Ilusión y aturdimiento

Carmen Imbert Brugal

El arbusto resiste agua, sol y sereno, pervive indemne durante todas las estaciones. Sus flores son preciosas. La planta es conocida como “blue daze”, “aturdimiento azul”, el nombre científico es “evolvulus glomeratus”. En la jardinería local la nombran como le dice el vulgo: ilusión haitiana.

Los motivos para el bautizo deben ser muchos y las interpretaciones libérrimas. Trasciende el nombre la flora, cuando de la tormentosa relación dominico-haitiana se trata y la ilusión para unos y otros.

Después del 1844, tratados, convenciones, encuentros, desencuentros, marcan el rumbo. Releer el “Tratado de Paz, Amistad y Arbitraje entre RD y la República de Haití” firmado el 20 de febrero de 1929, permite ratificar la irrelevancia de cualquier documento, avalado por los dos estados, con pretensiones de convivencia armónica. Sólo cuando existían los regímenes autoritarios allá y aquí, primaron las reglas, debido a los intereses de los tiranos y de los grupos beneficiarios del oprobio.

El sainete provocado por la construcción del canal para desviar las aguas del río Dajabón se convirtió en proclamas tan magnificentes como inútiles. Irrelevante resultó el artículo 1 0 del Tratado citado que dispone el compromiso de las partes contratantes “a no hacer ninguna obra susceptible de mudar la corriente de ríos y otros cursos de agua que nacen en el territorio de un Estado y corren por el territorio del otro, o sirven de límites entre los dos Estados.”

El cierre de la frontera, ordenado en septiembre del año 2023 fue percibido como un grito de defensa y protección que poco a poco se esfumó. “Las medidas estarán en vigor hasta tanto consigamos la paralización definitiva del canal en construcción”, pero la construcción continuó, hasta concluir el canal y la frontera dejó de estar blindada.

Volver a las cifras, describir el funcionamiento del tráfico impune de migrantes, recordar las advertencias del jefe de Estado, es vano ejercicio. Cháchara versus realidad.

Las denuncias de las autoridades fronterizas son inaudibles y para asombro, el director de Migración no luce optimista con su misión. Reveló, en el Conversatorio “Regulación migratoria en RD: desafíos fronterizos y jurídicos”, organizado por la PUCMM, la suspensión de la construcción del muro, que para algunos limitaría la avalancha cotidiana de indocumentados, debido “a restricciones financieras”.

Asimismo, exhortó a pensar en “¿Cuál es la RD que queremos ver el 27 febrero de 2044, cuando celebremos el bicentenario de la fundación de nuestra nación”.

La ilusión dominicana está muy lejos de la ilusión haitiana. La narrativa ha logrado crear la fantasía de control. El discurso es tan impecable que no altera las caravanas con las personas traficadas que entran, salen y vuelven a entrar. Para continuar con “el aturdimiento azul”, la taumaturgia oficial con sus récords y adanismo tiene que empeñarse en el encubrimiento de la indetenible presencia haitiana. La satisfacción de las demandas de una población creciente necesitará el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Sólo así se podrá mantener la estabilidad económica, social y política y comenzar a pensar en la nación del 2044, como propone el director de migración.

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