La educación pública en RD

Wilfredo Mora

La educación es un fenómeno social. Todos los miembros de la comunidad son mutuamente educadores y educandos.

Y los factores educativos (siempre que sean adecuados) inciden más en la casa, en el taller, en las calles, que en las breves horas pedagógicas.

Los grandes maestros de la humanidad han influido más profundamente en la conducta de los pueblos que muchos de esos grandes pedagogos famosos.

El reclamo que hace el nuevo ministro de Educación es que debemos impulsar la cultura pública, si es que queremos garantizar la eficiencia de la escuela común. Especialmente, dijo: “que los niños aprendan”.

El sistema educativo dominicano, concebido en su forma más amplia, refleja desde su origen una baja calidad en sus procesos; sea en el pasado, o en el presente, el rasgo más distintivo es la falta de cultivo de la sensibilidad y otros empoderamientos; en la actualidad, agregaremos la pérdida de timón de sus autoridades como nota discordante, que busca una definición en su filosofía básica, y en los métodos que les pueda ayudar.

La falta de voluntad de los docentes es otro elemento a considerar en la estructura escolar del sistema. La escuela será siempre lo que sea el maestro, y los nuestros no se descuentan ni de la pobreza de los medios pedagógicos, ni de una sólida formación magisterial, entre los obstáculos que todavía hoy corresponden a sus dificultades laborales. Y los estudios pedagógicos universitarios que se tienen a mano para formar a los maestros, luce como una `solución transitoria` de parte del ministro.

El proceso seguido por la educación pública durante las últimas décadas todavía se le observa de una manera estacionaria. Es decir, si la enseñanza, en principio, fue esencialmente teórica y memorística, luego fue una enseñanza de tipo psicológico y práctica, como adaptación a los postulados de la Escuela Nueva, hoy el reto es cómo enfrentar una filosofía del cambio en la educación.

Aquí es donde entra nuestra humilde propuesta de modificación a la Ley de Educación, como paso inicial a la nueva reforma de la práctica educacional, para impulsar una nueva noción de educación pública.

Hay muchos ejemplos, pero todos sabemos que la doctrina de la oportunidad no es del todo clara para nuestra sociedad; preexiste actualmente el camino especial con los inmigrantes ilegales haitianos. Ellos no tienen nada que ver con el plan general de estudio a proseguir en nuestra enseñanza oficial, y esta se lleva a cabo, como se sabe, en español. Los programas de otros idiomas, de profesores extranjeros, seguro tienen que ver con la geopolítica de la economía y del progreso mundial.

La conclusión, después de ponderar los párrafos anteriores, es que la nueva organización de la escuela deberá ser muy rígida; aunque hay que adaptarla a las nuevas condiciones de los tiempos tecnológicos; que no debe parecer débil, sino estar dotada de otra energía. La nueva legislación de estos tiempos deberá ser el depósito de todos los conocimientos adquiridos y estar protegida por una legislación que regule los programas apropiados y los nuevos horizontes de la enseñanza.

Al nuevo ministro de Educación: la total reorganización de la enseñanza pública, en efecto, está más acorde con el espíritu científico y la tendencia objetiva y experimental de la pedagogía contemporánea.
¡Enhorabuena!

Publicado originalmente en El Día

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