Las feromonas del averno

Por JUAN LLADO  El Paraíso y el AvernoEl Paraíso y el Averno

Si el paraíso es un redil de pureza y bondad, el infierno debe ser un habitáculo de la maldad y la injusticia. Penosamente, el péndulo de la vida nacional oscila entre un extremo (paraíso) y el otro (infierno). Mientras al primero lo validan nuestros recursos naturales y la calidez del trato que dispensamos al turista extranjero, el segundo es alimentado por los múltiples desequilibrios transversales de nuestra sociedad. Si queremos potenciar nuestro “paraíso”, debemos pues resaltar algunas feromonas del averno nacional para crear conciencia de nuestros retos de desarrollo.

Las situaciones escabrosas que impiden el desarrollo son de variada naturaleza. Si entendemos las feromonas como “sustancias químicas secretadas por los seres vivos con el fin de provocar comportamientos específicos en otros individuos de la misma especie” se comprenderá que estas situaciones se entrelazan y refuerzan entre sí. La madeja resultante es tan compleja que el calificativo de “nudo gordiano” le queda corto. Por su perjudicial impacto sobre la sociedad se justifica que, al referirnos a las feromonas, visualicemos el país como un averno.

Nada más espeluznante que aquellas situaciones que se han traducido en muertes. Basta con resaltar que en el pasado año 10 de cada cien mil dominicanos fallecieron como consecuencia de hechos violentos. Solo en feminicidios registramos unos 152, mientras también tuvimos 41 ejecuciones extrajudiciales por parte de la Policía Nacional. Encima de eso, y a pesar de figurar entre las más bajas de la regiónla tasa de homicidios aumentó entre el 2020 y el 2021. De 1,172 homicidios registrados en el 2021, 733 obedecieron “a problemas de convivencia.” Mientras en accidentes de tránsito murieron 1,867: en los últimos cinco años el 31% de los fallecidos (10,702) eran jóvenes entre los 16 y 35 años. Y como tragedia mayor tuvimos 670 suicidios el pasado año.

De similar catadura trágica habría que destacar, en otro plano de las realidades transversales de nuestras imperfecciones, que los embarazos de adolescentes son los más altos de América Latina. Según el dictamen de la OPS: “En la RD hay aproximadamente 2 millones de adolescentes entre las edades de 10-19 que constituyen el 19,0% de la población total del país. La tasa actual de la fecundidad adolescente de 97 nacimientos por cada 1000 mujeres de entre 15 y 19 años sigue siendo la más alta en la región de ALC. Los datos disponibles indican que el 22% de las mujeres entre 12 y 19 años han estado embarazadas, lo que es un 34% más alto que el promedio de ALC. El estancamiento de la tasa de embarazos adolescentes y su distribución desigual en la población ponen en peligro los avances nacionales en el desarrollo”.

Respecto al consumo de drogas, la pandemia aumentó el consumo del alcohol. “Salud Pública reveló que una de cada 20 muertes en el país está relacionada con el uso de bebidas alcohólicas. En las muertes por accidentes de tránsito, el alcohol está presente en el 50% de los casos.Informó que nuestro país ocupa el séptimo lugar entre los países de América con mayor ingesta de bebidas alcohólicas, con un promedio de 6.9 litros por personas, por año. En tanto, el 13% de la población presenta varios grados de dependencia del alcohol.”

Da grima, por otro lado, el gigantesco crecimiento del narcotráfico. El país está siendo usado masivamente como puente para la exportaciones de drogas hacia EEUU y Europa. Inaugurando una eficiente persecución del flagelo, la DNCD decomisó 25 toneladas de drogas el pasado año. Solo en el mes de abril 2022 la DNCD decomisó 6.5 toneladas. Respecto al narcotráfico, sin embargo, deberá admitirse que actualmente tenemos una represión tan efectiva como nunca antes.

Entretanto, hasta noviembre del pasado año 1,428 dominicanos fueron deportados hacia nuestro país, de los cuales 1,132 fueron repatriados por Estados Unidos después de cumplir condenas en ese país, seguido de Puerto Rico con 101, Islas Turcas y Caicos con 42, Chile con 29, de Colombia otros 15 y el resto de otros países. En materia de la migración ilegal haitiana, por otro lado, la prensa reportó que “durante el periodo de enero a noviembre del pasado año 2021 fueron apresados y repatriados a su país de origen la cantidad de 31 mil 764 haitianos ilegales. Mientras que en el primer trimestre de este año 2022 han sido devueltos 23,569, para un total de 54,733 desde enero de 2021.” Estas cifras sugieren que la migración ilegal va en constante aumento.

