Fideicomiso y elecciones
Pablo McKinney
Después de leer los sesudos artículos de especialistas de la cosa, después de un almuerzo palaciego con buen café pero sin vino tinto (falta grave), en donde se explicaron en detalle los alcances del proyecto de ley de fideicomiso público. Posiblemente más de uno se cuestiona la razón por la que la oposición, que inició la aplicación en el país de los fideicomisos privados, se opone ahora no solo a los fideicomisos públicos, sino que, además, considera insuficiente el nivel de supervisión a que éstos serían sometidos (hoy no están sometidos a ninguno). La pieza incluye la fiscalización de la Contraloría, Cámara de Cuentas, I. de Bancos, de Valores, D. G. de Compras y Contrataciones, Congreso, y hasta de la mismísima Embajada a través de su eminente y omnipresente sociedad civil. La oposición sabe que ningún bien público puede pasar a manos privadas sin la aprobación mayoritaria del Congreso, pero igual se opone.
¿Qué explica el comportamiento de los dos PLD, hoy coyunturalmente unificados en la tarea de rechazar el Proyecto? Su necesidad de impedir, frenar y/o ralentizar la construcción de unas obras que por su impacto socioeconómico servirían de estandarte propagandístico al gobierno en las próximas elecciones. Hablo de un gobierno que para 2024 necesita mostrar al electorado más que un Presidente accesible y escuchador, más que los frutos de un ministerio público relativamente independiente, o sus éxitos en el turismo o las recaudaciones, pues se enfrentará a los dos pedazos de un PLD que en términos de infraestructura reconstruyó el país en sus 20 años de gobierno.
Para 2024, al gobierno le urge tener obras físicas que mostrar a un electorado al que más que la mismísima democracia, seduce la vieja frase de Don Chencho: “Eso lo hizo Balaguer”. Hagan memoria, “a menos de un Metro”, por decir.
Son los mandatos no escritos de la Real Politik. La oposición no puede facilitarle al gobierno la construcción de esas obras, por lo mismo que en el pasado la oposición a los gobiernos del PLD torpedeó desde el primer anuncio la construcción de las plantas de Punta Catalina. ¡Sólo ahora se comprende la utilidad de diversificar la matriz energética!
Uno nunca justificó el rechazo desde todos los frentes a la construcción de las plantas, pero políticamente entendió las razones: en medio de un proceso electoral, para la oposición política nada es tan provechoso como unos malditos apagones.