Lo criollo en las fiestas de Carnaval

César Nicolás Penson Paulus

El domingo pasado fue 27 de independencia y de Carnaval frustrado por Covid. El carnaval tiene, según los investigadores, varios orígenes. Entre ellos la del suizo Jacob Buckhardt que entendía que el vocablo venia de Carnus Navalis que describía una procesión de máscaras con ofrendas de flores a la Diosa Isis con precedentes en Egipto, era su origen. No se sabe el origen, pero se entiende que las fiestas en honor a Baco, el dios romano del vino, las Saturnales y las Lupercales romanas, precedieron lo que hoy tenemos. Hay registros de que el primer carnaval en la Isla se celebró en La Vega en 1520. Ese Carnaval, con aspectos de celebraciones similares de España, influido mas tarde por los esclavos forzados, negros provenientes del África. El Carnaval dominicano, que con frecuencia se celebra en Cuaresma, por la variación de la Semana Santa, tiene varias vertientes, marcados por la región y no todos se celebran a la vez. Es quizás la más trascendente de las celebraciones populares criollas. Coinciden con las fiestas de independencia y en algunas épocas con la Restauración de la Republica, además. Las expresiones de libertad festiva, la lascivia, el desenfreno, esconde tras la máscara la realidad de la pobreza, donde lo grotesco y los imposibles son arrancados de la imaginación para dale cadencia, colorido, música. El carnaval cimarrón, con particular expresión el de Cabral, se celebra en los últimos días de la semana Santa y tiene su origen en África y el nombre, de loa alzados escapados de la dominación española esclavizante. Lógico es que, tras 22 años de gobierno haitiano, existan influencias en nuestro carnaval. El personaje Robalagallina, en honor a la homosexualidad, aparece en el Carnaval de Jacmel pero fue “estrenado” en La Vega. El Diablo Cajuelo o bien Diablo Cojuelo, es una representación de demonios que en algunos sitios se denominan “macaraos” y en Santiago Lechones. Característicos son: la capa, traje de seda multicolor, espejitos en todo el cuerpo, cascabeles y las vejigas urinarias de animales secadas al sol y en racimo, amarradas a un palo, que se utilizan para golpear a los curiosos. Lo completan complicadas caretas, muy elaboradas, con cuernos (chifles) y expresiones diabólicas. En Santiago los barrios de Los Pepines y La Joya, se disputan la preminencia en el carnaval de esa ciudad y sus caretas presentan características particulares. Las de Los Pepines se asemejan al pico del Pato Donald. Los Guloyas de S.P. de Macorís, descendientes de los Cocolos procedentes de las Antillas menores inglesas, representaban eventos bíblicos en Navidad, pero eso ha variado y su manifestación, con instrumentos que no son criollos han marcado su participación carnavalesca.. En Montecristi se dividen en dos bandos: Toros y Civiles y con determinadas reglas se enfrentan a foetazos hasta vencer al “enemigo”, resultando una contienda brutal y sangrienta que prueba el “valor”. Caifé, Se me muere Rebeca, Los Platanuses, Los Papeluces, La Muerte y otros completan el “coro”.

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