La oposición le plantará cara mañana a Macron con dos mociones de censura

París, 23 oct (EFE).- El Gobierno de Emmanuel Macron se enfrenta mañana a dos mociones de censura presentadas por los dos principales partidos de la oposición tras el uso de un decreto para aprobar un texto presupuestario, si bien ambas tienen unas probabilidades de prosperar prácticamente nulas.

La decisión de la primera ministra, Élisabeth Borne, de utilizar el artículo 49.3 de la Constitución para adoptar la primera parte del proyecto de ley de las finanzas para 2023, saltándose el voto parlamentario, ha servido a la alianza de izquierda, Nupes, y a la extrema derecha de Marine Le Pen, Reagrupación Nacional, para presentar sendas mociones de censura.

La primera fue interpuesta por Nupes, que engloba a La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, los socialistas, ecologistas y comunistas, pero horas después el grupo de Le Pen también decidió presentar una segunda.

La distancia política que separa ambos partidos, principales grupos de la oposición frente a los diputados de Macron tras las elecciones legislativas de junio, hace que ninguno de ellos esté dispuesto a votar la moción del otro.

El debate tendrá lugar este lunes en un contexto caldeado, con crecientes huelgas y manifestaciones populares a favor de la subida salarial y contra la creciente desigualdad y el deterioro del poder adquisitivo.

Para la RN, la moción busca «censurar al equipo de Élisabeth Borne por el rechazo democrático» y el «desprecio al espíritu republicano de las instituciones», mientras que la Nupes también habla del «desprecio» del Gobierno y el callejón sin salida en el que se sitúa ante «el aumento de las desigualdades».

Ambos textos necesitan una mayoría absoluta para ser adoptados, es decir, el voto de al menos 289 diputados, lo que hace que las probabilidades de tirar con ellas al Gobierno sean pocas (RN tiene 89 y Nupes 150).

Pero de prosperar, la moción provocaría directamente la dimisión de la primera ministra.

Le Pen ha querido erigirse como una líder responsable y asegura que votará a favor de las medidas gubernamentales cuando lo crea necesario, si bien defiende que está «fundamentalmente opuesta a la política de Macron». En este caso, el espectáculo en la Asamblea Nacional será la ocasión de dar voz al descontento popular y dar más visibilidad a su grupo, cuya presencia ha aumentado con fuerza tras las elecciones.

ESCUCHAR A LA OPOSICIÓN

Este domingo, 53 diputados de Los Republicanos, el partido de la derecha tradicional, publicaron una tribuna en el diario Le Journal du Dimanche (LE JDD) donde confirman que no votarán las mociones de censura contra el Gobierno, pero le pedirán que «aprenda a escuchar las propuestas de la derecha».

«Porque respetamos el voto de los franceses del 19 de junio (fecha de las elecciones), y porque la nueva Asamblea tan solo ha estado en marcha ocho semanas, no vamos a presentar ni a votar esta censura», subrayan en la misiva 53 de los 62 parlamentarios conservadores.

Los conservadores consideran que añadir una crisis política e institucional a la crisis económica y energética de los últimos meses, «con una inflación que reactiva la crisis social», sería irresponsable.

Sin embargo, para ellos el presupuesto global de 2023 presentado por el Gobierno es «extremadamente decepcionante» y va en contra de la corrección de las finanzas públicas y la sostenibilidad de la deuda pública.

«El Gobierno va a tener que aprender a escuchar», dicen los conservadores, recordando que para este Ejecutivo el acuerdo con sus pares en la cámara es una novedad, puesto que en el primer quinquenio de Macron su partido sí que contó con la mayoría absoluta, lo que les permitió pasar el grueso de sus propuestas.

De hecho, no fue realmente una sorpresa que Borne recurriera al 49.3 el pasado miércoles, ya que la oposición declaró no querer votar en su favor tras ocho días de debate y la inclusión de un centenar de enmiendas al proyecto inicial.

Es más, se espera que vuelva a usarlo en otros proyectos de ley presupuestarios de aquí a finales de año, como el de Seguridad Social, e incluso con la polémica reforma de pensiones, una carta política que sería mucho más arriesgada de jugar y que podría quemar de forma acelerada a la primera ministra. EFE

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