Guerra–ciberguerra un híbrido de escombros
Por ANDRÉS MEREJO
Ciberguerra en Gama
Ucrania está sometida de manera incesante a fuego de artillería y bombardeo descomunal por parte de Rusia. No hay misericordia. Lo monstruoso es que los misiles de crucero van cayendo en la población ucraniana, ocasionando la muerte de cientos de personas. En las redes sociales van y vienen imágenes de barrios y zonas céntricas de Ucrania, que son destruidas e incendiadas por parte del ejército ruso. Esto sin dejar a un lado esa nueva forma de guerra que es la ciberguerra, de la cual Ucrania desde el 2014 viene padeciendo.
Huelga decir, que la guerra es visible, en cambio la ciberguerra no. En la contienda física, los enfrentamientos son brutales y devastadores: misiles de corto y largo alcance, bombas de todo tipo, columnas de tanques, artillerías, infanterías, van dejando sus secuelas en toda la esfera de un país, más cuando se trata de una invasión como la que ha hecho Rusia a Ucrania: sonidos estruendosos por disparos a diferentes escalas, lluvias de muertos, mutilados, una secuencia de daños somáticos – psicológicos y enjambres de refugiados a países vecinos. La guerra cibernética es invisible y se manifiesta con el uso de bombas lógicas capaces de destruir el software de un ordenador o dañar redes de todos tipos (eléctricas, de aviación). Se dan interferencias de señales inalámbricas, ciberespionaje, programas informáticos falsificados y contaminados, infiltración en redes, malwareo programas informáticos maliciosos, entre los más clásicos los virus: gusanos, phishing, troyanos, botnet (o red de equipos infectados).
En el texto Guerra en la Red. Los nuevos campos de batalla, los expertos en seguridad y ciberseguridad, Richard A Clarke & Robert K. Knake, explican los aspectos fundamentales que desde el ciberespacio hacen posible la ciberguerra, destacando aquellos que tienen que ver con los fallos en el programa (software) y equipo (hardware).
De acuerdo con estos expertos, la definición del ciberespacio vas más allá de internet, porque incluye a esta red y “montones de otras redes de ordenadores a las que, se supone, no es posible acceder desde internet”. Existen más redes que configuran el ciberespacio y que no se reduce al internet y como bien ellos bien dicen: “las redes transaccionales que sirven para enviar y recibir datos acerca de, por ejemplo los flujos de dinero, la operaciones en el mercado de valores y las transacciones de tarjeta de crédito” y de otras redes que tienen que ver con “los sistemas de control que sencillamente permiten que las máquinas hablen con otras máquinas, como los tableros de control con las bombas los elevadores y generadores”. Clarke & Knake. (2011, p.104).
Esta modalidad de guerra cibernética no se puede analizar desde la geopolítica sino desde una cibergeopolítica, porque “Ninguna flotilla de buques, misil intercontinental o ejercito permanente puede defendernos contra un ataque remoto semejante, ubicado no sólo más allá de nuestras fronteras sino más allá del espacio físico, en el éter digital del ciberespacio” (ibid.,105).
Hay unos hackers, a los que estos autores tipifican como ciberguerreros y los cuales pueden introducirse en algunas redes, y controlarlas o hacerlas caer. Si se apoderan de un tipo de red “(…) pueden robar toda la información que contiene o darle instrucciones para transferir dinero, derramar petróleo, liberar gas, volar generadores, descarrilar trenes, estrellar aviones, enviar pelotones a una emboscada o detonar un misil en un lugar equivocado” (ibid.,104).
Es bueno puntualizar que la ciberguerra no se libra en espacio físico, ya que su lugar de confrontación es la ciberbatalla que se produce en el ciberespacio, por lo que, no se puede afirmar o negar que tal país produjo tales ciberataques al sistema financiero, a la dislocación de la órbita de un satélite o que produjera el caos en el metro o en una aerolínea. Estas batallas cibernéticas se libran en las profundidades del ciberespacio, y intervienen ejército de hackers de los países más poderosos del cibermundo.
El término hacker o en español jáquer, define a un sujeto cibernético que tiene la capacidad de acceder a sistemas informáticos para realizar modificaciones en el mismo. Hay varios tipos de jáquer dependiendo de su relación con el poder cibernético: estos van desde el ciberdelincuente, mercenario hasta el de seguridad cibernética de Estado.
En una ciberguerra, los jáquers de la ciberseguridad de las naciones en conflicto son los protagonistas de los ciberataques, ya que son capaces de introducirse en los sistemas informáticos o redes del enemigo y causar todo tipo de daños al mundo físico.
Cuando vivía en la ciudad de Nueva York (1991-2001), escribí varios ensayos sobre la ciberguerra. En ese tiempo decía que con la guerra del Golfo Pérsico se fueron dando las condiciones para el diseño de las que serán las nuevas guerras del futuro: La ciberguerra. Puntualizaba sobre el desplazamiento de la lucha en los espacios físicos a lo virtual y cómo las tácticas y estrategias, los ataques y contraataques que Mao Tse Tung utilizaba en su guerra de guerrillas en los años 40 parecen que penetrarían todo el ciberespacio, en donde un ciberataque a redes computarizadas de una empresa importante puede ser mortal para un país. Esto es sin imaginarse los sistemas computarizados de puentes, trenes, plantas nucleares, que pueden ser dislocados y producir caos social de consecuencias impredecibles
Otra cosa que llegué a enfatizar sobre la ciberguerra fue lo relativo a la utilización de todo tipo de armas cibernéticas y que son movilizadas por una compleja red informática, en donde el ciberespacio juega un papel fundamental. Por esa vía, se pueden dar batallas importantes, que afecten redes eléctricas, telefónicas, financieras y aéreas. (Merejo, Temas ciberespaciales, periódico el siglo, 1999; Hacker y filosofía de la ciberpolítica, 2012).
Ahora bien, todo lo expresado anteriormente en torno a la ciberguerra forma una gama, es decir, una serie de componentes que pertenecen a esta como tal, y que se van dando por parte. Y lo terrible de todo es que puede engendrar lo híbrido: Guerra y Ciberguerra, en la que solo quedarían escombros y quizá no habría nadie para narrarla