ser la ultima en ser intervenida y deberá trabajarse en fases.) Otra solución habrá que encontrar para que no se entorpezcan las bodas que se celebran en algunos de los templos, en vista de lo que ellas significan para las finanzas de la Iglesia. Solo el aire acondicionado de la Catedral conlleva elevados costos de operación y las bodas son su solución.

Conviene que varios otros aspectos del proyecto se visualicen ahora para definir como impactarían los diseños. Por ejemplo, existe un abanico de posibles intervenciones para asegurar la sostenibilidad del recinto de cara al turismo: como lograr que sea carbono neutro, como hacerlo un destino “inteligente”, como establecer un esquema de gobernanza que no permita la injerencia de la política, etc. La UNESCO dispone de las directrices necesarias en su manual de “Gestión del Turismo en Sitios del Patrimonio Mundial” (2005) y en su “Programa de Desarrollo de Capacidades para el Caribe: Gestión del Turismo en Sitios Patrimoniales”. También deberá consultarse mi Conferencia Magistral ante la Asamblea General de ICOMOS titulada “Sostenibilidad Turística del Centro Histórico de Santo Domingo” (2017), donde se ofrece un inventario de posibles medidas que aseguren la sostenibilidad.

El Centro Histórico ahora debe ser gobernado como un Municipio Especial de muy singulares características. Este tendría un Consejo de Regidores de 5 miembros compuesto por la Academia Dominicana de la Historia, el Ministerio de la Presidencia, ICOMOS y dos ediles elegidos entre representantes de los partidos políticos. Pero no habría alcalde sino un Gerente profesional contratado por el Consejo –mediante licitación abierta– por un periodo de cinco años, con opción de prórroga. MITUR debe incorporar este concepto al análisis previo a las intervenciones.

Lo reseñado ilustra la complejidad de las intervenciones desarrollistas que pueden impactar el presente y el destino del Centro Histórico de la Ciudad Primada de América. Mucho dependerá de que la gerencia de este proyecto se emplee a fondo para evitar que, al final, se haya logrado solo un pálido salvamente de nuestro principal recuerdo histórico. Sin una cerrada armonía entre el MITUR, el ADN y el MC ese podría ser el lamentable resultado.

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