Manuel en el laberinto de su honestidad boschista

 Pablo McKinney

La frase es de Borges, «la derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece». La he recordado hoy mientras repasaba lo ocurrido a Manuel Jiménez desde el día en que inició su gestión de alcalde de Santo Domingo Este, y su manera pulcra y transparente, su firme decisión de eliminar las mafias (lo que había sido parte de sus promesas de campaña) le ganó la animadversión de parte de sus compañeros de partido y, lógicamente, de las víctimas políticas y empresariales de su buen proceder. ¡No le dieron un día de descanso!

Manuel Jiménez, a quien bastan la gloria de sus canciones y su corona de honestidad personal durante toda una vida pública como artista o político para contar con el respeto de los ciudadanos de buena voluntad, ha sido víctima de su honradez, lo que me ha hecho recordar a los humildes peledeístas que en los primeros gobiernos del partido morado fueron víctima de ser “boschistas a ultranza” cuando en alguna primaria les tocó enfrentarse a peledeístas “aterrizados”, entrenados en el clientelismo balaguerista a partir del Frente Patriótico.

Tantas veces que él nos lo cantó: “Es que andar levantando una bandera/ a veces se torna duro/, pero yo -por ningún raro motivo-/ no desenfundo el futuro”, y así fue. Se trataba de enfrentar las mafias, mejorar el gasto de los dineros públicos, promover la buena vecindad, enterrar la “ración de Boa” que se entrega a los compañeritos que “hacen el trabajo político” en los barrios.

Eso hizo Manuel, terco como un Juan Bosch que en vez de “Cuentos…” escribió un “Derroche” porque “Quien no sabe de amor -de servir a los demás- no sabe nada”. Hablo de un Manuel atrapado en el laberinto ético de sus principios y, quizás por lo mismo, necio y torpe como el viejo Juan a la hora de negociar prebendas, mercadear canonjías y otras expresiones de lo mal hecho.

Como le ocurrió a Bosch en aquel septiembre gris o a José Francisco Peña Gómez en cualquier momento de su difícil vida política, momentos hay en los cuales la derrota “tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece».

Preparémonos para lo peor. La partidocracia reinante que encabeza el PRM junto al PLD y FP solo sabe de vencer, aunque luego las victorias (como advierte Benedetti) le llenen de vergüenza histórica… “o simplemente de vergüenza”.

Listin Diario

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