IDEANDO
No es el momentum
Heddel Cordero
Cuando una figura pública está en la cúspide de su popularidad, en su momentum, todo lo que dice o hace suele aplaudírsele y celebrársele.
En ese preciso y oportuno instante hasta lo absurdo tiene lógica, los desaciertos son “genialidades” y los errores son lapsus mentales.
Todo tiene un color distinto y una interpretación diferente. Empero, cuando no se está en el estrellato, todo cambia.
Los políticos no están ajenos a este síndrome. Una cosa es hablar desde el palacio presidencial acompañado de una corte de bufones y otra cosa es hacerlo desde una tribuna de inferior linaje acompañado solo por algunas fidelidades.
El auditorio no es el mismo. Ni la tolerancia es igual.
Lo digo, porque algunas de las frases que últimamente ha dicho el ex presidente Danilo Medina y que han sido objeto de cuestionamientos, no tendrían la misma suerte si otras fueran las circunstancias en las que se dijeran.
De todos modos, esas frases que hoy son objeto de burla (ahora se dice meme) deben decirle al presidente del PLD que su fuerte no es ser gracioso; que su discurso se hace cuestionable cuando apela a recursos que no le quedan bien a su figura ni a sus virtudes de orador. (Dice el periodista deportivo y veterano del mercadeo deportivo Félix Decena, que hasta las malas palabras no le lucen a todo el mundo).
Sus asesores deben recomendarle que apoye sus palabras en las luces de su obra y que para no errar y verse tentado por el populismo verbal, que escriba sus discursos o haga apuntes que le sirvan de guía. Que deseche frases populares que en algunas personas son graciosas, pero que en otras caen muy gruesas. Y menos ahora que no tiene la capacidad de hacer decretos y nombramientos.