Experiencias, retos, desafíos y expectativas

Patricia Arache

Es momento de cerrar un ciclo y abrir otro. Debemos hacerlo en todos los planos. Lo ideal es que cada quien pueda contar las experiencias y las expectativas propias, pero desde esta plataforma no podemos hacerlo, por lo cual esbozaremos aspectos que tienen que ver con el colectivo social.

En el plano colectivo, son múltiples las enseñanzas que nos ha dejado el año 2022 y grandes, muy grandes las expectativas cifradas en torno al 2023.

La resiliencia social, como instrumento para alcanzar metas y propósitos, ha sido una gran fortaleza de los dominicanos que, acogidos a líneas de esperanzas trazadas desde ámbitos gubernamentales, han logrado mantener estilos de vida equilibrados, a pesar de que el mundo todavía batalla contra el impacto del Covid-19 y sus secuelas.

La economía nacional funciona, con las mismas técnicas que lo ha hecho en los últimos 20 años, y los pronósticos por parte de especialistas nacionales e internacionales, así como informes que elaboran organismos siguen siendo optimistas, en relación al comportamiento de ese indicador de estabilidad y consolidación institucional que esos expertos observan en otros países de la región.

El sector turismo, como punta de lanza y su aporte del 15% al Producto Interno Bruto (PIB), ha estado asumiendo retos y desafíos, al punto de que el flujo de visitantes a República Dominicana alcanza ya el muy deseado número de 7 millones de turistas.

Otros ámbitos de la economía, como las zonas francas, la construcción, las comunicaciones y el comercio también muestran un crecimiento sostenido, bastante halagüeño, a juzgar por los análisis de los expertos.

La administración pública, encabezada por el presidente Luis Abinader, ya ha acumulado una experiencia de dos años que, de seguro, permitirá que los tiempos por venir traigan consigo más esperanza y prosperidad a residentes en miles de hogares que por largo tiempo han sufrido carencias básicas para la sobrevivencia.

Aspectos vitales para el crecimiento social y económico de la nación y de su gente esperan grandes soluciones:

Calidad de la educación, justa y oportuna seguridad social, seguridad ciudadana, transporte público eficiente, tránsito vial ordenado, reducción de los índices de desempleo, de las tasas de embarazos en adolescentes, de los niveles de desnutrición de niños y niñas y también de la violencia en el país, son retos y desafíos con los que hay que lidiar, sin más plazos.

Esas son responsabilidades fundamentalmente del Estado frente a la población, en torno a las cuales, empero, la familia, las personas, también deben asumir un compromiso para que sea posible alcanzarlo.

El tiempo es oportuno para que como entes de un conglomerado que continuamente demanda atención, protección y políticas públicas funcionales, también haya una reflexión sobre lo que corresponde ser y hacer personalmente, para contribuir en el alcance de los logros colectivos.

Paternidad responsable, respeto a las leyes, hacia los demás, a los derechos individuales, comprensión, inclusión, equidad, honradez, compromiso, deseos de superación y propósitos son prácticas necesarias, entre otras, para la solución de ancestrales problemas que, no solo son de carácter económico y social, sino también, esencialmente, de índole moral. Cada quien debe poner su “granito de arena”.

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