Haití: el muro y los peligros (¿)

 Luis Encarnaciòn Pimentel

Con el perdón de los “haitianófilos” locales, pero los peligros y los grandes riesgos que se advierten a lo largo de la frontera contra los intereses y la integridad misma de esta nación y sus ciudadanos – comenzando por los soldados, que a cada minuto se juegan la vida como centinelas – son inmensos y en aumento. Muy lamentable, y penoso a la vez, porque por más esfuerzos reiterados de Republica Dominicana y sus autoridades por aplicar una política de buen vecino y dirimir las dificultades por las vías del diálogo y de la diplomacia, del otro lado lo que prevalece es la provocación, la violación alegre de nuestras leyes y normas, y ni hablar de las acusaciones de actos y acciones de los cuales los nativos del vecino país son los autores. Aunque el aspecto migratorio y la realidad de una frontera vulnerable han sido un permanente dolor de cabeza para los dominicanos, el de Haití – un tema pais – ha derivado en un complejo problema de Estado que, por acumulación, por la complicidad de algunos antinacionales y la no aplicación de políticas y controles efectivos, hace rato que se ha estado yendo de las manos. ¿Qué hay deportaciones y que hay vigilancia reforzada en la frontera, sí, pero a qué costo y a qué nivel de riesgos? Lo que ocurrió en la zona, cuando grupos de haitianos, algunos armados, cruzaron a espacio dominicano, quemaron neumáticos, intentaron quitar con picos una de las pirámides limítrofes y provocaron en extremo a los soldados nacionales fue muy grave, no fue poca cosa. Allí, a no ser por la prudencia estoica y gran control emocional exhibidos por los miembros del Ejército RD, pudo ocurrir lo peor. ¿Usted se imagina? Y, con el país en la picota, los dominicanos estaríamos en los ojos y oídos del mundo. De hecho, un comunicado de Cancillería de Haití decía que soldados dominicanos habían “invadido” suelo de allí (¿). O sea, a la provocación y violación de ellos, le agregaron una mentira, para darle carnada a la jauría internacional. Por suerte, el canciller Roberto Álvarez le salió al paso, en aclaración que bien haría en echar a correr a través de todas las embajadas nuestras en el exterior. Y esa situación de tensión y de gran peligro no terminarían ahí, iría en aumento. Porque, además de los planes, complicidades diversas y la “pasividad” de la OEA y la ONU, ¿a quién se le ocurre la idea una verja de control (¿), en vez de un muro real de demarcación fronteriza? El único trillo carretero para vigilancia y patrullaje de soldados dominicanos debió ser de este lado de la verja o muro, no del otro, para evitar excusas y no dar pie a reclamos o irracionalidades de gente que no respeta límites, tratados, acuerdos ni nada.

Listín Diario

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