La trágica herencia haitiana

Miguel Guerrero

Para entender la realidad haitiana y el peligro que representa, es preciso conocer sus raíces. Los haitianos lograron su independencia el 1 de enero de 1804 tras doce años de cruenta guerra contra el poder colonial francés. Expulsadas las tropas de Bonaparte, de la que hasta entonces constituía la colonia más rica y productiva del Nuevo Mundo, los haitianos cometieron brutales matanzas contra sus antiguos opresores.

El exterminio de los colonos blancos indignó a las potencias imperiales y Haití quedó aislado. Veintún años después, arrinconado por el aislamiento y la pobreza, el dictador Jean Pierre Boyer, aceptó en 1825 condiciones onerosas de Carlos X firmando una Real Ordenanza que imponía una indemnización en francos franceses equivalente al cambio actual superior a 20 mil millones de dólares. El acuerdo garantizaba el reconocimiento diplomático, pero imponía un arancel del 50% de reducción a las importaciones francesas. La deuda debía pagarse en cinco cuotas superiores a la capacidad de la economía haitiana. La no aceptación de las condiciones endurecería el aislamiento y arriesgaba a un ataque de la marina francesa colocada en la costa occidental de la isla.

Haití tardó 122 años en pagar esa deuda. El último pagaré fue saldado en 1937. La ocupación por Boyer del territorio dominicano en 1822, tras abortar la declaración de independencia de Núñez de Cáceres, impuso impuestos y condiciones que obligaron a los dominicanos a rebelarse y declarar una nueva independencia en 1844.

Haití es una compleja historia de guerra, miseria y brutales fenómenos naturales. El legado de inestabilidad y violencia que hoy padece es el fruto de sus errores y malquerencias históricas. Un virus que amenaza seriamente a nuestro país, por medio de un fenómeno de ocupación virtual iniciado hace décadas como un éxodo natural que ya es una peligrosa fuente de inestabilidad nacional y regional.

Fuente El Caribe

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