Estos tiempos bárbaros: Todas las guerras (26)

Juan T. Monegro

No tan fría fue la Guerra Fría

Con ese término (“Guerra Fría”) se denominó al período comprendido entre el final de la II Guerra Mundial (1945) y la disolución de la Unión Soviética (1991), que sobrevino tras el colapso del Muro de Berlín, en 1989. Se caracterizó por la intrincada rivalidad ideológica entre las dos superpotencias dominantes, y sus respectivos aliados.

La Guerra Fría fue una etapa histórica nebulosa, opaca, gris. Sombría. En la que, si bien no hubo un enfrentamiento militar directo entre las potencias beligerantes (EE.UU. y URSS), predominó en las relaciones internacionales una competencia geopolítica feroz; con espionaje mutuo, una galopante carrera armamentista y conflictos bélicos indirectos que mantuvieron en vilo a todo mundo.

Fueron tiempos azarosos, inciertos, inseguros. Marcados, entre otras condiciones medulares, por i) la extrema bipolaridad ideológica; en que, dos polos opuestos hondeaban sus enseñas: de un lado, Estados Unidos, enarbolando el capitalismo; y del otro lado, la Unión Soviética, que enarbolaba el pendón del socialismo. Apostando a estos paradigmas ideológicos antitéticos, las potencias ejercieron sus influencias, definieron las alianzas, y participaron en el desarrollo y resultados de conflictos globales, regionales y locales. Exacerbaron numerosos tiempos bárbaros.

Asimismo, ii) una presurosa carrera armamentística: en que, se desarrolló una recia competencia militar entre las dos superpotencias; misma que resultó en desarrollo y acumulación de un temible arsenal de armas nucleares, aumentando exponencialmente la capacidad destructiva y escalando el temor a una hecatombe a gran escala. Asimismo, la aprehensión y el temor y el miedo, por el riesgo real de la aniquilación total.

Además, fue característica iii) la política de contención del comunismo: en que, parar la expansión del comunismo en el mundo fue el objetivo político que nucleó el esfuerzo de las relaciones internacionales de los Estados Unidos. Esto le orilló a intervenir en conflictos regionales y locales de mayor o menor calado como la Guerra de Vietnam, la Guerra de Corea, y tantos bretes más, con fin de contrarrestar la influencia de la Unión Soviética.

También, iv) las guerras por poderes subsidiarios: la Guerra Fría provocó conflictos locales y regionales en Asia, África y en América Latina y el Caribe; en los cuales, cada superpotencia respaldaba bandos enfrentados, exacerbándolos, en un esfuerzo por expandir su influencia. Causando con ello, números e intensos dramas humanos. 

Asimismo, v) la feroz competencia espacial y tecnológica: en que, la competición espacial se convirtió en símbolo de la rivalidad ideológica entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Lo bueno de esto es que, virtuosamente, tal rivalidad condujo a avances significativos en la exploración espacial y la tecnología.

Tipificó los tiempos de la Guerra Fría, además, vi) las estrategias de equilibrio de poder; en que, el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) surgió como coalición de naciones oficialmente no alineadas con ninguno de los dos bloques. El grupo de países de MNOAL, que pasó de 29 (Conferencia de Bandung, 1955) a 120 en algún momento de la Guerra Fría, procuraba mantener una posición neutral en medio de la rivalidad entre las superpotencias y trabajar juntos en asuntos de interés común, defendiendo los valores de la independencia nacional y la autodeterminación en un contexto de polarización global. 

Escalofríos de la Guerra Fría

Aquellos, los de la Guerra Fría, fueron tiempos calamitosos. Que si bien, tuvieron de bueno una relativa fecundidad en establecimiento de principios y reglas, en creación de institucionalidad, y en construcción de acuerdos encaminados a reducir hostilidades y mejorar las relaciones internacionales; como los Acuerdos de Desarme, los Tratados de Limitación de Armamentos y otros esfuerzos que lograron inducir una relativa convivencia y paz global, sin embargo, cierto es que, en ese entonces, la humanidad estuvo altamente expuesta a momentos azarosos, fatídicos, infaustos. Muy siniestros. Momentos de tiempos bárbaros.

