La delincuencia dominicana y el lechero de Churchill

Pablo McKinney

Para Sir Winston Churchill un país democrático es aquel en el que un ciudadano escucha el timbre de su casa a las seis de la mañana y piensa que es el lechero. (Lo del reparto de la leche con el amanecer era costumbre londinense en aquellos años).

Si aplicáramos la máxima de don Winston a nuestro país, tendríamos que admitir que a pesar de sus ininterrumpidos procesos electorales y la fortaleza/resiliencia de su sistema de partidos, nuestra democracia, como el tango de Discépolo, está “flaca, fané y descangayada”.

Tiene uno escrito en algún viejo bulevar, que una cosa es morirse porque lo manda la naturaleza, -uno solo se adelanta-, y otra cosa es vivir en la muerte continua del miedo, la inseguridad, porque son las tres de la mañana y ninguna de las Paola, ay, ha llegado a casa.  Si desde su formación como cuerpo político represivo hasta ayer como a las once, la Policía Nacional siempre le ha dado “pabajo” a los supuestos delincuentes siempre pobres, y a pesar de ello la delincuencia no ha dejado de crecer en cada rincón del país, es la hora de hacer un alto en este camino de sangre.

Quizás sería bueno mirar hacia la situación familiar de los más pobres, donde más de la mitad de los niños  y adolescentes vive con uno solo de sus padres o con ninguno. Mirar hacia una educación pública que en los últimos 40 años aumentó su cobertura a expensas de la calidad y de olvidar lo principal:  la educación/formación acompañada de un estricto régimen de consecuencias. (Bienaventurados quienes tuvieron a una doña Yolanda, tan cariñosa como implacable con su vieja y desgastada correa y las chancletas Samurais de don Carlos).

Hablo de revisar el reciente informe del Banco Mundial, que demuestra que el 34 % de nuestros jóvenes son ninis, o sea, chicos “sinsín”, sin trabajo, estudios ni esperanza. Ochocientas mil almas sin educación, oficio ni empleo, viviendo en el infierno barrial donde el modelo a seguir, por exitoso y porque el resto de la sociedad los reconoce en los medios, las redes y las tertulias, son los que apoyados por el crimen organizado, narcos o lavadores, han triunfado y son el paradigma por imitar.

La lucha contra la delincuencia es mucho más, ¡muchísimo más! que Policías dando “pabajo” a supuestos delincuentes siempre pobres, siempre pobres.

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