Hasta los doctores caemos en la trampa de las facturas médicas sorpresa
Por Danielle Ofri
The New York Times
Ofri es una médica de atención primaria en Nueva York.
Menos mal que existen los centros de atención urgente. En julio del año pasado, mi hija seguía cojeando una semana después de una lesión por andar en bicicleta y necesitábamos una radiografía rápida para descartar una fractura. Como médica, sabía que no necesitábamos un servicio de urgencias caro para algo tan sencillo. Encontramos un centro de urgencias en un centro comercial de Chicago, y 20 minutos después recibimos la buena noticia de que solo se trataba de un esguince.
Mientras los tres empleados cerraban el negocio por el día, reflexioné sobre cómo los centros de urgencias llenaban un vacío perfecto entre el exceso de urgencias y la casi imposibilidad de conseguir una cita ortopédica inmediata.
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Pero así es la salud en Estados Unidos, y nada encaja del todo. Dos semanas después llegó la factura: el cobro de NorthShore University HealthSystem por las radiografías del tobillo y la muñeca ascendía a 1168 dólares, un precio que parecía fuera de lo normal para algo que suele costar unos 100 dólares por cada radiografía. Cuando examiné la factura con más detenimiento, vi que la parte de radiología no procedía del centro de urgencias, sino de un hospital, por lo que se nos facturaron radiografías de hospital. Cuando pregunté por el cobro, me dijeron que el centro estaba afiliado a un hospital y que, por lo tanto, podía cobrar precios de hospital.
Resulta que me había topado con un lucrativo rincón del mercado de salud llamado departamentos ambulatorios hospitalarios (HOPD, por su sigla en inglés). En ellos se dispensan algunos de los mismos cuidados ambulatorios —colonoscopias, radiografías, inyecciones de medicamentos— que en los consultorios médicos y las clínicas. Pero como se consideran parte de un hospital, pueden cobrar precios de hospital por los servicios ambulatorios, aunque los pacientes no estén tan enfermos como los hospitalizados. Como estos centros no tienen necesariamente el aspecto de un hospital, los pacientes pueden ser engañados con facilidad y acabar llevándose sorpresas económicas importantes. Soy un doctora que trabaja diario en un hospital, y me engañaron.
A partir de 2022, la ley federal en Estados Unidos protege a los pacientes de facturas sorpresa si son atendidos sin saberlo por médicos fuera de la red. Pero no hay protección federal para los pacientes que, sin saberlo, son tratados en filiales hospitalarias que cobran precios altos y que parecen consultorios médicos normales o clínicas de urgencias. Se necesita una normativa federal que, como mínimo, obligue a los centros a ser francos con su sistema de precios y, lo que sería aún mejor, a eliminar por completo esta diferencia de precios. De lo contrario, los pacientes seguirán enfrentándose a facturas inesperadamente elevadas que la mayoría de las personas no pueden costear.
Un estudio sobre precios reveló que los HOPD cobraban un promedio de 1383 dólares por una colonoscopia, en comparación con el promedio de 625 dólares en la consulta de un médico o en otros centros que no son HOPD. Una resonancia magnética de rodilla costaba, en promedio, 900 dólares, frente a 600 dólares. La quimioterapia y otros medicamentos cuestan el doble. Los ecocardiogramas cuestan hasta tres veces más. Gran parte de estos costos se deben a las tasas de hospitalización, que aumentan mucho más deprisa que otros costos médicos.
La Asociación Estadounidense de Hospitales justifica estos costos argumentando que los pacientes atendidos en los HOPD están más enfermos que otros pacientes ambulatorios. Pero eso no hace que los procedimientos que se realizan en estos centros sean más complicados; un ecocardiograma ambulatorio, por ejemplo, es básicamente el mismo independientemente del paciente. Si la enfermedad de un paciente complica el procedimiento, hay formas legítimas de contabilizarlo y facturarlo.
En diciembre, la aseguradora Blue Cross Blue Shield descubrió que los HOPD cobraban mucho más que los consultorios médicos por determinados procedimientos. (Las biopsias de próstata, por ejemplo, cuestan más de seis veces más). Los HOPD resultan ser un atractivo plan de negocio para los hospitales que están adquiriendo agresivamente consultorios médicos. Cuando se producen estas adquisiciones, los precios suelen subir, ya que ahora los pacientes son atendidos en “instalaciones hospitalarias”.
Es difícil cuantificar el número de pacientes que, sin saberlo, reciben una atención más cara en los HOPD, como nos ocurrió a nosotros. Pero los medios han informado de las frustraciones de algunos pacientes al recibir cargos de costo hospitalario tras una visita a centros de atención sin cita previa. También hay historias en Reddit y otras plataformas sobre las nuevas —y elevadas— tarifas de los consultorios médicos que aparecen en las facturas médicas y que a menudo no cubre el seguro. La factura de una paciente se multiplicó por 10 por el mismo procedimiento después de que la consulta de su médico cambiara la clasificación de su cita a una designación hospitalaria. Otro estudio sobre intervenciones quirúrgicas ambulatorias detectó un aumento de más del 50 por ciento en las tarifas de los centros en el transcurso de seis años, lo que se tradujo en unos gastos mucho más elevados para los pacientes. La mayoría de los pacientes solo se enteran semanas después, cuando les llega la factura.
Actualmente, hay un movimiento para que los llamados pagos neutrales al sitio se conviertan en ley, lo que significa que Medicare pagaría a los médicos el mismo precio por un procedimiento ambulatorio como una endoscopia, independientemente del tipo de centro en el que se realice. Aunque al menos 16 estados han aprobado leyes que exigen transparencia sobre las tarifas de los centros, los vientos en contra siguen siendo fuertes. El Congreso incluyó una norma de pago neutral al sitio en la Ley Presupuestaria Bipartidista de 2015, pero el cabildeo implacable de la industria hospitalaria eximió a casi todos los HOPD existentes. La Asociación Estadounidense de Hospitales se opone vehementemente a cualquier legislación que iguale los pagos de los HOPD o elimine las tarifas de las instalaciones.
Recientemente, la Cámara de Representantes aprobó la Ley de Menores Costos y Mayor Transparencia, que impondría pagos neutrales al sitio para una pequeña parte de la asistencia sanitaria: los medicamentos administrados por médicos. El Senado aún no se ha pronunciado al respecto.
Me enfureció tanto que me cobraran las tarifas del hospital por dos simples radiografías que presenté una queja formal ante la oficina del fiscal general de Illinois, que concluyó que la facturación era legal según la ley federal. Cuando pedí los comentarios oficiales sobre mi aseveración de que los cargos parecían excesivos y que el sistema se sentía engañoso, un representante de NorthShore University HealthSystem (ahora Endeavor Health) solo ofreció una declaración general que, en una parte, señalaba: “Entendemos que navegar por el panorama de salud, incluida la facturación, puede ser complejo”.
Es hora de que el Congreso proteja a los pacientes tanto de los sistemas de precios injustos como del engaño en la atención de salud. MedPAC, la Comisión Asesora de Pagos de Medicare, no partidista, recomendó recientemente al Congreso un conjunto básico de políticas de neutralidad local. Aplicaría pagos neutrales a un puñado de procedimientos de bajo riesgo —algunas imágenes, inyecciones de medicamentos, procedimientos sencillos de oficina— y esto se aplicaría a todos los HOPD.
The New York Times