Mas daño que la migración ilegal de haitianos hacen algunas situaciones que empequeñecen la democracia. Mostrando un significativo rezago en relación con el grado de madurez de nuestra democracia, aturde los sentidos la visible y avasalladora presencia y dependencia militar. Según Wikipedia: “Actualmente la fuerza en servicio activo es de 64,000. Sin embargo, más del 50% del personal militar es utilizado en tareas no militares, tales como proveer seguridad a instalaciones gubernamentales no militares, estaciones de peaje, prisiones, trabajos forestales, empresas estatales, empresas privadas, así como protección personal a congresistas y demás personal de importancia del Estado y empresarios.” Tenemos además más de 187,000 reservistas, aunque no tengamos razón alguna para tan formidable aparato defensivo.

Para colmo muchas oficinas públicas exhiben una inexplicable presencia militar. La Superintendencia de Seguros y el Ministerio de Cultura son buenos ejemplos de personal militar supernumerario. Se ven capitanes que son parqueadores, mayores que abren las puertas de los despachos de los jefes, sargentos que escoltan a los visitantes, tenientes que fungen de ascensoristas y hasta coroneles que ordenan el tránsito. Esta apabullante atmosfera militar genera tensión entre los visitantes y la degradación de la integridad de los rangos.

Obviamente, arrastramos desde la dictadura una cultura de reverencia idolatra hacia lo militar. El culto a “los ramos” esta tan arraigado que no sorprendería que los sacerdotes y las megadivas comiencen a usarlos. En algunos puestos públicos todavía se nombran militares como si su monopolio de la fuerza fuera garantía de eficiencia gerencial. Con razón Balaguer le atribuyó, en su obra “Los Carpinteros”, propiedades milagrosas al uniforme (cual remora de nuestra democracia). Sin embargo, los múltiples reforzamientos de la frontera no logran detener el flujo de inmigrantes ilegales.

Últimamente hemos logrado que el presidente de la republica no tenga un visible contingente militar detrás de él. Pero permanece la costumbre de despedir al presidente cuando sale del país con una aparataje militar que no tiene razón de ser. Si bien su investidura merece cierta reverencia militar, la misma no debe rendirse en los aeropuertos del país. A los presidentes que visitan el país se les rinde esa reverencia cuando visitan el Palacio Nacional y eso está justificado.

Peor que el moquillo militar es del moquillo de la ostentación. Gobierno tras gobierno promete acabar con el uso de yipetas de lujo por parte de los funcionarios públicos y las promesas no se cumplen. La costumbre se torna ridícula cuando sabemos que el primer ministro sueco va a su oficina en bicicleta y tiene que lavar su ropa, o que el presidente finlandés cuando aborda un avión viaja en clase económica. Por suerte el presidente Abinader dictó un decreto limitando el número de funcionarios que estaban usando flanqueadores militares, lo cual raya en lo impertinente y megalómano.

Son los moquillos de los privilegios para funcionarios y legisladores lo que alimenta la expectativa de acceder a un botín por parte de los políticos. Nadie ha hecho caso a la sugerencia de que se imponga un requisito de evidenciar una vocación de servicio público entre los que aspiran a los puestos, aportando pruebas de que han colaborado con gestiones o trabajos comunitarios para poder ser nombrados. Los “barrilitos” y “cofrecitos” siguen tan campantes como aquel whisky.

Con respecto a la prensa amarilla el presente gobierno ha impuesto algunas limitaciones pertinentes. Ya no se oyen términos como “bocinas” para calificar a algunos periodistas y las diferentes agencias del Estado deben observar algunas reglas en materia de publicidad. Donde no se nota ninguna iniciativa gubernamental es en lo relativo a los monopolios y oligopolios que el embajador de la Unión Europea condenara hace unos años. Existe un adefesio que se llama Procompetencia, pero de sus ejecutorios no saben ni los chinos de Bonao.

Se quedan muchas “feromonas” sin mencionar. Pero este escrito no puede cerrarse sin mencionar algunas privatizaciones pendientes como las 93 propiedades estatales del Centro Histórico de Santo Domingo y los 19 hoteles de Corphotels. Más alarmante aun es que a los casi 20 años de su creación, el COPRA no ha logrado vender los bienes que deparó la debacle de Baninter, aunque sus calificados funcionarios reciban sueldos lujosos. No cabe duda de que necesitamos desembarazarnos de tantos privilegios para inhabilitar a algunas de las feromonas de nuestro averno y poder avanzar nuestro desarrolloJUAN LLADÓLAS FEROMONAS DEL AVERNO

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