La lucha de Esteban Polanco: Salvaguardar la cabecera del Río Yuna en República Dominicana

Santo Domingo, 25 de julio – Esteban Polanco, un humilde campesino convertido en educador y símbolo de la lucha ambiental en República Dominicana, ha lanzado un desesperado llamado al gobierno para intervenir con urgencia en la cabecera del río Yuna, el más caudaloso y uno de los principales recursos hídricos del país.

Este afluente, vital para la producción agrícola y la generación de energía, enfrenta una crisis sin precedentes debido a la destrucción de sus manantiales y la deforestación en sus nacientes.

“Están destruyendo los manantiales, lagunas y humedales de la naciente del río. Están tumbando el bosque, implementando actividades que no son propias de la zona como ganadería, cultivo intensivo y construcción de caminos con equipos”, denunció el ambientalista durante el Encuentro Verde organizado por Listín Diario.

Polanco, presidente de la Federación de Campesinos hacia el Progreso (FCHP), lidera un conglomerado de asociaciones que operan en la cuenca alta del río Yuna, donde inciden unas 700 familias de 24 comunidades distribuidas en un área de aproximadamente 250 kilómetros cuadrados.

Conocido entre los ambientalistas como la persona que más conoce esta región, Polanco insiste en que se deben tomar medidas urgentes en comunidades clave como El Torito, La Placeta, El Pino, Los Novillos y la parte alta de Colorado.

La importancia del Río Yuna

El río Yuna nace en Cerro Montoso, en la Montaña La Humeadora, una zona que históricamente ha sido mal interpretada como los Montes Banilejos. «Históricamente la gente ha mentido. Dicen que nace en los Montes Banilejos pero es mentira. El Yuna nace en Cerro Montoso, cerca de la línea divisora de Monseñor Nouel y San José de Ocoa», aclara Polanco.

«Nace corriendo hacia el sur, va formando como una especie de caracol y gira hacia el norte. Ahí, a unos 1,400 metros sobre el nivel del mar, hay sitios donde caminas 50 y 100 metros y el agua va repollando, porque es la zona de formación del río».

Polanco destaca que la degradación en esta área crítica tiene repercusiones directas en la cantidad y calidad del agua del río Yuna, lo que impacta negativamente en su capacidad para irrigar cultivos, generar energía y proveer agua potable a varias provincias.

«El Yuna arrastra 91 metros cúbicos; su caudal histórico irriga más del 60 % de la producción de arroz del país y tiene una capacidad instalada de más del 50 % de la energía eléctrica del país. Siete provincias beben agua del Yuna», enfatiza.

Desafíos y acciones urgentes

La situación es tan grave que Polanco insiste en que no se debe perder tiempo en discusiones, sino en acciones concretas para salvar la cuenca alta del Yuna. “Eso está depredado y lo peor es que están dando créditos para la siembra de cultivos, cuando ahí no debería sembrarse ni siquiera café. Están sembrando papas, cebollas, zanahorias… lo hacen principalmente campesinos que ya no viven en la zona porque les han vendido la tierra a empresarios agrícolas», lamenta Polanco.

La ganadería intensiva y la agricultura no sostenible han devastado el bosque latifoliado con abundancia de manaclas, elementos esenciales para la retención de agua y la formación de manantiales. «Estamos jugando con el principal recurso agua que hay en este país», reflexiona Polanco, destacando que si no se interviene la cabecera, el país podría enfrentar una crisis similar a la del río Tireo en Constanza.

Logros de la Federación y el rol de la comunidad

A pesar de los desafíos, la Federación de Campesinos hacia el Progreso ha logrado notables avances en la protección ambiental y el desarrollo comunitario desde su fundación en 1987. Han implementado programas en áreas como salud, educación, medio ambiente, agricultura y energía, impactando positivamente a 700 familias. «En la zona no había una casa con un bombillo. Hoy, el 95 por ciento de las familias tienen luz», afirma Polanco.

Uno de los logros más significativos es la protección alrededor de la hidroeléctrica del río Blanco, un proyecto que sigue operando eficientemente gracias a la conservación del bosque por parte de las familias locales. Además, la federación gestiona un complejo ecoturístico en Hoyo del Pino, en El Cruce de Blanco, que es un referente de turismo rural sostenible en el país.

La primera iniciativa de la Federación fue la siembra de café asociado a otros cultivos, una estrategia que ayudó a las familias a rehabilitar sus cafetales después del ciclón David. “Agarramos 58 finquitas de 20 tareas y las preparamos; sembramos y rehabilitamos como 1,600 y pico de tareas”, recuerda Polanco. Este enfoque ha permitido a las comunidades diversificar su producción agrícola y generar ingresos sostenibles.

El desafío de la pobreza y la gestión ambiental

Polanco subraya que la pobreza es el verdadero enemigo de la conservación ambiental. «La pobreza genera la presión a la familia de que tiene que salir a buscar la comida con lo que sea, y cuando encuentra un bosquecito lo tumba para sembrar yautía, habichuela… Y uno dice pero son unos malditos. No, es que tienen que mantener a su familia», explica.

La lucha de la Federación no es solo por conservar el medio ambiente, sino también por mejorar las condiciones de vida de las familias que dependen de estos recursos. Han trabajado para proporcionar servicios esenciales como la construcción de una clínica rural para atención primaria y operativos de declaración de personas.

Llamado a la acción y defensa de derechos

Polanco y la Federación exigen una intervención urgente del gobierno, no solo para proteger el río Yuna, sino también para defender los derechos de las comunidades locales. Estas familias, empujadas a la montaña por la dictadura de Trujillo, enfrentan ahora la amenaza de la ganadería intensiva y la agricultura no sostenible. «El Estado pudiera integrarse junto con esas 700 familias a vencer la pobreza que le ha tocado vivir por más de 100 años», dice Polanco, instando a una colaboración más estrecha entre el gobierno y las comunidades.

Una vida dedicada a la conservación

Esteban Polanco, que se integró muy joven a la lucha ambiental, recuerda sus inicios en la protección del medio ambiente desde los 16 años, a mediados de los 70. «Desde antes del ciclón David (1979) estamos en esto, peleando. Era un muchachito», comenta.

Polanco destaca la importancia del relevo generacional en la Federación de Campesinos hacia el Progreso. «Si nosotros no trabajamos ahora en una generación de relevo, estamos condenados a fracasar, porque lo que se haga ahí debe ser para siempre».

Con datos reportaje de Yaniris Löpez, Listín Diario

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