La caligrafía árabe y una sopa de Haití, Patrimonio de la Unesco

París, 16 dic (EFE).- La caligrafía árabe y la sopa haitiana Joumou de calabaza han sido declaradas Patrimonio Inmaterial de la Unesco, en una lista en la que también fueron incluidas anteriormente cinco tradiciones de Bolivia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, informó este martes la organización.

El comité intergubernamental sobre Salvaguarda del Patrimonio Inmaterial de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) concluyó este jueves en París su reunión sobre las 46 candidaturas presentadas para su inscripción en la lista de Patrimonio Inmaterial, de las que aceptó 39.

Entre las aprobadas este jueves destaca la sopa Joumou, un preparado de calabaza tradicional haitiana elaborada con verduras, plátanos, carne, pasta y especias, símbolo de la libertad del país caribeño cuando se independizó de Francia. Esta candidatura, prevista para 2022, fue excepcionalmente incluida a última hora este año.

«El pedido de inscripción de la sopa Joumou es conmovedor. Dado que Haití se enfrenta a innumerables retos, entre ellos las catástrofes naturales que han afectado de forma dramática a la vida cotidiana de la población, las autoridades del país querían realizar una inscripción que contribuyera a reavivar el orgullo nacional», dijo la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay.

También fue aprobada este jueves la detección y extracción de trufa en Italia, una tradición que se transmite oralmente desde hace siglos «y, hoy en día, sigue siendo un elemento muy importante en la vida de muchas comunidades campesinas de la Italia peninsular», destacó la Unesco.

Este hongo enterrado en el suelo se suele detectar con la ayuda de un perro adiestrado. Su posterior extracción requiere una vasta gama de conocimientos climáticos, ambientales y botánicos.

La caligrafía árabe, entendida como el arte de transcribir con fluidez el alfabeto del idioma arábigo para imprimir armonía, elegancia y belleza a la escritura, también fue reconocida esta semana. La candidatura fue presentada por dieciséis países árabes.

La Unesco resaltó la variedad de materiales naturales usados en la caligrafía tradicional: «el cálamo (qalam) se confecciona con tallos de caña y bambú; la tinta se elabora con una mezcla de miel, negro de humo y azafrán, y el papel se fabrica a mano y se trata con almidón, clara de huevo y piedra alumbre».

De entre las nuevas prácticas y tradiciones aprobadas, sobresale además la de los barcos tradiciones en los pueblos nórdicos, que incluye a los indígenas samis de Finlandia, Noruega y Suecia, así como la minoría kven de Noruega, la tornedaliana de Suecia y la suecoparlante de Finlandia. Todos ellos construyen esas embarcaciones desde hace dos milenios.

También fue escogida como Patrimonio Inmaterial la rumba congolesa, una candidatura conjunta de dos países enfrentados: República del Congo (Congo-Brazzaville) y la República Democrática del Congo (Congo-Kinshasa).

España no dispuso de ninguna candidatura individual, pero sí consiguió entrar en la lista en una conjunta con otros veintitrés países de Europa, Asia y África sobre el antiguo arte de la cetrería con halcones.

La lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que ya cuenta con más de 500 tradiciones de los cinco continentes, facilita el acceso a subvenciones y otorga una mayor visibilidad internacional a sus integrantes.

LATINOAMÉRICA, BIEN REPRESENTADA

Latinoamérica fue de nuevo una de las regiones bien representadas en la lista de la Unesco.

En Bolivia, fue la Fiesta Grande de Tarija, que tiene lugar en la ciudad de este mismo nombre, situada al sureste del país, y se celebra todos los años en los meses de agosto y septiembre en honor de san Roque. Destaca por los vestidos con máscaras e indumentarias vistosas, sus músicas y bailes y los ornamentos de los templos y calles.

Por Ecuador, el agraciado fue «El Pasillo», un género musical y bailable que hizo su aparición en Ecuador en el siglo XIX, en la época de las guerras de independencia sudamericanas, como resultado de una fusión entre diversas músicas indígenas.

En la vecina Perú, fue inscrito el arte milenario de la alfarería del pueblo awajún del norte del país, paradigma de su armoniosa relación con la naturaleza. Decorados con formas geométricas inspiradas en elementos de la naturaleza, los recipientes fabricados sirven para cocinar, comer, beber y servir comidas, pero también en la celebración de rituales y ceremonias.

En Venezuela, se premiaron las prácticas y conocimientos culturales vinculados al ciclo de celebraciones en honor de san Juan Bautista que datan del siglo XVIII y se originaron en las comunidades afrovenezolanas esclavizadas en los dominios coloniales españoles de aquella época.

En América Central, Panamá logró inscribir la celebración del cuerpo y la sangre de Cristo crucificado, la Fiesta del «Corpus Christi», una fusión de las celebraciones religiosas de la Iglesia Católica con una serie de prácticas culturales populares, como representaciones teatrales, músicas, danzas populares y comparsas de gentes disfrazadas con máscaras y vestidos de colores abigarrados.

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