Javier Herrero

Madrid, 20 mayo.- «¡Por fin en Madrid!», ha exclamado Joaquín Sabina este lunes al recalar en uno de sus últimos conciertos en esta ciudad, al menos en los grandes recintos y dentro de largas giras, decidido a bajarse en la estación de Atocha para siempre y quedarse a vivir y morir entre las calles y personas que inspiraron sus canciones.

Sabina (Úbeda, 1949) hace tiempo que cumplió todos sus objetivos. Si a eso se suma su mala salud de hierro y sustos como la aparatosa caída que sufrió en este Movistar Arena en 2020, poco antes de una pandemia que encima lo enclaustró, se entiende el proceso que lo llevó a considerar el final de su carrera en directo con esta gira, ‘Hola y adiós’.

Aplaudido cameo de Serrat

El cierre está cada vez más cerca y, tras dejarse agasajar al otro lado del Atlántico, especialmente en Buenos Aires, donde ofreció diez conciertos ante unas 100.000 personas, comenzó el pasado 1 de mayo un periplo por España que promete ser también apoteósico, pues despachó más de 200.000 entradas en menos de 2 horas.

Primer concierto en Madrid de la gira de despedida de Joaquín Sabina
El cantautor y poeta Joaquín Sabina actúa esta noche en el Movistar Arena de Madrid (España). EFE/ Rodrigo Jiménez

A poco más de 4 kilómetros de su casa, ante un público que según dice siempre lo acongoja, solo el rebautizado Palacio de los Deportes de Madrid acogerá ya ocho conciertos de la gira entre el de este lunes y el que tendrá lugar el próximo 30 de noviembre, el último y definitivo a priori.

En pie lo han recibido 12.000 almas esta noche al término del videoclip de ‘El último vals’, en el que solo unos segundos antes aplaudían el cameo de Joan Manuel Serrat, cuando ha aparecido prendido a su bombín blanco, sonriente, emocionado, aparentemente frágil y tembloroso, quizás un poco más enjuto, pero Sabina.

«¡Por fin en Madrid!», ha celebrado, tras regalarle a este público en primer lugar un extra que no estaba en el resto de la gira, ese ‘Yo me bajo en Atocha’ cuyos versos han resonado con más significado que nunca. «Porque Madrid no es la ciudad donde nací, pero sí donde elegí vivir y a la que debo todo lo que soy, incluidas mis canciones», ha dicho.

Piropos al público

No ha sido la única vez que ha piropeado a este público, al que poco más tarde ha alabado por cómo se ha paseado a coro por «el número 7» de la ‘Calle Melancolía’. «En ningún sitio lo han cantado tan emocionantemente como en mi Madrid después de 32 conciertos», ha asegurado.

Primer concierto en Madrid de la gira de despedida de Joaquín Sabina
El cantautor y poeta Joaquín Sabina este lunes en el Movistar Arena de Madrid. EFE/ Rodrigo Jiménez

Ha sido un concierto de brazos por encima de los hombros, de baile y palmas, de bromas y risas, de cantar y cantar, de celebración colectiva en definitiva como se proponía el músico jienense, «rodeado de demasiada gente» a la que quiere y aprecia, entre ellos el poeta y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero.

En lo formal ha seguido el guion de sus anteriores presentaciones, desde ese ‘Lágrimas de mármol’ que salió de su último disco pero que se ha convertido en imprescindible, vociferado como si cada persona hubiese escrito para sí misma su «Superviviente, sí, ¡maldita sea!».

Siempre sentado

Parapetados por su septeto de confianza, con Mara Barros, Jaime Asúa y Antonio García de Diego, han ido fluyendo otros relatos míticos de Sabina de canalleo, romance y zarpazos entre aquel primer ‘Inventario’ (1978) y ‘Lo niego todo’ (2017).

Primer concierto en Madrid de la gira de despedida de Joaquín Sabina
El cantautor y poeta Joaquín Sabina este lunes en el Movistar Arena de Madrid. EFE/ Rodrigo Jiménez

Con especial énfasis en el que probablemente es su disco más reverenciado, ’19 días y 500 noches’ (1999), ha llevado a cabo una retrospectiva amplia con saltos constantes en el tiempo, entre ‘Mentiras piadosas’, ‘Ahora que’, ‘¿Quién me ha robado el mes de abril?’ o ‘Más de cien mentiras’.

Con ’19 noches y 500 noches’ ha tocado personalmente la guitarra, pero siempre sentado, y en dos ocasiones se ha ausentado y le ha cedido el protagonismo a sus compañeros, primero a Barros (‘Camas vacías’) y Asúa (‘Pacto entre caballeros’) y a Antonio García de Diego después (‘La canción más hermosa del mundo’).

«Nada de adiós»

Está claro que ni la energía física ni la voz son las de antes, pero sí su espíritu. «Está hecho polvo», apuntaba un grupo de amigos entre el público, una afirmación que quedaba en nada a medida que avanzaba el concierto y sonaban ‘Peces de ciudad’, una de sus favoritas, ‘Por el bulevar de los sueños rotos’ con el recuerdo vivo de Chavela Vargas o ‘Una canción para la Magdalena’.

De ahí hasta el final ha sonado ‘Y sin embargo’ hermanada con la copla que la inspiró, ‘Y sin embargo te quiero’, pero también las festivas ‘Noches de boda’ y ‘Y nos dieron las diez’ y, como parte de los bises, el remate con ‘Contigo’ y ‘Princesa’.

«Ha sido un enorme placer volver a Madrid y cantar con ustedes», señalaba poco antes un Sabina al que aún quedan muchos conciertos pendientes pero que, con ojos húmedos, ha recibido el aplauso general tras cantar con otro énfasis esas líneas de su ‘Tan joven y tan viejo’ que rezan: «Así que, de momento, / nada de adiós, muchachos». EFE

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