¡Me puso los pelos de punta!
Tony Raful
En la “Colección de Documentos del Departamento de Estado y de las Fuerzas Armadas Norteamericanas, año 1947, Tomo I”, editado por el Lic. Bernardo Vega y la Fundación Cultural Dominicana en el año de 1984, aparecen datos e informaciones históricas de relieve de la Embajada Norteamericana en Ciudad Trujillo, correspondencias y sumarios de la vida en aquel período horroroso de nuestra vida republicana. Allí encontré un dato que me puso los pelos de punta. Conozco los crímenes del trujillismo, la orgía sangrienta del sátrapa y sus adláteres, pero nunca pude imaginarme que el tirano llegara al extremo de ordenar que le negaran asistencia de parto en una clínica de La Vega, a la señora Rossina Félix, esposa de Juancito Rodríguez, quien había salido del país meses antes a integrarse al exilio anti trujillista. Juancito Rodríguez, personaje de quien pretendo un día escribir en toda su odisea su contribución a la lucha por la libertad, (después de Trujillo, Juancito era el hombre en esa época más rico del país), capitaneando la frustrada expedición de Cayo Confites de 1947, desde Cuba y la cual de haberse materializado habría puesto en riesgo el dominio absoluto de Trujillo, incursión de guerra que el dictador detuvo, comprando en el mercado de la corrupción al Jefe del ejército cubano de entonces, General, Genovevo Pérez Damera. Entre las figuras sobresalientes integrados a esa tentativa, armas en mano, estuvieron, Juancito Rodríguez García, Ángel Morales, Leovigildo Cuello, Juan Bosch y Juan Isidro Jiménez Grullón, quienes constituían la máxima dirección del movimiento armado, así como veteranos de la guerra civil española y aviadores de nacionalidad norteamericana. Allí estuvo un joven de apenas 22 años llamado Fidel Castro Ruz, a quien la historia le tenía reservado roles estelares en el futuro. En un informe secreto de la Embajada de Estados Unidos en el país, fechado el 23 de abril de 1947, se dice que la señora Rossina de Rodríguez, estaba embarazada y cuando acudió a una clínica de La Vega ante los primeros dolores de parto, ninguno de los médicos de la clínica tuvo el valor de asistirla, le negaron el auxilio. El terror trujillista había prohibido que se atendiera a una mujer emparentada con su enemigo Juancito Rodríguez. Un dominicano valiente, el doctor Arturo Damirón Ricart, del Hospital Internacional en Ciudad Trujillo, envió de inmediato una ambulancia a La Vega y la hizo traer a la capital salvando la vida de la madre y el bebé. Cuando Trujillo se enteró, despachó inmediatamente al hospital al Jefe de la Policía, el General Ludovino Fernández, quien se apersonó preguntando por la señora Rossina de Rodríguez, quien había logrado dar a luz una criatura y rápidamente ponerse a salvo. El asunto se agravó, Trujillo ordenó un proceso para hacer preso al Dr. Damirón Ricart acusándolo de ser un abortista. El doctor Damirón se puso en contacto en la Embajada norteamericana, con Robert J. McArdlee, quien notificó lo sucedido a la “División de Asuntos del Caribe, Departamento de Estado, Washington” en fecha 29 de abril de 1947. La rápida actuación del Dr. Damirón logró ponerlo a salvo paralizando el brazo homicida del déspota. Desde siempre el auxilio de la denuncia internacional ha frenado la sevicia de los tiranos.