Fue el caso de, entre los que más, la Guerra de Corea (1950-1953), cuyo drama humano se saldó con alrededor de 2.5 millones de bajas militares, incluidas las de Corea del Norte, Corea del Sur, China y otros países involucrados; estadounidenses incluidos. Además, fue una devastación total. En aquellos aciagos tiempos, en Corea, nada fría fue la Guerra Fría.

Asimismo, fue en la Guerra de Vietnam (mediados de los 40s – mediado de los 70s); en la que, el drama humano se reflejó en alrededor de 3 millones de bajas humanas, sólo del bando vietnamita; mientras que del lado estadounidense y sus aliados: Francia, Laos y Camboya incluidos, las bajas se estiman en alrededor de 250 mil.  En esta guerra, la Unión Soviética participó directamente en términos de apoyo político, material y logístico al gobierno comunista de Vietnam del Norte; por consiguiente, el número de tropas desplegadas en el terreno fue limitado o inexistente.

También, la Guerra Irán-Irak (1980-1988), uno de los conflictos más largos y destructivos de Medio Oriente; en la que, el número de pérdidas humanas fue significativo, estimándose entre 0.5 y 1 millón de bajas. Como todas, con el consiguiente drama humano en términos de pérdidas de vida de civiles, destrucción de infraestructuras, estela de huérfanos, viudas y lisiados, pérdida de recursos, destrucción de desarrollo económico y social y merma de la calidad de vida en ambas naciones.

Tampoco, nada “fría” fue la conmoción, el susto, el pánico mundial provocado por la Crisis de los Misiles de Cuba (1962); que significó un enfrentamiento directo (no militar) entre Estados Unidos y la Unión Soviética por la instalación de dichas armas en la isla. El dramatismo humano se reflejó en tensión intensa, en pavor agudo, en miedo al estallido de una guerra nuclear. La población de ambas potencias, principalmente, vivió la angustia, la zozobra y el peligro inminente de que se desatará una catástrofe global, con consecuencias potencialmente desastrosas para la humanidad. In extremis, la diplomacia dio buen resultado. El mundo se libró de lo peor.

Asimismo, la prolongada Guerra en Afganistán (2001-2021); en que, las bajas de soldados y combatientes afganos, mal contados, se estiman por decenas de miles; las de soldados rusos, entre 15 y 20 mil; y de soldados americanos, en torno a 2,500, más alrededor de 20 mil heridos en combate. También, las bajas civiles fueron significativas; con cifras que varían desde decenas de miles hasta 100 mil, causadas por los combates, ataques aéreos, atentados suicidas, y otros eventos relacionados con la guerra. Fue monstruoso y fatal. Horrible. 

También, la Guerra del Golfo (1990-1991), causada por la invasión de Irak, bajo el liderazgo de Sadam Hussein, a Kuwait; tuvo por respuesta la operación “Tormenta del Desierto”, dirigida a expulsar las fuerzas iraquíes del enclave petrolero. Estimaciones sugieren que las bajas fatales rondaron entre 20 y 30 mil soldados iraquíes, además de miles de bajas civiles. De su lado, se estiman en alrededor de 300 las bajas de soldados estadounidenses.

Lo mismo, la Guerra Irak – Estados Unidos, que tuvo dos momentos destacados: i) la Guerra de Irak (2003); en que, Estados Unidos, al frente de una coalición internacional, invadió Iraq con el objetivo declarado de derrocar el gobierno de Sadam Hussein y “destruir” supuestas armas de destrucción masiva, que nunca aparecieron; y ii) ocupación y conflicto; en que, tras la caída del régimen de Hussein, vino un período de ocupación liderado por fuerzas estadounidenses y de la coalición.

El retiro en 2011 de las fuerzas de ocupación no puso fin a los conflictos internos ni a la insurgencia en Irak, derivando en una prolongada inestabilidad y en enfrentamientos internos continuos. El impacto humano y social de la guerra de Irak fue devastador; reflejándose en (mal contadas) cientos de miles de personas muertas, como resultado directo o indirecto del conflicto bélico, más miles que resultaron heridas, y un considerablemente alto número de huérfanos y viudas. Asimismo, en destrucción de infraestructuras económicas, sociales y de monumentos culturales, así como en destrucción de desarrollo económico y social.

