Jorge Taveras: El maestro

Heddel Cordero

 Conocí a Jorge Ta­veras en el año 1982. Ya él era merecidamente un pres­tigioso y popular músico, un experto arreglista, y yo un novel creativo publici­tario.

Recuerdo perfectamen­te los primeros jingles que elaboramos juntos y la gran facilidad artísti­ca con que solía hacer ese trabajo.

Era el jinglero preferi­do (casi exclusivo) de la agencia para la que traba­jaba entonces y era tam­bién un músico de una fertilidad formidable.

Tan así, que en una oca­sión en que estaba mon­tando música para un comercial nuestro (ins­trumento por instrumento como se hacía en esa épo­ca) llegamos al estudio con una nueva campaña ya aprobada por el clien­te, y sin pararse del piano, elaboró magistralmente todas las piezas musicales de la misma casi de un ti­rón.

Pero él no solo sorpren­día por esa facilidad de hacer jingles, sino por la calidad con la que los ha­cía.

Su trabajo gustaba mu­cho porque él interpretaba magistralmente y de ma­nera admirable el propósi­to del mensaje y procuraba que la música sintonizara con el público objetivo de la comunicación.

Su nombre dominó una época en materia de arre­glos musicales para la pu­blicidad porque tenía un concepto claro del papel de la música en cada pie­za. Y a todos esos atribu­tos musicales le sumo su temperamento dócil y gentil que le agregaban valor como persona.

Era un ser que se daba a querer y esa condición le pone una nota más dolo­rosa a su partida.

Casi todo el mundo le llamaba “El maestro” y todo el que tuvo la honra de trabajar a su lado sabe porqué ese gran título.

Pienso que el país debe inclinarse para despedirle y darle el adiós que mere­ce este gran músico domi­nicano.

Nos unimos al dolor de sus familiares y aboga­mos porque su nombre vi­va por siempre en el pen­tagrama de la música de nuestra nación.

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