Gaza, dos años de genocidio

Por César Pérez

Ayer se cumplieron dos años del genocidio y limpieza étnica que aún lleva a cabo el gobierno de Israel en Gaza, una barbarie únicamente comparable con el Holocausto contra los judíos, cometido por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Una trágica ironía de la historia.   Al cumplirse estos dos años de “injustificable carnicería”, como sin ambages la califica el Vaticano, en todo el mundo se multiplican las protestas en rechazo al referido gobierno y contra varios estados que suministran diversos tipos de armamentos al ejército israelí, con los cuales este ha mantenido su indiscriminada carnicería contra el pueblo palestino. Igualmente, contra aquellos estados que, con su inhumana pasividad, de hecho, han sido cómplices del genocidio.

Dependiendo de las fuentes, las cifras de muertos varían significativamente, pero podrían superar los 70.000, entre los que se cuentan más de 20.000 niños, enteras familias sepultadas en sus viviendas o refugios por las bombas lanzadas indiscriminadamente por el ejército israelí contra la población civil. Además, miles de heridos, mutilados y desplazados, además de un 80% de las viviendas destruidas, al igual que prácticamente toda la infraestructura de servicios sanitarios y educativos, principalmente.   A eso se suma, según el colectivo Reporteros Sin Fronteras, el asesinato de 210 periodistas de diferentes medios y países. Después de esta tragedia que avergüenza y enluta la conciencia cívica del mundo, Gaza jamás será como antes; nada curará el dolor de tantos padres y madres que han perdido sus hijos y sus seres queridos.

Tampoco Israel será el mismo; la barbarie cometida por su gobierno en nombre de la seguridad y en respuesta al acto terrorista de parte del grupo Hamás que segó decenas de vidas hace dos años, paradójicamente, sumerge a la población de ese país a una pesada e inevitable inseguridad. Es difícil predecir cuántas, pero más de una generación vivirá esa incertidumbre/inseguridad. Igualmente, llena de vergüenza e indignación a muchos judíos que dentro y fuera de ese país rechazan la política de odio y de racismo que los grupos políticos, militares y religiosos dominantes inocularan a muchos sectores de la sociedad civil de dentro y fuera de su territorio. Hamás ha salido extremadamente debilitada, no exterminada, algo que, por lo menos por ahora, es imposible que se produzca.

La tragedia en Gaza ha marcado un antes y un después en la conciencia global sobre los crímenes de guerra

Sin embargo, un balance objetivo dice que la dimensión del acto de toma de los rehenes, aparte de moralmente inaceptable, no se correspondía con su capacidad de respuesta que eventualmente daría el gobierno israelí. Su aceptación del cuestionable plan de Trump, retocado por Netanyahu, es la única salida que le queda porque carece de fuerza para rechazarlo. Tampoco Hamás será como antes; de ser la fuerza dominante en Gaza antes del 7 de octubre del 2023, hoy acepta abstenerse de ser parte de un futuro gobierno en ese territorio; está política, militar y moralmente muy tocado. En general, los primeros en aplaudir esa circunstancia son los países árabes, muchos de ellos gobernados por satrapías corruptas, pasivas durante mucho tiempo ante la tragedia del pueblo palestino.

Sin embargo, los principales responsables del genocidio son los señores de la industria de la guerra que dominan los países occidentales productores de armamentos, usando una clase y un liderazgo políticos pusilánime o irresponsable. Esa industria mantuvo su envío de armas de todo tipo para esa maquinaria de la muerte que es el ejército israelí. Nunca se detuvo ni se detendrá mientras goce de la colaboración de esa clase política y de quienes desde diversos medios de comunicación les sirven. Son ostensibles las expresiones de apoyo de gobiernos, partidos y personalidades de extrema derecha a la destrucción de Gaza. No es una casualidad; con ello evidencian su coincidencia con la política de limpieza étnica en ese territorio.

Sin embargo, a pesar de eso, en los últimos meses se han multiplicado las manifestaciones de condena al genocidio, algo que se ha expresado de muchas formas en esta última Asamblea de la ONU, convertida en una tribuna de condena al gobierno israelí. Haber dejado prácticamente vacía la sala durante la comparecencia de Netanyahu fue una inédita acción de protesta en ese cónclave. Una lástima que la delegación dominicana fuera parte del puñado de representaciones que escucharon el discurso de tan nefasto personaje. Y es que, como país, hemos permanecido ajenos al concierto de los gobiernos de nuestra región, algunos de orientación social demócrata, que han sido militantes en el combate a la carnicería, como la llama el Vaticano, que lleva a cabo en Gaza el gobierno del referido personaje.

Las multitudinarias manifestaciones que se están produciendo en varias ciudades europeas, y en centros académicos y calles de los EEUU contra el genocidio, y estimuladas por gobiernos como el español y el del Vaticano, además, por varias colectividades políticas de vocación democrática, podrían estar indicando el preludio del surgimiento de un vasto movimiento que iría más allá de la condena al exterminio de todo un pueblo y sería de resistencia a los desmanes de la internacional derechista. De ese movimiento podrían surgir nuevas alianzas regionales o mundiales para enfrentar las veleidades del gobierno de EEUU, obligándonos a definir mejor nuestras relaciones internacionales en el mundo que se está delineando.

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