Entre Sal y Agua: Entre el caos y la crítica internacional

Por la Redacción:

Entre el caos y la crítica internacional

El incremento de la migración indocumentada haitiana en República Dominicana nos pone en una posición comprometida ante la comunidad internacional, especialmente frente a los organismos de derechos humanos, quienes no paran de criticar el derecho que nos asiste a ejercer nuestras leyes en materia de migración. Y es que cada vez se hace más evidente que el país debe tomar medidas para gestionar esta situación que crece a pasos agigantados.

El deterioro en Haití, sumado al ya conocido control migratorio poco riguroso por parte de nuestras autoridades, ha convertido la migración haitiana en un problema de Estado que va más allá de controlar la entrada de indocumentados. Ahora se trata, a la par,  de cómo gestionar el elevado número de haitianos que ya se han establecido en diversas zonas de nuestro país.

Y es en este punto donde se pone al descubierto las debilidades que en términos de respeto a derechos se ciernen sobre República Dominicana. La reciente violación sexual de una adolescente haitiana de 14 años es un hecho que aprovechan esos organismos de defensa a los derechos humanos tradicionales críticos del país para mostrar “ejemplos” de nuestra conducta contraria al respeto y observancia de la dignidad de estos inmigrantes.

Poco importa que nuestras autoridades hayan actuado de manera oportuna identificando y sometiendo a la justicia al autor de esta canallada. Para ellos lo que importa es que el hecho ocurrió y su uso en interés de desacreditar a República Dominicana.

Por si fuera poco, ha salido a la luz que durante operativos de búsqueda de migrantes ilegales, los agentes de migración saquean las viviendas de haitianos. Esto solo suma más puntos negativos a nuestro historial ante organismos de derechos humanos y ONG, muchos de ellas regenteadas en el país por dominicanos que se financian con fondos internacionales y que sirven de observadores para instituciones internacionales que presionan para que asumamos más compromiso en la solución del drama haitiano.

El desafío radica en cómo entrenar a nuestros agentes de migración para que actúen de manera firme pero prudente, respetando los derechos humanos, en un contexto donde los haitianos indocumentados se resisten cada vez más a la repatriación, incluso utilizando la fuerza.

Nos encontramos en un punto crucial de esta incómoda situación. Debemos seguir enfrentando la presión y las críticas de organismos internacionales y las ONG locales, ya que la realidad de esta migración nos exige tomar medidas cada vez más necesarias, aunque no estén exentas de incidentes desafortunados.

Hagamos un poco de historia

En República Dominicana, hay personas que minimizan los efectos de la creciente ocupación haitiana del territorio e incluso critican a quienes defienden políticas destinadas a controlar esta migración desbordada, que tiene notables efectos sobre la población dominicana. Aunque los hechos históricos presentados en otras regiones del mundo no reflejan completamente la realidad actual dominico-haitiana, presentan elementos y situaciones que podrían presagiar desenlaces similares.» Hagamos un poco de historia:

La guerra étnica en los Balcanes, especialmente en Kosovo, tiene sus raíces en la compleja historia de la región y las tensiones entre las diferentes etnias y grupos nacionales. Kosovo es una región con una población diversa compuesta principalmente por albaneses étnicos y una minoría serbia. La región ha sido objeto de disputas durante siglos, con ambos grupos reclamando derechos históricos sobre ella.

Durante el imperio otomano, la población era predominantemente albanesa, pero tras la Primera Guerra de los Balcanes en 1912, Kosovo pasó a formar parte de Serbia, y los serbios consideraban la región parte de su herencia nacional.

Durante el siglo XX, Kosovo experimentó varios cambios políticos y administrativos, formando parte de Yugoslavia. En 1974, recibió un estatus de autonomía dentro de Serbia, lo que permitía cierto autogobierno.

Las tensiones entre los albaneses y serbios en Kosovo se intensificaron durante la década de 1980 cuando Serbia, bajo el liderazgo de Slobodan Milošević, comenzó a restringir la autonomía de Kosovo.

Esto llevó a un aumento de la resistencia de los albaneses étnicos, que demandaban mayor independencia y autonomía.

En 1998, estalló un conflicto armado entre el ejército serbio y los separatistas albaneses del Ejército de Liberación de Kosovo (KLA). Las fuerzas serbias llevaron a cabo operaciones militares para aplastar la insurgencia del KLA, pero estas acciones también implicaron la expulsión forzosa y el asesinato de civiles albaneses étnicos.

La escalada del conflicto y los informes de violaciones de derechos humanos llevaron a la intervención de la OTAN en marzo de 1999. Los bombardeos aéreos de la OTAN obligaron a Serbia a retirarse de Kosovo en junio de 1999.

Tras la retirada de Serbia, Kosovo quedó bajo la administración de la ONU, y finalmente, en 2008, declaró su independencia, que ha sido reconocida por muchos países, pero no por Serbia.

El conflicto tuvo consecuencias humanitarias devastadoras, incluyendo desplazamientos masivos, pérdida de vidas y destrucción de propiedades. Kosovo sigue enfrentando desafíos políticos y económicos, y su estatus internacional sigue siendo objeto de controversia.

La guerra de Kosovo es un claro ejemplo de cómo las tensiones étnicas y políticas pueden desencadenar conflictos violentos, con consecuencias de largo alcance.

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