¿Está preparado Estados Unidos para enfrentar el calor del Mundial 2026?

Nueva York, 11 julio. – A menos de un año para el inicio del Mundial de la FIFA 2026, que será organizado conjuntamente por Estados Unidos, México y Canadá, aumentan las inquietudes sobre las condiciones climáticas que enfrentarán los jugadores, entrenadores y aficionados durante la celebración del evento futbolístico más importante del planeta.

En especial, la atención se ha centrado en las altas temperaturas que se registran durante el verano en varias de las sedes estadounidenses, así como los riesgos para la salud de los futbolistas.

Este tema ha cobrado especial relevancia luego de que durante la Copa Mundial de Clubes de 2025, celebrada recientemente en suelo estadounidense, varios encuentros se disputaran en condiciones térmicas extremas.

Jugadores, entrenadores, médicos, expertos en climatología y representantes del sindicato mundial de futbolistas, FIFPRO, han manifestado abiertamente su preocupación sobre los peligros que representa la exposición prolongada al calor durante la competición de 2026, que se jugará entre el 11 de junio y el 19 de julio.

La situación ha generado cuestionamientos sobre si la FIFA está haciendo lo suficiente para proteger la integridad física de los futbolistas y garantizar condiciones adecuadas para el desarrollo del torneo.

Según informó ESPN, la federación internacional aún no ha respondido oficialmente a los llamados para modificar los horarios de los partidos o reprogramar encuentros en sedes cubiertas, a pesar de las crecientes evidencias sobre los riesgos asociados.

Durante la Copa Mundial de Clubes, celebrada en junio de este año, varios partidos alcanzaron niveles alarmantes en el medidor de temperatura global de bulbo húmedo (WBGT, por sus siglas en inglés), que mide el estrés térmico combinando temperatura ambiente, humedad, radiación solar, viento y nubosidad.

Este indicador es utilizado por organizaciones deportivas y de salud para determinar el nivel de riesgo térmico para los atletas. FIFPRO considera que los partidos no deberían disputarse si el índice WBGT supera los 28 grados Celsius. Sin embargo, en al menos tres encuentros del Mundial de Clubes, este umbral fue superado sin que se suspendieran los partidos.

Uno de los casos más llamativos fue el encuentro entre el Benfica y el Bayern Múnich en Charlotte, Carolina del Norte, donde el WBGT alcanzó los 29.2 grados. Andreas Schjelderup, delantero del Benfica, declaró a ESPN que nunca había jugado en condiciones de tanto calor y que no lo consideraba saludable.

En ese mismo torneo, el partido entre el Chelsea y el Fluminense, disputado en Nueva Jersey, registró un WBGT de 27.9 grados, bordeando el umbral de riesgo.

El Dr. Vincent Gouttebarge, director médico de FIFPRO, afirmó que estos partidos debieron ser aplazados o programados para horarios con temperaturas más bajas. Además, indicó que, bajo estas condiciones, los jugadores corren el riesgo de sufrir elevaciones peligrosas en su temperatura corporal, lo cual puede provocar falta de control muscular, pérdida de conciencia y daño cognitivo.

Según sus declaraciones recogidas por ESPN, alcanzar una temperatura corporal de 40 grados centígrados representa un grave peligro para los futbolistas, quienes en esas condiciones ya no pueden sudar adecuadamente ni coordinar sus movimientos de manera normal.

FIFPRO ha identificado seis sedes de la Copa Mundial 2026 como zonas de “riesgo extremadamente alto” debido a sus condiciones climáticas durante el verano: Atlanta, Dallas, Houston, Kansas City, Miami y Monterrey (México). Aunque las tres primeras cuentan con estadios cubiertos y sistemas de climatización, las otras tres no disponen de esa protección. Otras ciudades como Foxborough, Filadelfia y Guadalajara fueron clasificadas como de “riesgo muy alto”.

El antecedente más cercano a una situación similar ocurrió en el Mundial de 1994, también celebrado en Estados Unidos. En aquel torneo, el partido entre México e Irlanda, jugado al mediodía en Orlando, Florida, bajo temperaturas superiores a los 38 grados Celsius, fue considerado uno de los más calurosos en la historia de los mundiales.

Denis Irwin, exjugador de la selección irlandesa y del Manchester United, recordó a ESPN que aquella experiencia fue “horrorosa” y probablemente peligrosa. Algunos jugadores incluso usaron gorras durante los himnos para protegerse del sol, y el equipo irlandés intentó aclimatarse entrenando con trajes de neopreno, una práctica que sería impensable hoy día.

La situación actual presenta desafíos adicionales. La FIFA planea un calendario muy intenso, con 104 partidos distribuidos en 39 días, lo que implica que en algunas jornadas se disputarán hasta cuatro encuentros.

