¿Es estructural la embestida ultraderechista?

César Pérez

No se discute que estamos ante una sostenida embestida de la ultraderecha a nivel mundial, lo que se discute es si ese embate, que en varios países se convierte en poder, es episódico o si por el contrario tiene un carácter estructural, fruto de un sostenido proceso de transformaciones políticas, económicas y sociales que ha provocado una sustancial modificación del pacto social que se estableció en Europa en la segunda mitad del siglo 20, impulsado por sostenidas luchas sociales y políticas. De ser así, estaríamos ante el despuntar de un nuevo orden social. Esa perspectiva de análisis no solamente es útil para tener conocimiento de ese fenómeno mundial, sino de la permanencia y daño del conservadurismo a la sociedad dominicana.

En Europa, el llamado Estado Benefactor duró desde mediados de los años 50, hasta mediados de los 70. Fue el periodo de las grandes conquistas sociales: jornadas laborales de 8 horas, inserción masiva de las clases trabajadoras en los servicios fundamentales, salud, educación, transporte, vivienda, ocio y tiempo libre, jubilación comparativamente temprana y pensiones que garantizaban una vejez relativamente segura. Aquí y en todo el mundo, la clase trabajadora se ha disminuido a su mínima expresión, y no por casualidad donde más extensas y profundas fueron las conquistas sociales, más fuerte el movimiento de izquierda y más mayor la polarización, es donde más profundo (y exitoso) tiende a ser el conservadurismo.

No hemos tenido un movimiento progresista y de izquierda sólido y duradero en términos de fuerza laboral organizada, presencia en las instituciones del Estado, ni en el mundo de la cultura. La derecha ha sido tenaz en el mantenimiento del poder y del conservadurismo. Por ejemplo, de los 3 grandes líderes políticos de los últimos 60 años, Balaguer, Bosch y Peña Gómez, el primero gobernó veintidós años, el segundo 7 meses y el tercero ni un solo día. Tampoco un Estado Benefactor, pero sí un Estado Empleador (patrimonialista/clientelar) y un sector privado esencialmente evasor.

A pesar de eso, en esta llamada onda ultraderechista, el conservadurismo discurre sin el ruido de otros países y con relativa calma por la inexistencia de un bloque alternativo más o menos organizado. La terquedad de los sectores que eventualmente podrían formarlo les impide ver la importancia del debate de las ideas manteniéndose en una burbuja de ideas útiles hace medio siglo, pero insuficientes para enfrentar un mundo cuyas transformaciones han sido tan potentes que están delineando otro orden social.

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