La larga espera de muchos ucranianos para volver a casa en zonas ocupadas (Video)

Zaporiya (Ucrania), 5 may (EFE) – Están cansados y enfadados. Muchos ucranianos esperan en Zaporiya a poder regresar a sus hogares, aunque estén en zonas ocupadas por Rusia, pero ven pasar los días sin que llegue el momento.

Malviven en sus coches familias enteras, en una explanada a las afueras de esta ciudad ucraniana, donde muestran su malestar, pues algunos llevan hasta nueve días durmiendo y cocinando como pueden.

Van cada día temprano a ver si están en una lista en la que organizan la salida diaria de unos pocos coches que pueden cruzar a zonas controladas por los rusos, pero pasan los días y no lo logran.

UN CAMPAMENTO IMPROVISADO

Algunos como la familia Kosuhin han convertido su viejo coche Lada en una especie de tienda de campaña, con plásticos amarrados a un árbol para dar sombra mientras el sol aprieta.

La explanada era un lugar de compraventa de vehículos, con talleres y tiendas de repuestos, pero ahora es el hogar provisional de decenas de familias, sin duchas y con baños de pago.

Vasyl, de 22 años, espera junto a sus padres, su hermana Anastasiya, de 14, su hermano Oleksiy, de 10, y su perro.

Ellos llegaron el día antes y les prometen que podrán salir dentro de cuatro, comenta a Efe el joven, rodeado de botellas de agua, mantas, útiles de cocina y un montón de bolsas.

La familia fue una las evacuadas cuando la zona de Mykolaiv, más al sur, era bombardeada, pero ahora cuando quieren volver, porque ya no hay combates, no pueden.

«No sé, ya veremos», se resigna, mientras recuerda que allí quedaron familiares y amigos con los que desean reencontrarse.

LA LISTA DE LOS «AFORTUNADOS»

Melitópol, Jersón o Mariúpol son otros de los destinos a los que esperan llegar quienes primero tienen que apuntarse en una lista, para ver cada día si están entre los «afortunados» a los que autorizan a viajar, comenta un hombre.

La elaboran entre la Administración local y los militares, aseguran en el corrillo que se forma frente al lateral de un camión donde está pegada.

Pero a este ritmo, con casi 140 apuntados y solo diez coches que logran salir algunos días protegidos por militares ucranianos, es eterno, se quejan.

Oksana, de 40 años, espera junto a su marido Roman y su hijo Kyryl, de 3, un golpe de suerte, junto a otras familias en las que se ven desde abuelos a niños.

Ellos llevan ya siete días sin poder regresar a Melitópol, otros llevan nueve. Vinieron a finales de mayo a Zaporiya para llevar al niño a un hospital, mientras los otros tres hijos se quedaron con los abuelos.

La mujer cuenta a Efe que ahora la situación es mejor allí, con tiendas abiertas y sigue valiendo la grivna, la moneda ucraniana, mientras en otras zonas ocupadas los rusos han impuesto el rublo y quitaron las banderas de Ucrania «para poner la de Rusia».

Pero no se puede cruzar los puestos de control sin permiso y comenta que algunos se han tenido que dar la vuelta en el último con fuerzas ucranianas antes de entrar en zona ocupada.

CANSANDOS Y ENFADADOS

Bajo un sotechado, una de las pocas sombras, elaboran la lista según los destinos que esperan que haya disponibles al día siguiente, en una mesa con unas pocas sillas.

Los empleados locales dicen que no pueden dar detalles de por qué tanta espera, mientras quienes hacen fila exclaman que ya no saben a quién quejarse. Uno de ellos les grita antes de marcharse bien enfadado.

Otros muestran igualmente su desesperación, ante casos como el de Valentyna Torop, de 94 años, encorvada sobre una banqueta, que ha perdido la vista.

Quienes la acompañan lamentan que nadie ayude a ancianos y a niños, que como ella quieren volver a sus lugares de origen, en su caso en el Donbás, aunque estén controlados por los rusos.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calcula unos ocho millones de desplazados internos en Ucrania desde que comenzó la invasión rusa el pasado febrero.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, ha asegurado que un 20 por ciento del territorio de su país está bajo control ruso, con una línea de más de mil kilómetros entre ambos lados y más de 3.600 poblaciones que fueron ocupadas, de las que por ahora algo más de mil han sido liberadas.

Luis Ángel Reglero, enviado especial

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