Lo mucho hasta Dios lo ve

Pablo McKinney

Como ocurrió con el caso BANINTER que llegó a buen final gracias a una  decisión del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, todo indica que la operación Calamar llegará hasta las últimas consecuencias gracias, entre otras cosas, a una decisión del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Aunque la situación de nuestro país en todo esto -con su democracia siempre tutelada por la metrópolis estadounidense- humilla y duele en una nación de tantos discursitos patrioteros que solo llegan hasta el río Masacre, uno debe admitir sin sarcasmo ni cinismo que en la gestión de Miriam Germán al frente del ministerio público la lucha contra la impunidad en nuestro país -todavía con sus torpes excesos por mejorar- vive un momento esperanzador que uno, -con un poco de vergüenza- debe agradecer también al áspero norte gringo y su “sociedad civil” local siempre tan leal y obediente a sus mandatos,  con más o menos disimulo.

Pero como decía Lavoe, esta vez, “se la comieron, Willy, se la comieron”, y de paso me llevaron del Yankee Go Home al Yankee Welcome.

Algo como esto tenía que ocurrir y ocurrió cuando se llega a los niveles de corrupción pero sobre todo de impunidad y desfachatez como el alcanzado en los últimos gobiernos, cada uno superando al anterior.

Fue impresionado por la auditoría visual y el descaro exhibicionista de algunos de sus funcionarios, allegados y/o suplidores de emergencia, que uno le advirtió al PLD en sus libros (“El peligro de vivir los años”, “El precio de vencer”), Palabras para ZOL y bulevares, lo que sigue: “Lo mucho hasta Dios lo ve. Se van a morir de éxitos”.

Sólo  que esta vez, en vez de Dios -que magnánimo siempre perdona- lo vio el Departamento de Estado que nunca lo hace (perdonar), salvo cuando conviene a sus intereses, como ocurre actualmente en sus relaciones con Venezuela ante la crisis energética que la guerra de Ucrania ha provocado.

Ese Departamento de Estado que tantos gobiernos/líderes corruptos y genocidas ha establecido, financiado, promovido y patrocinado en el mundo, (los de Trujillo, o Balaguer,  los de la Operación Condor en Suramérica, más Sadam Hussein o Bin Laden), bien que podía haber mirado hacia otro lado como siempre, pero no esta vez.

Esta vez no, porque “lo mucho hasta Dios lo ve”, y por otras razones que son un buen tema para otro bulevar.

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