Evolución de las “botellas”

J.C. Malone

Hay muchas versiones e interpretaciones sobre por qué a quienes cobran sin trabajar los acusan de ser “botellas”.

La primera que escuché dice que ciertas empleadas domésticas sacaban sopas de las casas donde trabajaban, transportándolas en botellas, para alimentar a sus maridos.

En el argot político dominicano, “botella” significa exactamente lo mismo: cobrar sin trabajar, que es igual a comer sin trabajar.

Al presidente Horacio Vázquez se le atribuye haber abultado la nómina pública con seguidores y opositores, tranquilizando a los primeros, sobornando a los segundos para evitar levantamientos en la oposición.

La práctica se popularizó durante el gobierno de los 12 años (1966-78) del presidente Joaquín Balaguer, que tenía incontables “ayudantes civiles” y secretarios de Estado “sin cartera”. Claro, los últimos tenían una cartera llena de billetes.

La oposición política suele demonizar algunas ideas de los gobernantes, proponiendo “cambio”. Así ganan las elecciones, pero no cambian las prácticas, cambian los beneficiarios.

Los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) (1996-2000 y 2004-2020) “dignificaron” las “botellas”. Antes dependían de funcionarios, pero eran muy inestables. Destituido el funcionario, se rompía la botella, pero los vagos necesitan ingresos estables; debemos entenderlos, también tienen gastos fijos.

El PLD institucionalizó la vagancia; las “botellas” evolucionaron en “pensiones solidarias” otorgadas mediante decretos presidenciales.

Primero pensionaron periodistas y así silenciaron una parte de la prensa; también letrinizaron el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP).

Muchos periodistas hoy cobran dos veces, sus “pensiones”, y “sueldos” como sicarios periodísticos, atacando la reputación de quienes critiquen este “buen gobierno”.

Las botellas evolucionaron en “pensiones solidarias” que se democratizaron; hoy muchos ricos devengan jugosas “pensiones”, mientras los trabajadores cañeros deben protestar para conseguir pensiones.

Mi hermana mayor, Virginia Juliana, trabajó 40 años en el CEA y la pensionaron con unos $7,000.00 mensuales.

A mi hermana Malcia le fue peor. Trabajó más de 35 años como jefa de enfermería en la Clínica Gómez Patiño, la Maternidad del Seguro y el hospital Darío Contreras. “Se extravió” su record, “mala suerte”, no tiene pensión. Le recomendaron “apuntarse” en el PRM para cobrar.

Listín Diario

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