Llegada de Philippe a Haití complica relaciones con RD
Guarionex Rosa
Quiérase o no, la llegada del ex comisario de la Policía Nacional de Haití y principal complotador para el derrocamiento del ex presidente Aristide, Guy Philippe, parece una trama de Estados Unidos para atizar los problemas en ese país y complicar las relaciones con la República Dominicana.
Se diría que Estados Unidos no tenía otra opción que deportar a Philippe tras haber cumplido prisión por lavado de activos y otros delitos, y devolverlo a su país natal, cargado de complicaciones, con un gobierno no elegido al cual se le reclama elecciones y en bancarrota.
A los intereses dominicanos no conviene la presencia de Philippe en Haití dado el hecho de que fue un exiliado en territorio dominicano, donde se las arregló para que le permitieran reunir a adversarios del presidente Aristide, que cruzaron la frontera en 2004, antes de asumir Leonel Fernández.
En un informe sobre los acontecimientos ocurridos en Gonaïves y Cabo Haitiano, que condujeron al derrocamiento de Aristide, elegido en febrero de 2001, una comisión de investigación dirigida por el ex fiscal general de Estados Unidos, Ramsey Clark, hizo una reveladora conclusión.
Según la misma, “los gobiernos de Estados Unidos y la República Dominicana habrían participado en el suministro de armas y en el entrenamiento en ese país de los rebeldes haitianos”. Allí estaba, como en todas las últimas maromas políticas y militares el entonces teniente Philippe.
Según el informe, la comisión comprobó que con la autorización del presidente dominicano Hipólito Mejía, 200 soldados de las fuerzas especiales estadounidenses habían sido enviados en febrero de 2003 a la RD para participar en ejercicios militares cerca de la frontera por donde merodeaban rebeldes haitianos.
USA detrás de todo
Quienes ven la mano de Estados Unidos detrás del retorno de Philippe tras ser encarcelado en Miami y cumplir unos pocos años de condena, recuerdan la nota del periódico francés Le Monde Diplomatique, en la cual se describe cómo el embajador americano en Puerto Príncipe en la época, James Foley, forzó con la ayuda de Francia, la salida de Aristide en febrero de 2004.
Si se lo propusiera, Guy Philippe desplazaría a las bandas armadas o las convencería de que podría ser su líder.
Francia tenía un “dolín” muy grande con Haití y particularmente con Aristide, quien reclamaba a la vieja metrópoli de la cual se independizó el país caribeño, el pago de 21,000 millones de dólares, suma que Haití había pagado a Francia por su independencia. En la época eran, mal calculados 90 millones de francos-oro.
Los complotados haitianos no podían esperar que el nuevo presidente dominicano, Fernández, quien tomaría posesión el 16 de agosto de ese año, ordenara desbandar los entrenamientos de Philippe y los suyos, quienes se mostraban sin ningún descuido en el parque Faro de Colón donde entrenaban.
Nadie en Haití habría pensado que Philippe a su retorno de la prisión en Miami se acogería a la tranquila, bucólica aunque miserable vida de Prestel, su campiña natal en el sur de Haití. Por lo que desde su llegada hace dos meses, comenzó a reunir viejos adeptos y a armar un pequeño grupo de ayudantes militares. Cierta prensa, fascinada por el tigueraje que sobresale, ha comenzado a darle su espacio al paramilitar.
Así el lunes 1 de enero, cuando el país conmemoraba el 220 aniversario de la Independencia que motorizó Dessaliness, se dirigió a Gonaïves, donde fuera proclamada, para presentarse ante los haitianos como su “nuevo salvador”. La suerte no lo acompañó tanto porque pocos paisanos asistieron.
Allí proclamaron sus partidarios que la revolución había comenzado. Al día siguiente fue a Juana Méndez (Ouanaminthe en francés), cerca de la frontera dominicana para proclamar que su país tenía el derecho de construir todos los canales que necesitara, en referencia al desvío del río Masacre en la parte haitiana, en litigio con República Dominicana.
Después, en una entrevista reposada declaró que la situación de las bandas armadas la podría resolver en 90 días. Mientras el gobierno, contrario a la tradición celebró la conmemoración del 220 aniversario en Puerto Príncipe, el primer ministro Ariel Henry, habría evitado chocar con Philippe.
Una especie de “guinea tuerta”, el ex comisario policial de Cabo Haitiano, de 55 años, aunque luce mucho más joven, llegó a su país para quedarse y pretender ser la tabla de salvación de los haitianos, que frustrados por la inacción de los políticos tradicionales, están buscando un nuevo “salvador” como fuera en su momento Aristide.
Mucho cuidado RD
Con las elecciones dominicanas de municipios a poco más de un mes y las presidenciales a cinco, la frontera oficialmente cerrada y las relaciones de los dos países en punto casi muerto, Philippe es el hombre del momento en el país vecino, listo para acaparar una porción de las masas y presentarse como salvador.
Aunque está lejos de las gangas armadas que controlan parte del país y desafían al régimen del primer ministro Henry, el ex teniente de la PNH, quien en las últimas elecciones de 2016 ganó la senaduría por la región de Prestel, estaría más cerca de una nueva revolución que de una salida pacífica.
Los analistas en Puerto Príncipe se preguntan cuáles son los planes del ex jefe policial que estudió en la Academia Eloy Alfaro de Quito, Ecuador. Nunca ha estado en algo pacífico. Su voz calmada cuando habla con la prensa esconde la turbulencia interior y el tener un cementerio particular. La de Francois Duvalier era también una voz suave.
Si se lo propusiera, Philippe desplazaría a las bandas armadas o las convencería de que podría ser su líder y preparar una campaña electoral para el momento en que el primer ministro Henry proponga las tan esperadas elecciones cuyo calendario se supone que se formalizará este año.
Con las seguridades de que las elecciones dominicanas discurrirán sin mayores inconvenientes, Haití quedará un tanto atrás mientras le espera el momento en que una fuerza multinacional encabezada por Kenia que se ofreció a instancias de Estados Unidos a enviar hasta mil policías.
Se cree que muchos haitianos, aunque hastiados del bandidaje callejero y la carnicería que han provocado las bandas, se pronunciarán contra la intervención armada que también apoyan algunos países vecinos del CARICOM y podrían plantar cara como hizo Charlemagne Peralte en 1915 durante la primera intervención norteamericana. Peralte, cuyo apellido está vinculado con los dominicanos, tiene hoy su cara en la numismática del país.
Listín Diario