Intervenir Haití
Ernesto Guerrero
Es ilusorio considerar que una intervención militar en Haití, va a solucionar de manera inmediata los problemas económicos y de migración de esa nación. Ya Haití estuvo intervenido durante 13 años (2004-2017) por la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah). En esa ocasión, los objetivos de la misión eran: Estabilizar el país; Pacificar y desarmar grupos delincuenciales; Promover elecciones libres y fomentar el desarrollo institucional y económico; fines muy similares a los que ahora se proponen.
Viajé a Haití por primera vez en 1973, en un “fantrip” para guías turistas que organizaba el Ministerio de Turismo Dominicano. Para esa fecha no había mucha diferencias económicas, el PBI era el mismo y allí se recibían mayor número de turistas. En el 2010 regresé como jefe de misión de una agencia de Naciones Unidas. Durante mis tres años de permanencia, ocurrió el terremoto, disturbios por elecciones y la epidemia de cólera. Todos los jefes de agencia y los militares de la Minustah celebramos reuniones muy frecuentes, para coordinar la seguridad y ejecución del presupuesto donado. Debo decir que, por desconfianza, y/o cuestiones logísticas, los haitianos no participaban como iguales en la toma de decisiones.
Se gastaron cientos de millones de dólares en 7 mil soldados, distribuidos en todo el país, procedentes de 25 nacionalidades, en su mayoría argentinos, brasileños, pakistaníes, jordanos, nepalíes; pagados por sus países o reclutados por la ONU. La Minustah desempeñó un papel fundamental al mantener la seguridad antes y después del terremoto, además organizó con éxito las elecciones. No obstante, las bandas criminales y los secuestros nunca cesaron, al personal se le instruyó sobre medidas de seguridad y a no salir a determinadas horas ni visitar lugares específicos.
Si bien algunos de los objetivos se lograron, los planes de desarrollo quedaron en ciernes y lamentablemente sobre la misión quedaron acusaciones de violaciones de los derechos humanos, incluyendo violaciones y explotación sexual, además de la introducción del cólera. Cuando los países intervinientes y donantes se cansaron, regresó el caos con igual o mayor ímpetu. Analizando esa historia reciente, se puede especular que resulta en un mayor costo beneficio invertir en planes de desarrollo, reforzando la policía haitiana, que nunca alcanzo los niveles de profesionalismo y capacitación recomendados.
Fuente El Nacional