Luchas intestinas en Rusia dañan no sólo su posición de guerra, también su control del poder

El video fue impactante, no sólo por lo que mostró, sino también por lo que se dijo.

Yevgeny Prigozhin, el millonario e inconformista director del contratista militar privado ruso Grupo Wagner, se paró frente a los cadáveres ensangrentados de sus soldados caídos en Ucrania, gritó insultos plagados de improperios a los líderes militares rusos y los culpó por la carnicería.

“Ellos vinieron aquí como voluntarios y murieron para dejarlos descansar en tus oficinas de madera roja”, gritó Prigozhin. “Están sentados en sus clubes caros, sus hijos disfrutan de la buena vida y graban videos en YouTube ¡Aquellos que no nos den municiones serán devorados vivos en el infierno!”, manifestó.

Fue una exhibición inquietante para los rusos acostumbrados a más de dos décadas de un gobierno controlado rígidamente por el presidente Vladímir Putin: años con pocas señales de luchas internas entre sus principales lugartenientes.

El video de Prigozhin publicado en mayo y sus otras diatribas contra el liderazgo militar ruso han sido recibidos con el silencio de Putin, al igual que los altos mandos. Algunos ven el fracaso de Putin para sofocar las luchas intestinas como una señal de cambios potenciales en la escena política rusa y quizás más batallas internas.

La televisión controlada por el estado —la fuente de las noticias de la mayoría de los rusos— también ha ignorado la ruptura de Prigozhin con los militares. Sin embargo, es seguida de cerca por los lectores y espectadores políticamente activos y ultrapatrióticos en las redes sociales, que comparten su desprecio por los líderes militares.

Si bien no hay indicios de que Putin esté perdiendo influencia, “hay señales crecientes de disfunción profunda, ansiedad, preocupación por la guerra y problemas reales para reunir los recursos necesarios para combatir de manera efectiva”, advierte Nigel Gould-Davies, investigador principal para Rusia y Eurasia del International Institute for Strategic Studies (Instituto Internacional de Estudios Estratégicos) y editor de su publicación Strategic Survey (Evaluación Estratégica).

La discordia entre Prigozhin y los líderes militares rusos se remonta a varios años atrás. Salió a la luz en medio de la lucha por la ciudad de Bájmut, en el este de Ucrania, encabezada por sus mercenarios. Ha llevado al propietario del Grupo Wagner, de 62 años —apodado “el chef de Putin” por sus lucrativos contratos de servicios de comida en el Kremlin— al frente de la política rusa y ha señalado sus ambiciones crecientes.

Criticó mordazmente al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y al jefe del Estado Mayor General, el general Valery Gerasimov, como débiles e incompetentes en declaraciones burlonas llenas de lenguaje vulgar. En cierto punto, incluso afirmó que el ejército colocó minas en una ruta que sus combatientes planeaban usar y que abrió fuego contra ellos.

Con sus comentarios cargados de palabras altisonantes, Prigozhin se aventuró a hacer lo que sólo Putin había hecho antes: a lo largo de los años, el líder ruso ocasionalmente rompió el decoro con un comentario terrenal o una broma subida de tono, mientras que los altos funcionarios usaban un lenguaje cuidadosamente redactado.

En un video posterior, Prigozhin hizo una declaración que algunos han interpretado como un ataque apenas encubierto contra el propio Putin. Declaró que mientras sus hombres morían debido a la incapacidad del Ministerio de Defensa de suministrar municiones, un “abuelo feliz piensa que le está yendo bien”, y luego se refirió a ese “abuelo” con una obscenidad.

El comentario contundente causó revuelo en las redes sociales, donde fue considerado ampliamente como una referencia a Putin. Prigozhin aseguró después que hablaba de Gerasimov.

“Prigozhin dice ahora cosas mucho más arriesgadas que nunca”, agrega Gould-Davies a The Associated Press.

Sergei Markov, un comentarista político a favor del Kremlin, describió a Prigozhin como “el segundo hombre más popular después de Putin” y un “símbolo de la victoria militar de Rusia para millones de personas”.

Putin necesita a los mercenarios de Prigozhin en momentos en que el ejército regular aún se recupera de los reveses anteriores de la invasión. La posición del jefe del Grupo Wagner se vio reafirmada después de que el ejército privado capturó Bájmut el mes pasado en la batalla más larga y sangrienta de la guerra, en la que utilizó a decenas de miles de reos convictos a quienes se les prometió el indulto si sobrevivían a seis meses de lucha.

“Putin domina el sistema, pero todavía depende de un pequeño número de personas importantes para implementar su voluntad, para que le proporcionen los recursos para cumplir sus órdenes, incluida pelear en la guerra”, comenta Gould-Davies a la AP.

Si bien Putin puede adherirse a mantener a varias facciones divididas y luego intervenir para “decidir quién gana y quién pierde, y quién está arriba y quién está abajo”, el proceso erosiona la autoridad del gobierno en tiempos de guerra, agrega Gould-Davies.

