Le Pen y Zemmour escenifican la pugna fratricida de la ultraderecha francesa

París, 5 feb (EFE).- Separados por 200 kilómetros de distancia, los dos principales candidatos de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen y Éric Zemmour, escenificaron este sábado en respectivos mítines la lucha fraticida que libran para dirimir cuál de los dos tiene más posibilidades de entrar a la segunda vuelta de las presidenciales.

A dos meses de la primera vuelta de los comicios y con un último sondeo concediendo a ambos un 14 % de las intenciones de voto, los dos líderes de la extrema derecha se miraron hoy de reojo, en un momento de tensión por las defecciones que Le Pen está padeciendo en favor de Zemmour.

Un puñado de eurodiputados y altos cargos del partido de Le Pen, la Agrupación Nacional (RN), han cruzado el Rubicón y se han pasado a la orilla del antiguo periodista. Consideran que la candidata ya no es lo suficientemente firme contra la inmigración y se ha centrado en otros temas, como el poder adquisitivo.

Zemmour, que lanzó su movimiento La Reconquista en diciembre, juntó a primera hora de la tarde a unas 8.000 personas, una buena parte de ellos jóvenes, en un pabellón de Lille, en el norte de Francia. A 200 kilómetros de allí, en Reims, Le Pen celebró su principal acto de campaña, congregando a unos 3.000 simpatizantes.

Los dos candidatos escogieron el norte de Francia, una de las zonas más castigadas por la desindustrialización y el desempleo, y donde la ultraderecha tiene uno de sus baluartes electorales desde la década pasada.

Zemmour inició su jornada en Lille enfrentando una manifestación de cerca de un millar de militantes de izquierdas, apoyada por la propia alcaldesa de la ciudad, la socialista Martine Aubry. Denunciaron que el candidato ultra no era bienvenido por alentar el odio con sus diatribas contra los inmigrantes, las minorías y las mujeres.

Condenado en firme incitación al odio en 2011, el excolaborador de Le Figaro volvió a considerar la inmigración como el principal de los males de Francia, anunció 10.000 euros de ayudas para quien tenga hijos franceses en el mundo rural, y criticó al Estado por el exceso de burocracia y de impuestos.

Anunció que instaurá una prima libre de impuestos, tanto para los empleadores como para los contratados, que podrá representar hasta tres salarios mínimos netos con la meta de promover «el trabajo y la meritocracia y evitar las bajas por enfermedad tan recurrentes».

«Nuestro capital es el trabajo, el trabajo es nuestro capital. Juntos, inseparables, no transferibles al extranjero (…) Seré el presidente de la reconciliación de clases», dijo el político, quien dijo que los franceses consideran el trabajo como un asunto de «honor».

Sin críticas directas a su rival en la ultraderecha, aunque pellizcándola en algunos temas como el poder adquisitivo, Zemmour concluyó su discurso en un ambiente enardecido semejante al de un partido de fútbol al grito de «estamos en nuestra tierra».

SALVINI Y ORBAN JUNTO A LE PEN

Mientras, Le Pen salía al estrado en Reims nada más conocerse los resultados de la última encuesta que la sitúa con el 14 % de intención de voto empatada con el dirigente de La Reconquista y un poco por debajo de la conservadora Valérie Pécrésse (16,5 %). El actual presidente, Emmanuel Macron, vencería la primera vuelta con el 24 %.

Dolida por la defecciones de importantes cargos del RN, la candidata ultraderechista proyectó mensajes de apoyo de dirigentes internacionales afines, como el italiano Matteo Salvini o el húngaro Viktor Orban.

Le Pen, quien ha llegado a afirmar que hay «algunos nazis» dentro del movimiento de Zemmour, buscó tallarse una estatura presidencial en su mitin, repasando en detalle muchos más temas que Zemmour y centrando sus críticas en Macron, quien aún no formalizó su candidatura.

La sanidad, la educación, la seguridad, la UE, la agricultura, el poder adquisitivo de los hogares y la inmigración fueron algunos de los temas abordados por la finalista de las presidenciales de 2017.

«Francia controlará su propia inmigración, los extranjeros que quieran venir deberán adaptarse a nuestra necesidades, seremos nosotros quienes escojamos los que se van y llegan», indicó.

Para Le Pen, «el macronismo» es un sistema que «aniquila las esperanzas cubierto de progresismo». «Mi proyecto está en las antípodas del de Macron y Pécrésse», ahondó.

El epílogo de su discurso fue inesperado. Dejó de leer el guión oficial e inició un monólogo intimista en el que recordó algunos de los obstáculos personales y políticos de su vida, evocando «la violencia política» que padeció en la infancia por ser hija de Jean-Marie Le Pen, precursor de la ultraderecha francesa.

«Siempre que me he caído, me he levantado (…) No temo ni emboscadas ni traiciones. Estoy lista para la función presidencial», refirió, en alusión a las últimas deserciones en su campo.

Antonio Torres del Cerro

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