La posible llegada de un outsider
El complejo de Guacanagarix, que acompaña a la mayoría de los dominicanos y las dominicanas, nos hace vaticinar que en poco tiempo llegaría la tendencia mundial del populismo extremo a nuestro país de manos de un outsider, que no es más que una persona ajena a la política que viene a irrumpir tempestivamente en la misma con propuestas radicales de cambios al statu quo del sistema económico y social imperante.
Es por ello, que la mayoría de los candidatos outsiders en el mundo son también reconocidos antisistema, porque se oponen al sistema político y económico establecido, haciendo propuestas muchas veces alocadas y casi siempre demagógicas, pero que endulzan los oídos de las masas para buscar que le voten a su favor.
En el cielo electoral dominicano no se avecina de manera clara su llegada para las elecciones pautadas en mayo del 2024, sin embargo no es obstáculo que especiales circunstancias en su momento creen las condiciones a los fines de que se origine un fenómeno así de inesperado, pero potencialmente posible en medio de la megacrisis que a escala planetaria nos arropa.
Siendo sinceros, tenemos que decir que en el panorama electoral de hoy, lo que se observa es que este estará polarizado en las candidaturas del expresidente Leonel Fernández y la repostulación del actual mandatario, Luis Abinader. Visto así, de manera simple y por el carácter tan clientelar del electorado nacional, es que no se puede advertir como cierta la posibilidad real y concreta de una nueva tercera opción que goce de verdad de un auténtico respaldo ciudadano, y es por esto que casi todos los reconocidos encuestadores y estrategas nacionales descartan esa posibilidad para los comicios venideros.
El ascenso de los candidatos outsiders se producen como consecuencia de la nueva comunicación política y la creciente desafección ciudadana hacia los partidos y la clase política, por la pérdida de la confianza en sus instituciones, por la prolongada crisis y la lastimosa corrupción que constituyen también causas adicionales que hacen promover estos frecuentes fenómenos que le están plantando cara a las candidaturas presidenciales tradicionales y que por el hartazgo natural de la ciudadanía en varios países le han ganado las elecciones, enterrando con ello a partidos políticos de larga data.
Podemos ver -por ejemplo con lo ocurrido en Estados Unidos en el año 2016 con la llegada al poder del expresidente Donald Trump- la punta del iceberg y pasarán años para entender con detenimiento cuáles fueron las verdaderas causas que facilitaron el origen a este fenómeno, qué hizo generar esos sorprendentes resultados electorales. Es que estos nuevos liderazgos alternativos están liquidando el protagonismo y la alternancia del poder por largos años de las fuerzas políticas tradicionales, cosa que comprobamos hace apenas una semana en la primera vuelta de los comicios en Francia, donde desaparecieron del mapa electoral los partidos políticos de los expresidentes, Jacques Chirac y Francois Mitterrand.
En nuestro país, creo que los partidos políticos que estarían en esa línea de coquetear con esa posibilidad serían los emergentes partidos Alianza País, Frente Amplio y el Movimiento Patria Para Todos, todas organizaciones reconocidas por la JCE y que son las más propensas a construir una unidad entre ellas para buscar acaparar en términos de apoyo electoral el gran descontento nacional que existirá en las elecciones próximas con los propios partidos tradicionales y la gestión del Gobierno del Cambio.
