Hambre en Gaza

Por Elda Cantú

The New York Times

Esta semana inició el Ramadán, el periodo más sagrado del islam, cuando los fieles ayunan durante el día y se reúnen a compartir un festín, el iftar, al ponerse el sol. Este año, la festividad coincide con un recrudecimiento de las condiciones de hambre en Gaza, bajo asedio de Israel por la guerra con Hamás. Y, según los habitantes del territorio, “no hay alegría”.

Junto con otros esfuerzos internacionales, la organización de ayuda World Central Kitchen, fundada por el cocinero español José Andrés trabaja para que lleguen más alimentos a la zona. A principios de este año, la ONU estimó que la mitad de la gente en Gaza corría el riesgo de morir de hambre.

En Rafah, la zona más al sur de Gaza, los días se han vuelto más complicados. Ahí se ha refugiado la mayor parte de los 2,2 millones de habitantes del enclave y las jornadas se definen por la búsqueda diaria de comida, agua y refugio. Khalid Shurrab, un trabajador de una organización de beneficencia de 36 años, le dijo recientemente a los reporteros Bilal Shbair y Ben Hubbard: “Tenemos dos opciones: quedarnos como estamos o enfrentarnos a nuestro destino, la muerte”.

Estados Unidos y otros actores globales están presionando a Israel para permitir que se entreguen suministros a la zona. Varios países han lanzado ayuda en paracaídas con aviones militares y hay planes de construir un muelle flotante.

El miércoles, las autoridades israelíes permitieron que un pequeño convoy ingresara al norte de Gaza con alimentos para 25.000 personas, una zona a la que durante meses los grupos de ayuda han intentado acceder. Algunos analistas temen que la ayuda sea demasiado poca y haya llegado demasiado tarde.

The New York Times

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