¿Impericia o decisiones inapropiadas?

Por Miguel Liberato

Dicen que el pasado nunca pasa;  que se esconde en algún lugar hasta que le permiten regresar.

En 1999 las autoridades de Obras Públicas minimizaron la falla del muro noreste en la  rampa de acceso del paso a desnivel  de la avenida 27 de Febrero en su intersección con la  Máximo Gómez. Era una gran  pesadilla, pues se trataba de una infraestructura que tenía poco tiempo de inaugurada.

24 años después se repite el evento en la misma obra, con una mayor gravedad en términos estructurales, pues el colapso resultó  muy aterrador debido a que en esta ocasión tuvo un saldo funesto que le costó la vida a 9 personas.

Hay que analizar  lo que en 1999 dijeron las autoridades en el sentido de que la falla se debió a la omisión del drenaje, aseverando también que la misma no revestía gravedad para los usuarios partiendo del criterio de que la obra fue diseñada, construida y supervisada por personal técnico competente.

Pero también hay que poner bajo la lupa lo que hicieron para “corregir” la falla, pues simplemente se limitaron a buscar una salida paliativa, olvidándose de la situación que originó el problema y por ende mantuvieron un peligro público.

Fueron excesivamente ligeros al poner oídos sordos a voces que se alzaron planteando soluciones que de haberse aceptado en aquella ocasión habrían evitado la tragedia ocurrida hace poco.

En 1999 muchos hicimos la observación de que había una notable contradicción en la declaración justificativa de las autoridades de Obras Públicas, pues al atribuir la falla a la omisión del drenaje, era lógico preguntarse ¿Cómo es posible que a todo personal técnico competente que diseñó, construyó y supervisó la obra se le olvidó algo tan importante en ese tipo de proyecto?

La referida contradicción también da lugar a pensar que posiblemente las autoridades de entonces ocultaron la toma de  decisiones inapropiadas. Hay que descartar la impericia.

Todo ingeniero civil sabe que para construir un muro (sea de revestimiento o de contención) en una obra vial en condiciones urbanas, es de suma importancia conocer el flujo o escurrimiento de agua superficial, pues se conocen los problemas destructivos que el agua puede ocasionar a un proyecto.

Cuando se analizan los factores a considerar para la construcción de un paso a desnivel, tiene un significado fundamental considerar el menor volumen de eliminación y reubicación de redes subterráneas.

Para construir un paso a desnivel en una intersección tan importante como la de las avenidas 27 de Febrero y Máximo Gómez, por lo regular es casi imposible evitar la reubicación de las redes del acueducto, las tuberías sanitarias, de drenaje y comunicación. Una  clara advertencia sobre posibles efectos perniciosos del agua.

En un proyecto de esa categoría, las condiciones hidrogeológicas del lugar deben ser precisadas mediante un estudio técnico  que recoja la información necesaria para conocer el comportamiento del agua en la obra y sus alrededores.

Técnicos competentes no pueden desconocer que las características geológicas de los suelos y la posible presencia del agua  representan ciertas dificultades en el diseño y luego en la construcción de una obra de esa naturaleza.

Esa gama de factores provoca que surjan gastos adicionales en la producción de los trabajos de construcción, lo cual influye mucho en la magnitud  de la inversión.

Siempre he criticado el hecho de que la mayoría de profesionales de la ingeniería civil considera que cuando se necesita construir un proyecto se debe escoger la alternativa que resulte más barata. Un gran error.

La realidad es que técnicos competentes siempre realizan un análisis comparativo de alternativas y escogen aquella que representa  la solución más racional posible aunque sea la más costosa.

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