Lo que vemos hoy como un imposible se nos puede hacer posible si en nuestro país en los próximos doce meses se mantienen, acrecientan o se producen estas variopintas situaciones, veamos:
- Si se mantiene la creciente espiral inflacionaria, que haga disminuir el valor del peso a niveles inéditos, haciendo colapsar las exiguas economías familiares, sobre todo de la clase media y que haga llevar a la indigencia a los sectores populares;
- Si la oligarquía mantiene su voracidad y apatía social, y no se vincula con el gobierno y las organizaciones sociales, para colaborar en resolver mínimamente los problemas de la gente, que desesperadamente también la harán culpable de su miseria junto a los funcionarios de turno;
- Si los partidos tradicionales no abrazan de verdad las causas nacionales más sentidas, en defensa de los intereses populares, y solo se mantienen como simple espectadores o maquinarias electorales al servicio de la campaña de su candidato presidencial;
- Si la desafección política o la antipatía a los partidos y a los políticos crece a un nivel de más de un 45% , que hoy ya se encuentra en un 35%, según las encuestas realizadas a la población votante;
- Si no se detiene la inmigración desproporcionada y descontrolada de nuestros vecinos insulares, que está creando gravísimos problemas a la nación en varias áreas, sobre todo en el sector de la salud pública, en lo laboral y en la conciencia patriótica crítica, ante el hecho de que sentimos que estamos entregando parte de nuestro territorio y de nuestros empleos a estos, pese a la solidaridad manifiesta de nuestro noble pueblo al complejísimo drama humano que abate a la República de Haití;
- Si la exclusión social, producto de la megacrisis mundial en qué vivimos aumenta aún más, y con ella crecen los niveles de intolerancia y de enojo, que este se convierta en ira que haga convocar a marchas y protestas lo que haga causar peligrosas tensiones sociales;
- Si las propuestas o promesas que hagan los potenciales candidatos presidenciales sean tan pálidas o conservadoras, que hagan sentir a la población que eso sería “más de lo mismo”, y no haga producir identificación, pasión y una auténtica conexión del candidato o candidata, con el deseo y el parecer de las masas, que aspiraran en esta ocasión a algo más.
- Si aumentan los niveles de inseguridad y la ciudadanía se sienta amenazada por una desbordada delincuencia, secuela de la propia crisis, pero que haga suspirar a la población con tener un gobierno de mano dura;
- Si el auténtico y sólido liderazgo social de los miembros del mundo del espectáculo, cómicos, músicos, artistas, presentadores y de personalidades del deportes más los influencers de las diferentes plataformas de las redes sociales, siguen creciendo exponencialmente y éstos deciden optar transitar en la política para las elecciones del 2024;
- Y si la lucha contra la corrupción solo se queda en penalizar a los intermediarios, dejando sin tocar a los verdaderos dueños de la inmensa fortuna de la gran corrupción estatal, que precisamente no están en la política activa, desacreditando con ello el objeto de todas las operaciones judiciales realizadas.
Si todo lo que arriba hemos descrito y que hemos identificado como el “decálogo del desastre”, se hace una patente realidad de manera simultánea, eso cambiaría la ecuación electoral actual diametralmente, pues una inmensa parte del electorado le daría la espalda al liderazgo político clásico o habitual, y se irían a apoyar a los candidatos que promuevan agendas de cambios más radicales, para encantar a la mayoría electoral desencantada con las fuerzas tradicionales.
Aunque soy de lo que aspiro a que eso no se produzca y que las opciones sensatas prevalezcan, sé del sentimiento de enojo que se está inoculando en el alma de los dominicanos que, hastiados en su momento, pueden actuar muy diferente a lo que esperamos y construyan con su acentuada desafección la viabilidad para una tercera opción no partidista e intentar llevarla en hombros al Palacio Nacional.
Los remedios para evitar la llegada de un outsider populista está en el accionar y la responsabilidad social de nuestra blanca oligarquía, en la prudencia e inteligencia del Gobierno del Cambio en estos aciagos momentos y en abrazar las causas más sentidas del pueblo por parte del liderazgo opositor.
No obstante, parece inaudito lo que aquí escribo, cuando les expreso también como una necesidad la de darle una justa participación a las estructuras dirigenciales de los partidos en la conformación de los Gobiernos, y en las candidaturas congresuales y municipales, porque estos son los verdaderos artesanos del poder y están afuera sumamente disgustados, pero más aún están hastiados de que otros cobren por ellos sin haber contribuido en casi nada, y estos serán los primeros tentados o seducidos, a modo de vendetta, ante tantos incumplimientos realizados por las últimas gestiones gubernamentales, a sumarse a esta aventura, poniendo al servicio de un populista, su experiencia y crearle todas las condiciones de participación al entregarles sus plataformas legales de sus franquicias, para inscribirlos y hacer realidad lo que hasta ahora se ve como un imposible ¡la llegada de un outsider como nuevo inquilino del Palacio Nacional!