Hablemos de minería sin prejuicios

Miguel Guerrero

La minería es un factor determinante en la actividad económica global y aun cuando una explotación irresponsable puede resultar fatal para el medio ambiente, también es innegable la existencia de tecnologías y prácticas garantes de su preservación, aplicadas en países con códigos ambientales muy estrictos y rigurosos. Naturalmente, decir esto en un país donde las tendencias de opinión responden no a necesidades reales es como tocar las puertas del Averno. Si en lugar de sentarnos a discutir los temas centrales optamos por la descalificación personal, seguiremos siendo cuanto somos, una nación pobre sin futuro.

La oposición a la explotación minera fue y sigue siendo más emocional que racional y basta estar en la red para comprobarlo. No debemos decirle ¡No! A la minería. Ella tiene un innegable valor porque la explotación racional de los recursos del subsuelo debería ser de la más alta y estricta prioridad.

La apasionada inclinación a rechazar la actividad minera, sobre la base de lugares comunes y descalificaciones, supone una falta descomunal de conocimiento y puede congelar nuestro proceso de crecimiento y reducir nuestras posibilidades económicas a renglones sin ningún peso en el comercio internacional. Estar de acuerdo con la explotación de los recursos mineros no significa aceptar los males de una actividad irresponsable, sin vigilancia estatal y sobre contratos onerosos. Los términos de cualquier concesión son competencia del Gobierno.

He dicho y sostengo lo siguiente: si Venezuela, Ecuador, México, Etiopía, Rusia, Estados Unidos, los países árabes, Irán, Brasil, China y muchos otros usan su petróleo; si Chile impulsa su crecimiento con la extracción del cobre de sus montañas, no entiendo por qué nuestro país no puede valerse de su riqueza minera para mejorar las expectativas de su gente.

El Caribe

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