Hándicap y política

Pablo McKinney

El concepto viene del golf donde, según me cuentan, unos señores por escapar del aburrimiento de sus señoras y hacer buenos negocios, recorren grandes trayectos intentando con el uso de un palo de metal, introducir una pequeña pelota en un hoyo.

Estoy hablando de hándicap, que es el promedio de golpes por torneo que tiene cada jugador, y que refleja su capacidad y potencial de éxito. Cuanto menor hándicap se tiene mejor jugador se es.

En el golf todo jugador tiene su hándicap. Pero en la política no es diferente y ocurre exactamente igual. Por ejemplo, el hándicap del PLD es el ministerio público y sus operaciones marinas, más un candidato de discurso y práctica ultraconservadora, siendo esa organización, por lo menos en sus postulados fundacionales, un partido progresista, con un fundador de vocación internacionalista y defensor acérrimo de los derechos y los izquierdos, de los blancos y de los negros, de los ricos y de los pobres seres humanos y sus derechos. Claro que hablo del profesor Juan Bosch.

En el caso del partido Fuerza del Pueblo, su hándicap también está en los expedientes marinos por venir, (pero solo si su candidato que no el partido continua creciendo como hasta ahora), más la alta tasa de rechazo del doctor Fernández, que en las encuestas ronda siempre entre 35 y 40 por ciento.

Por su parte, el gubernamental PRM, a pesar de la alta valoración de su seguro candidato, el presidente Abinader, no anda mucho mejor que los anteriores, pues no solo es cierto que “reelección no pega con inflación” y alto costo de la vida, (como le advirtió hace unas semanas el ex vicepresidente Jaime David Fernández), sino que antes de octubre deberá enfrentar a dos de los cinco mejores discursos de la fauna política dominicana, los de Guido Gómez Mazara y el ingeniero Ramón Alburquerque en la lucha por la candidatura presidencial perremeísta.

Es cierto que ni Gómez Mazara ni Alburquerque representan un obstáculo para Abinader cuando decida correr por la candidatura presidencial de la organización, pero ambos sí representan desde ya un molestoso “clavito en el zapato”, porque “no hay peor cuña que la del propio palo”, y porque cada comparecencia de ambos será ampliamente difundida por un PLD cuyo candidato tiene otro hándicap: adolece precisamente de lo que le sobra a Gómez Mazara y Alburquerque. Con su permiso.

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