Para adaptarse a las audiencias internacionales, especialmente en Europa y Asia, se prevé que algunos partidos se inicien tan temprano como al mediodía, lo cual incrementa la exposición de los jugadores a las horas más calurosas del día. Esta medida ha sido duramente criticada por expertos en salud y climatología.

Dan Vecellio, climatólogo y profesor de la Universidad de Nebraska Omaha, dijo a ESPN que no jugaría a las dos de la tarde en las ciudades del sur de Estados Unidos. Propuso que los partidos se organicen a las 7 a.m., 10 a.m. y luego en horarios nocturnos, como las 6 o 9 p.m., para evitar las horas de mayor insolación.

Si bien es poco probable que la FIFA adopte horarios tan tempranos, FIFPRO ha sugerido seguir el modelo de la Major League Soccer (MLS), que desde hace años no programa partidos al mediodía en ciudades como Miami debido al calor extremo.

Alexander Bielefeld, director de política y relaciones estratégicas de FIFPRO, reiteró que la seguridad de los jugadores debe estar por encima de cualquier otro interés, incluyendo los comerciales.

En una conferencia telefónica sobre el calor extremo en el Mundial de Clubes, Bielefeld afirmó que las condiciones térmicas actuales son predecibles y que no se puede ignorar su impacto en el deporte.

En ese mismo sentido se pronunció Alex Phillips, secretario general de FIFPRO, quien subrayó que las ligas nacionales como la MLS ya han demostrado que es posible adoptar decisiones de sentido común para evitar riesgos innecesarios.

Por su parte, Peter Crisp, representante del grupo medioambiental Fossil Free Football, advirtió que el Mundial 2026 podría convertirse en una “tormenta perfecta” debido a la combinación de un calendario ampliado, temperaturas extremas y ausencia de decisiones contundentes por parte de la FIFA.

En declaraciones a Deutsche Welle, Crisp afirmó que la federación internacional debería considerar seriamente cambiar los horarios de los partidos a franjas más seguras.

Además del calor, otros fenómenos climáticos como las tormentas eléctricas también afectan con frecuencia los eventos deportivos en verano en Estados Unidos. Durante la Copa Mundial de Clubes, el partido entre Chelsea y Benfica, celebrado en Charlotte, fue interrumpido por más de dos horas debido a condiciones meteorológicas adversas.

En la misma jornada, un vuelo del Real Madrid fue retrasado por una tormenta, lo que obligó a cancelar su rueda de prensa previa a la semifinal contra el PSG. Incluso el juego entre los Yankees de Nueva York y los Mariners de Seattle fue demorado 35 minutos por las mismas razones.

La complejidad logística de organizar partidos en distintas franjas horarias y condiciones meteorológicas adversas pone a prueba la capacidad de planificación de la FIFA. Aunque algunos proponen medidas como ampliar las pausas de hidratación o aumentar la duración del entretiempo, estas no bastan para mitigar completamente los efectos del calor extremo, especialmente si los encuentros continúan disputándose en las horas más peligrosas.

FIFPRO ha instado a la FIFA a adoptar de forma urgente cambios en la planificación del torneo. Entre sus propuestas se incluyen reprogramar los partidos a horarios más frescos, trasladar los encuentros a estadios cubiertos siempre que sea posible, establecer un umbral térmico más bajo para aplazar partidos y reforzar los protocolos médicos. También se ha sugerido extender el descanso del medio tiempo a 20 minutos para permitir una recuperación más efectiva.

A pesar de las reiteradas solicitudes de información por parte de ESPN, la FIFA no ha emitido respuestas claras sobre si reubicará partidos a estadios climatizados o si ajustará los horarios para proteger a los jugadores del calor extremo.

Tampoco ha aclarado si adoptará el umbral de 28 grados WBGT propuesto por FIFPRO para suspender encuentros, lo que deja en incertidumbre una parte crucial de la planificación del Mundial.

Con la creciente evidencia sobre los riesgos del cambio climático y las olas de calor más frecuentes y severas, se vuelve imperativo que los organismos deportivos internacionales adapten sus protocolos y prioridades.

En el caso del Mundial 2026, la magnitud del torneo y su exposición global obligan a una responsabilidad aún mayor. Ignorar los riesgos podría no solo poner en peligro la salud de los futbolistas, sino también afectar la calidad del torneo y la experiencia de los aficionados.

El éxito del Mundial 2026 dependerá, en gran parte, de la capacidad de la FIFA para equilibrar la exigencia del calendario, los intereses televisivos y, sobre todo, el bienestar de los protagonistas.

Si no se toman decisiones oportunas, existe el riesgo de que este torneo pase a la historia no por su innovación o espectacularidad, sino por haberse disputado en condiciones climáticas adversas que pudieron evitarse.

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