“Esa puede ser una forma de mantener el sistema político en marcha, pero ciertamente no es la manera de pelear la guerra, porque si tus fuerzas militares están divididas y si no luchan juntas de manera efectiva, entonces tus operaciones militares sufrirán en consecuencia y eso es exactamente lo que está pasando aquí”, sostiene.

Mark Galeotti, un experto en política y seguridad rusa con sede en Londres, señala que las luchas intestinas continúan incluso cuando Ucrania se encuentra en las primeras etapas de su muy esperada contraofensiva, “un punto en el que realmente todos deberían tener un solo objetivo común”.

Durante un podcast reciente, conjeturó que el hecho de que Putin no haya resuelto las disputas políticas podría deberse a una falta de interés, un enfoque en otros temas, o, más probablemente, una renuencia a tomar partido.

“También plantea dudas sobre su capacidad general para hacer su trabajo”, advierte Galeotti. “Esta es la única cosa, el único trabajo que realmente no puede subcontratar, y ni siquiera lo está intentando (hacerlo)”.

La falta de respuesta de los líderes militares a los insultos de Prigozhin pareció indicar que no estaban seguros de si Putin estaba de su lado.

El gobernador regional de San Petersburgo, Alexander Beglov, fue otro objetivo reciente de Prigozhin, luego de su conflicto largamente arraigado por la renuencia de Beglov a otorgar contratos lucrativos a las empresas de Prigozhin. Al igual que los líderes militares, Beglov no ha respondido.

Prigozhin se ha aliado con otros funcionarios que apoyan la guerra, entre ellos, según se informa, el gobernador de Tula, Alexei Dyumin, un exguardaespaldas de Putin considerado por muchos como su posible sucesor. El jefe del Grupo Wagner también gravitó durante algún tiempo hacia Ramzan Kadyrov, el líder de la provincia meridional rusa de Chechenia respaldado por Moscú. Mientras denunciaba a la mayoría de los líderes militares de alto rango, Prigozhin habló favorablemente del general Sergei Surovikin, quien dirigió a las fuerzas rusas en Ucrania durante varios meses antes de que Putin designara a Gerasimov para supervisar las operaciones.

Pero algunas de esas alianzas han sido inestables.

Si bien Kadyrov inicialmente elogió a Prigozhin y respaldó algunas de sus críticas a los líderes militares, después cambió de rumbo y lo criticó por sonar derrotista. Los lugartenientes de Kadyrov fueron más allá y criticaron los esfuerzos del Grupo Wagner en Bájmut después de que Prigozhin hiciera comentarios desdeñosos sobre los combatientes chechenos en Ucrania. Magomed Daudov, la mano derecha de Kadyrov, dijo sin rodeos que Prigozhin habría sido ejecutado por tales declaraciones de haberlas dicho durante la Segunda Guerra Mundial.

Prigozhin echó marcha atrás rápidamente y dijo que sólo expresaba su preocupación por las operaciones rusas.

Prigozhin ha eludido las preguntas sobre sus ambiciones, pero en un movimiento que reflejó su deseo de ganar influencia política, realizó recientemente una gira por Rusia y continuó con un diluvio de comentarios indignados.

“Hay señales de que busca algún tipo de futuro político”, observa Gould-Davies.

Aunque Prigozhin debe su posición y riqueza a Putin, desempeña cierto papel independiente con sus críticas a algunos líderes y al tratar de atraer a las masas en medio de los reveses en Ucrania, opina Andrei Kolesnikov del grupo Carnegie Endowment for International Peace (Fundación Carnegie por la Paz Internacional).

“Se está haciendo pasar por un enemigo de las élites, a pesar de que él es un producto del sistema de Putin, la encarnación de su régimen y contratos estatales”, agrega Kolesnikov. “Prigozhin está interpretando a un político independiente, incrementando los riesgos y poniendo a prueba los límites del sistema. Pero eso sólo será técnica y físicamente posible mientras Putin lo encuentre útil y se divierta con sus travesuras”.

En una muestra de apoyo a las fuerzas armadas, Putin respaldó la demanda del Ministerio de Defensa de que todas las empresas privadas firmen contratos con él, algo que Prigozhin se ha negado a hacer.

Y en otra señal de que el gobierno de Putin finalmente podría estar minimizando la importancia de Prigozhin, los canales de aplicaciones de mensajería conectados al Kremlin mostraron fotos de sus hijos en fiestas, incluida una hija en Dubái, en aparente represalia por los ataques de Prigozhin a la hija del ministro de Defensa.

Prigozhin ha instado a ligrar una guerra sin cuartel en Ucrania, incluida una movilización nacional total y la introducción de la ley marcial en Rusia, llamadas bien recibidas por algunos de quienes apoyan la guerra.

Pero Kolesnikov señala que la gran mayoría de los rusos, que en su mayoría son apáticos o no están dispuestos a hacer sacrificios más grandes, podrían asustarse y consternarse con ese mensaje.

Advierte contra la sobreestimación de la influencia y las perspectivas políticas de Prigozhin y contra la subestimación de la autoridad de Putin.

“Basta que el comandante en jefe mueva el dedo para hacer desaparecer al jefe de (el Grupo) Wagner”, alerta Kolesnikov.

Fuente AP

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