Lo que hay que aprender de lo ocurrido en Chile en las elecciones del 21 de noviembre 2021

Juan Temístocles Montás

En el periodo 1990-2019, Chile pasó a ser el país de América Latina y el Caribe mejor posicionado en cuanto a desarrollo humano. De acuerdo con el PNUD, para 2019, Chile ocupaba la más alta posición en desarrollo humano entre los países de la región. Eso no era así en 1990 cuando era Argentina el país que ocupaba la mejor posición.

El excelente posicionamiento de Chile se explica por las buenas políticas económicas y sociales que se aplicaron que dieron como resultado lo siguiente: En 1990, la producción per cápita de Chile era inferior a la de Argentina, Uruguay y Venezuela, pero para 2019 Chile había superado a todos esos países en producción per cápita, convirtiéndose en la economía latinoamericana mejor posicionada en este indicador. Paralelo a ese cambio, en Chile se produjo una importante reducción de la pobreza (cae de 49.7% en 1990 a 7.9% en 2017).

Adicionalmente, Chile era en 2019 el país de la región mejor posicionado en el índice de competitividad global. Todo ese desempeño colocó a Chile como un referente para todos los países de la región y produjo la admiración de todo el mundo.

Durante los 30 años transcurridos entre 1990 y 2019, Chile ha sido gobernada por dos corrientes políticas, una ubicada en la centroizquierda y la otra en la centroderecha. Las organizaciones de centroizquierdas se agruparon en la llamada Concertación Democrática, integrada por los partidos Demócrata Cristiano (DC), Por la Democracia (PPD), Radical Socialdemócrata (PRSD) y el Partido Socialista (PS). En cambio, la Unión Democrática Independiente (UDI), Renovación Nacional (RN), Partido Regionalista Independiente Demócrata (PRI), Partido Evolución Política (Evopoli) constituyeron las organizaciones de centroderecha que apoyaron al actual presidente Sebastián Piñeira.

A pesar de los avances logrados, el 18 de octubre de 2019, un potente movimiento de protesta puso de manifiesto que no todo iba bien en Chile. Un incremento de 30 pesos al costo del pasaje del transporte público fue el detonante de dicho movimiento de protesta. Sin embargo, la agresividad y la violencia de la protesta, que se expresó en vandalismo, saqueo, incendio del metro, etc., dejó claro que el asunto iba más allá del incremento de los 30 pesos. La explicación de lo ocurrido quedó resumida en la siguiente frase: “no son 30 pesos, son 30 años”.

Con esa frase se expresaba que lo que había detonado la protesta era un serio problema de exclusión social en Chile.

La salida que se le buscó a la crisis generada por las protestas fue una Convención Constituyente para redactar una nueva Constitución Política para Chile. Los comicios para la elección de los integrantes de la Convención se celebraron a mediado de mayo de este año y sus resultados representaron un castigo tanto para la centroizquierda como a la centroderecha, ya que los candidatos ajenos a los partidos políticos fueron los grandes ganadores de los comicios. El propio presidente Piñeira así lo reconoció cuando señaló que ni el Gobierno ni los partidos tradicionales están «sintonizando adecuadamente con las demandas y anhelos de la ciudadanía».

Los acontecimientos generados a partir de la protesta del 18 de octubre de 2019 abrieron un momento histórico en Chile que se ha venido moviendo en diferentes direcciones. Si bien en un principio el movimiento empujó hacia la búsqueda de salidas progresistas, cuya expresión más concreta es la Convención Constituyente, los resultados de las elecciones del 21 de noviembre muestran ahora un empuje hacia las posiciones de la ultraderecha chilena, que ha venido levantando la bandera del orden contra el caos, de la seguridad versus inseguridad, de la estabilidad contra la incertidumbre.  

José Antonio Kast, candidato de la ultraderecha, obtuvo la mayor cantidad de votos, seguido por Gabriel Boric, candidato de la ultraizquierda. El próximo 19 de diciembre, ambos se enfrentaran y uno de ellos será el próximo presidente de Chile. Se abre un nuevo periodo en la historia política de Chile que comienza con una confrontación entre la ultraderecha y la ultraizquierda.

Dos cosas quiero señalar como conclusión a este artículo. La primera es que a la hora de valorar el desempeño de un país hay que ir más allá de los resultados económicos así como también más allá de los indicadores sociales. Hay que tomar en cuenta otros factores (seguridad, sentido de identidad, etc.). Lo segundo es que aquella frase de Mao Tse Tung de que “hay desorden bajo el cielo; la situación es excelente” no siempre conduce a nada bueno a los sectores progresistas. Los resultados de la primera vuelta de las elecciones de Chile así lo atestiguan.

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