La crisis de la cadena de suministros: impactos, consecuencias y oportunidades

FERNANDO ÁLVAREZ B.

En vísperas de la temporada comercial más intensa del año, entre Acción de Gracias y Navidad, el estrangulamiento de la cadena de suministro acumula demoras y disfunciones. La primera como efecto del paro de la pandemia, la segunda, por debilidades sistémicas, pero coyunturales, como la falta de mano de obra.

Una vez descargadas las mercancías en los puertos, faltan lugares de almacenaje y conductores para transportarlas por carretera, pues el sistema ferroviario está en muy mal estado en muchas de sus vías. Estados Unidos tiene aproximadamente 15 años que no hace inversiones significativas en puertos y ferrocarriles. Sistema anquilosado que el presidente Joe Biden pretende solventar, entre otras medidas, con un ambicioso plan de infraestructuras, sin éxito hasta ahora.

Ese cúmulo de circunstancias se ha convertido en un cuello de botella, en una auténtica opresión para la economía mundial.
A esa situación se le añaden la fiebre consumista, tras un año y medio de contención, que ha incrementado los precios de prácticamente todos los productos.

Durante la pandemia, la dependencia del comercio por Internet creció un 32% entre los estadounidenses, lo que impulsó a convertir los vestíbulos de los grandes edificios de apartamentos en improvisados centros de logística.

La alarma sonó a comienzos del año, cuando varias cadenas de montaje de plantas automotrices se vieron obligadas a parar temporalmente por la falta de componentes adecuados (semiconductores). Se cayó la producción de vehículos nuevos en un 30% y aumentó el precio de los vehículos usados, situación que aún no se ha resuelto.

La falta de interés de algunos puestos de trabajo esenciales, se debe a las medidas y subsidios que han otorgado algunas naciones para contrarrestar la pandemia, como es el caso de los Estados Unidos. La ayuda otorgada a muchos trabajadores condujo a estos a no arriesgarse y tomar estas alternativas de subsistencias.

La explosión de la demanda y la complejidad de aumentar la producción dejan a los consumidores sin acceso a determinados productos, mientras China, Estados Unidos y Europa batallan por ser más autosuficientes.
Uno de los grandes expertos en semiconductores cita varios factores para explicar la crisis: se trata de una industria rígida que se mueve con pies de plomo a la hora de adaptarse a la demanda. Se necesitan tres meses para cambiar la producción, y entre dos y cuatro años para montar una fábrica.

Ese desequilibrio entre oferta y demanda amenaza con avivar la inflación y pone en entredicho un paradigma no menor, el de la capacidad de la globalización para proveer lo que se necesita en tiempo récord.

Debido al movimiento contra el cambio climático, a partir del 2015 se derrumbó la inversión en energía tradicional, para transferirla a energía renovable, esto trajo como consecuencia que entre el 2020 y el 2021 los precios del gas y el carbón más que se triplicaron y el desabastecimiento causó apagones en algunas partes de Asia, afectando la producción.

La producción de vehículos nuevos cayó en un 30 por ciento

Desequilibrio entre oferta y demanda amenaza con avivar la inflación

A partir del año 2015 se derrumbó la inversión en energía tradicional

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