Estos tiempos bárbaros (6)  

Juan T. Monegro

Joseph Heller (Nueva York, 1929-1999) fue un renombrado estadounidense autor de novelas, cuentos, obras de teatro y guiones. A los 32 años publicó “Catch-22”, su obra más célebre, en la que aborda su visión del drama humano de la guerra.

Heller es crítico, satírico, irónico, mordaz. Sin pelos en la lengua, describe la guerra como un negocio rentable, organizado y arraigado en el devenir del ser humano. Es una industria, entraña un proceso. Una actividad fácil y agradable a la vista de los que no tienen que hacer el trabajo sucio (los líderes, la burocracia militar los gerentes de la guerra), y tienen la facultad y el poder de mandar a otros a hacerla a nombre de ellos.      

Concibe la guerra como un producto humano carente de rostro, un sinsentido. Es locura; pues lleva a la pérdida de la cordura y a la distorsión de la realidad. Es un drama, es tragedia; pues deja tras de sí una estela de destrucción y caos. De muerte.

Por más que se diga, la guerra es fruto de la acción del hombre y nunca tiene causa clara, ni justificación ni argumento comprensible. Es un absurdo de impacto devastador en la vida de los individuos y de las sociedades.

Así describe y des-cubre Heller la guerra, advirtiendo los síntomas de trastorno de estrés postraumático y paranoia que provocan los choques persistentes a que están expuestos los soldados. Muestra cómo la falta de sentido y la crueldad de la guerra socavan la estabilidad mental de los soldados (personajes de su novela). Son los efectos devastadores que se expresan en la psicología de las personas, de las familias, de la sociedad. 

Así rememora e interioriza Heller el accionar de los soldados en la Segunda Guerra Mundial: “Era el trabajo sucio de aquellos que no querían hacerlo y que estaban dispuestos a enviar a otros a hacerlo por ellos. Y así, los hombres morían en la oscuridad, sin saber por qué estaban allí, luchando por algo que no entendían, siendo sacrificados por una causa que no era la suya. La guerra no tenía rostro, no tenía sentido, era una abominación que dejaba un rastro de destrucción y dolor a su paso, una cicatriz en la historia de la humanidad que nunca se curaría del todo”.

El mensaje. En su obra, Heller se esmera en transmitir varios mensajes. Primero, invita a la atención sobre la deshumanización de los individuos y sobre la corrupción moral encarnada en la burocracia militar. Asimismo, sobre la lógica “absurda” creada para la justificación de un conflicto bélico.   

Un segundo mensaje sustantivo está implícito en el título mismo de la novela: “Catch-22”. O sea, Atrapado. O Enganchado, como se dice en la jerga militar de acá. Es la regla contradictoria e inescapable que se aplica a los soldados. Ilustra cómo el sistema militar atrapa (´catcha´), engancha a los individuos (los guardias) en una red de contradicciones y trampas burocráticas, negándoles su libertad y humanidad. En nombre de la defensa de la soberanía, la autonomía y la libertad, el individuo queda anulado. O, como quien dice, atrapado y sin salida en el mundo de la cadena de mando, de las órdenes.   

Un tercer mensaje de Heller, acaso el más sustantivo, es la crítica a la mentalidad de la guerra y la forma en que se despoja a los soldados de su humanidad. En la guerra, los soldados se enfrentan a situaciones absurdas, a paradojas en las que se ven obligados a arriesgar su vida y la de sus compañeros en nombre de la burocracia militar y del cumplimiento ciego de órdenes irracionales. Enfrentar el constante miedo y peligro de la guerra, y la lucha por preservar su propia vida, convierte al soldado en un batallador contra el sistema que lo ha atrapado. Que lo ha enganchado.

Un cuarto mensaje sustantivo es que, para Heller, la guerra es una locura. La de la guerra es una lógica absurda, perversa. Es tragedia que lleva a la desesperación y a la pérdida de fe en la humanidad. En ella, los soldados son vistos como mero material (insumo) humano al servicio de intereses de los altos mandos y de las instituciones. Sus vidas se consideran sacrificables.

En vez de proteger los derechos y valores humanos, los cuales suelen ser enarbolados como superiores argumentos de justificación de la guerra, en realidad se los destruye y despoja de significado.

El mensaje conclusivo. El drama humano de la guerra radica en la deshumanización de los individuos; en la degradación y la corrupción moral del alma humana, causada por el sistema burocrático-militar; y en la lógica absurda que se crea y establece como justificación. Haciendo uso de la sátira, en «Catch-22», Heller critica la mentalidad de la guerra, la desesperanza que engendra y su impacto desastroso en la psicología y la humanidad de los soldados.

¿Qué de alma queda en el alma de aquellos que conciben, maquinan, arman y lideran guerras? ¿Qué de alma queda en esas muchedumbres de soldados que conforma el cuerpo de un ejército: ¿divisiones, brigadas, regimientos, batallones, compañías, secciones, pelotones, escuadrones y escuadras militares, en que el soldado en su individualidad es enajenado y queda permanentemente expuesto al azar de las órdenes y de la desdicha? ¿Ese material humano que oficia de insumo sacrificable al servicio de intereses que, regularmente, no saben ni comprenden?  

En estos tiempos bárbaros, plagados de tensiones y fuerzas armadas a lo más que se aprestan presurosas para estar a punto para la pelea, viene bien ver la calidad de espíritu, el hueco de alma, la carencia de humanidad de aquellos que conciben, arman y hacen guerras.

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