Retrato situacional

Tras el colapso del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, en el último decenio del s. XX se manifestó una esperanza de que sobreviniese un período de relativa estabilidad global. No fue así.

Si bien, fue notable cierta rebaja de la rivalidad ideológica y de confrontación directa entre las dos superpotencias, pronto surgieron nuevos desafíos y conflictos regionales y locales; reflejados en tensiones étnicas, conflictos locales pendientes, desafíos del terrorismo y otros, que han perturbado la estabilidad y paz mundial en las dos últimas décadas.

De manufactura más reciente son el alrededor una decena de guerras en desarrollo, incluidas la Guerra Rusia-Ucrania, en Ucrania; así como la Guerra Israel-Palestina, cuya última y más trágica expresión se desarrolla actualmente en Gaza.

Asimismo, se suman, mal contados, alrededor de 30 conflictos armados vigentes, de menor intensidad relativa; que han multiplicado por mucho en los últimos años el número de bajas mortales en el mundo. Son muestra fehaciente de los horrorosos tiempos bárbaros propios de hoy en día.

Principales mensajes

1ro. Luces de la Guerra Fría. De la competencia ideológica que troqueló el espíritu de la Guerra Fría quedaron algunos buenos resultados. Entre otros, i) los avances en tecnología y exploración espacial, e impulsos en diversos campos como la carrera espacial misma, la informática y las comunicaciones; ii) la construcción de progreso material y de desarrollo económico-productivo; y iii) mejora en los estándares de vida de muchos países, incluidas mejoras en condiciones de trabajo, en calidad de la educación, en servicios de atención médica para los ciudadanos, y más; empeñados ambos polos, en mostrar la superioridad de su sistema a través de resultados. Fueron, entre otros, puntos luminosos de la Guerra Fría.  

2do. De los límites y desafíos de los sistemas. Más allá de la desgastante y ya raída contienda ideológica, y de las infaustas guerras dadas en la Guerra Fría, el mundo hoy en día tiene mejor entendimiento de los desafíos económicos, sociales, políticos y de desarrollo humano que vinculan a ambos sistemas. Esta comprensión es seminal para la extracción de lecciones, la formulación de concepciones o visiones, y la realización de diseños futuros de política que incidan en la confección del mundo político, económico y social de las generaciones y siglos venideros.

3ro. Valor del diálogo, la cooperación y el entendimiento preventivo. Entre otras lecciones, de la Guerra Fría se aprendió: i) a valorar la cooperación, el diálogo y la diplomacia como instrumentos para evitar conflictos a gran escala y promover la estabilidad mundial. La confrontación capitalismo-socialismo evidenció la necesidad de buscar, ante todo, vías de entendimiento, negociación y resolución pacífica de las diferencias entre naciones con ideologías e intereses contrapuestos. Asimismo, un aprendizaje clave es que ii) la confrontación directa y la escalada de tensiones pueden conducir a consecuencias devastadoras para la humanidad; incluidos el riesgo a una guerra nuclear, con impactos económicos, sociales y humanos en todo0 el mundo. 

4to. Una interpelación y desafío mayor. Con todo y las tensiones y conflictos, puede sostenerse que en la Guerra Fría escaló la conciencia sobre la fragilidad de la paz, en todos los niveles y ámbitos, así como sobre la importancia de cimentar valores humanos fundamentales; como la empatía, la comprensión mutua, y la capacidad para escuchar y dialogar para comprender. Asimismo, la tolerancia, el entendimiento intercultural y la cooperación. La educación en valores humanos, la resolución no violenta de disputas y controversias, y otras directrices, son legados aprendidos de la Guerra Fría; derivándose de esto, la importancia de impulsar objetivos supremos como la igualdad, la justicia y el respeto a los derechos esenciales. Son valores para construir sociedades y un mundo más compasivo, más pacífico. Más humano.

Si así fuere, habrán valido la pena los escalofríos y barbaridades vividos en los tiempos de la Guerra Fría.

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